No recuerdo cuándo empecé a archivar información sobre la compañía Coca-Cola, pero ya en 1973, en La Opinión, escribí un artículo sobre la historia de John Pemberton y sus sucesores. Debo confesar que soy un entusiasta de ese dulce producto del imperialismo, idéntico a sí mismo en cualquier parte del mundo.

En París pude revisar archivos y consultar la bibliografía oficial y la otra, la de sus adversarios e historiadores. Por razones de extensión, el texto casi completo recién se publicó en 1985, cuando reapareció la revista Crisis. Antes se había editado parcialmente en el mensuario trotskista Debate, de Roma, en El diario de Caracas, en varios diarios del continente que la reprodujeron sin permiso y en Il Manifesto, que le dedicó un suplemento especial. Ahora le he agregado algunos datos de utilidad que se conocieron al cumplirse el centenario de la bebida.

Supongo que no estoy violando un secreto profesional si digo que una botella en especial, sin abrir y de las medianas, es una de las mascotas de la dirección del diario Página/12 de Buenos Aires.