XXIII
¿Cuántas veces había visto aquellas películas, por separado y sincronizadas? ¿Cuántas veces había estudiado las sombras, los ángulos, los detalles, por si se trataba de un montaje? ¿Cuántas?
Nada. Nada. Era real. Zen en un despacho y PQ en otro. Tres minutos y cinco segundos. Después... Zen en un despacho, tal cual, y PQ en otro, muerto.
Amplió la imagen de Zen, sólo la suya.
Inmovilidad, antes y después. Estaba concentrado en su trabajo.
Amplió la imagen de Pau Quentin.
Tecleaba en su sistema. Tecleaba, y de pronto... ¡zas!
Por primera tez tuvo una idea diferente.
Se envaró.
¿Por qué tecleaba en su sistema, pudiendo dar órdenes verbales, como hacían todos?
Tal vez estuviese afónico, o simplemente... ¿qué?
Pensó que estaba buscando fantasmas, sutilezas, detalles ocultos allá donde no había nada más que el día a día.
¿O no?
Amplió la parte inferior de la imagen, el teclado.
Trató de ver qué estaba escribiendo o programando Pau Quentin.
Echó la imagen hacia atrás, y luego la pasó a velocidad muy reducida. Al ser una cámara cenital, no se veía la pantalla, pero sí el teclado. Los dedos de PQ se movían rápido por él, pero a velocidad reducida se captaban los detalles.
—P... M... 7... 9... 2... X... espacio... +... H... 5...
No era nada legible. Era una clave. Sólo eso.
Cualquier clave para tener acceso a cualquier información o archivo reservado.
La imagen desapareció una vez más al llegar las diecisiete horas, cinco minutos, veinte segundos.
Amplió la ventana, a espaldas de PQ por si se reflejaba la pantalla en el cristal. Nada. Sólo aquel código.
Un pequeño paso más, pero... ¿hacia dónde?
Lo anotó, luego lo comprobó dos veces. Al acabar cerró su visor, agotado. Le dolían los ojos, la cabeza. Y necesitaba dormir. Sobre todo, eso: dormir.
Le esperaban unos días muy, muy duros. Estuvo tentado de meterse en la cama, pero optó por poner en marcha el panel comunitario.
—Panel. Canal 12.
En la pared frontal apareció un informativo del canal de noticias 24 horas. Fue como verse a sí mismo, enorme, en un espejo ampliado.
Aquella era su cara.
—...el abogado defensor, Héctor Pons Fabré, se enfrentará al fiscal general de la Audiencia de Barcelona, Isaías H. Lorca, en lo que se prevé una dura pugna por...
—Canal 27 —ordenó.
Su cara fue sustituida por la de Pau Quentin.
—...así que todo está a punto para que mañana dé comienzo lo que para muchos será el «juicio del año», tal vez de la década. Precipitado para algunos, lógico dada sus características para otros, el caso PQ va a ocupar en los próximos días los titulares de la actualidad. ¿Será declarado culpable el vai de tercera generación Zen Es-3-725.903? Y si es así, ¿se convertirá en el primer sistema de vida no humano «desconectado» en la Comunidad Europea en...?
—Canal 52.
Esperaba ver de nuevo a PQ o a Zen, o a sí mismo. Y oír una nueva voz pontificando, juzgando...
Una suave música llenó el ambiente, fluyendo armónica de todos los rincones del habitáculo.
Reconoció a Bach.
Y esta vez sí, cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo de su módulo.
Sintió algo parecido a la paz.
Ni siquiera supo cuándo se quedó dormido.