CAPÍTULO 101

Tessa

Para cuando termino de ducharme y secarme el pelo ya son las seis y ya hace rato que el sol se ha escondido. Llamo a la puerta de la habitación de Landon, pero no obtengo respuesta. Tampoco veo su coche aparcado fuera, aunque últimamente ha estado dejándolo en el garaje, así que puede que todavía esté ahí.

No sé qué ponerme porque no sé adónde vamos a ir. No puedo evitar mirar por la ventana constantemente, esperando ansiosa el coche de Hardin. Cuando la brillante luz de los faros aparece por fin, se me hace un nudo en el estómago.

Casi toda mi ansiedad se esfuma al ver que sale del coche vestido con la camisa negra que se puso para la cena. ¿Lleva pantalones de vestir? Madre mía, sí que los lleva. Y zapatos, zapatos negros y brillantes. Vaya. ¿Hardin se ha arreglado? Me siento inapropiada, pero su manera de mirarme disipa mi desasosiego.

Se ha esforzado mucho. Está muy guapo, e incluso se ha peinado para la ocasión. Lleva el pelo hacia atrás, y sé que ha utilizado algún producto para fijarlo porque no le cae sobre la frente al caminar, como suele hacerlo.

Se ruboriza.

—Esto…, hola.

—Hola. —No puedo dejar de mirarlo. «Un momento…»—. ¿Y tus piercings? —Los aros de metal han desaparecido de su ceja y de su labio.

—Me los he quitado. —Se encoge de hombros.

—¿Por qué?

—No lo sé… ¿No crees que estoy mejor así? —Me mira a los ojos.

—¡No! Me encantaba cómo estabas antes… Ahora también, pero deberías volver a ponértelos.

—Ya no quiero llevarlos. —Se acerca a la puerta del acompañante de su coche y la abre para mí.

—Hardin…, espero que no te los hayas quitado pensando que así me vas a gustar más, porque no es verdad. Te quiero del mismo modo. Por favor, vuelve a ponértelos.

Sus ojos se iluminan al oír mis palabras y yo aparto la mirada antes de subirme al coche. Por muy enfadada que esté con él, no quiero que sienta que tiene que cambiar su aspecto por mí. Lo prejuzgué cuando vi sus piercings la primera vez, pero aprendí a amarlos. Forman parte de él.

—No es eso, de verdad. Llevaba ya tiempo pensando en quitármelos. Los he llevado toda la vida y ya me he cansado. Además, ¿quién cojones va a contratarme para un trabajo de verdad con esa mierda en la cara? —Se abrocha el cinturón y me mira.

—Pues claro que te contratarán, estamos en el siglo XXI. Si te gustan…

—No es para tanto. Me gusta bastante el aspecto que tengo sin ellos, es como si ya no me estuviera escondiendo, ¿sabes?

Lo miro de nuevo y analizo su nueva imagen.

Está guapísimo, como siempre, pero resulta agradable que no haya ningún tipo de distracciones en su rostro perfecto.

—Bueno, creo que estás perfecto sea como sea, Hardin; sólo espero que no pienses que quiero que tengas un aspecto determinado, porque no es cierto —le aseguro, y lo digo de verdad.

Cuando me mira, me sonríe con tanta timidez que se me olvida la bronca que quería echarle.

—Bueno, ¿adónde me vas a llevar? —le pregunto.

—A cenar. Es un sitio muy bonito —responde con voz temblorosa.

El Hardin inseguro se ha convertido en mi Hardin favorito.

—¿He oído hablar de él?

—No lo sé. Puede.

El resto del trayecto transcurre en silencio. Murmuro algunas de las canciones de The Fray, canciones que parecen gustarle mucho a Hardin ahora, mientras él mira atento a través del parabrisas. No para de frotarse el muslo con la mano mientras conduce, y sé que se trata de un tic nervioso.

Cuando llegamos al restaurante, parece sofisticado y muy caro. Todos los vehículos que hay en el aparcamiento valen más que la casa de mi madre, no me cabe duda.

—Pretendía abrirte la puerta —me dice cuando me dispongo a bajar del coche.

—Si quieres, la cierro para que me la abras —le propongo.

—Eso no cuenta, Theresa. —Me sonríe con una sonrisa petulante, y no puedo evitar sentir las mariposas en el estómago que aparecen cada vez que me llama por mi verdadero nombre.

Solía sacarme de quicio, pero lo cierto es que me encantaba cada vez que lo decía para chincharme. Me gusta casi tanto como su manera de llamarme «Tess».

—Hemos vuelto a lo de «Theresa», por lo que parece. —Le sonrío.

—Sí, así es —contesta, y me coge del brazo.

Veo que su confianza va aumentando a cada paso que damos hacia el restaurante.

En mil pedazos
Cubierta.xhtml
Sinopsis.xhtml
Titulo.xhtml
info.xhtml
NotaEditor.xhtml
dedicatoria.xhtml
Prologo.xhtml
Cap001.xhtml
Cap002.xhtml
Cap003.xhtml
Cap004.xhtml
Cap005.xhtml
Cap006.xhtml
Cap007.xhtml
Cap008.xhtml
Cap009.xhtml
Cap010.xhtml
Cap011.xhtml
Cap012.xhtml
Cap013.xhtml
Cap014.xhtml
Cap015.xhtml
Cap016.xhtml
Cap017.xhtml
Cap018.xhtml
Cap019.xhtml
Cap020.xhtml
Cap021.xhtml
Cap022.xhtml
Cap023.xhtml
Cap024.xhtml
Cap025.xhtml
Cap026.xhtml
Cap027.xhtml
Cap028.xhtml
Cap029.xhtml
Cap030.xhtml
Cap031.xhtml
Cap032.xhtml
Cap033.xhtml
Cap034.xhtml
Cap035.xhtml
Cap036.xhtml
Cap037.xhtml
Cap038.xhtml
Cap039.xhtml
Cap040.xhtml
Cap041.xhtml
Cap042.xhtml
Cap043.xhtml
Cap044.xhtml
Cap045.xhtml
Cap046.xhtml
Cap047.xhtml
Cap048.xhtml
Cap049.xhtml
Cap050.xhtml
Cap051.xhtml
Cap052.xhtml
Cap053.xhtml
Cap054.xhtml
Cap055.xhtml
Cap056.xhtml
Cap057.xhtml
Cap058.xhtml
Cap059.xhtml
Cap060.xhtml
Cap061.xhtml
Cap062.xhtml
Cap063.xhtml
Cap064.xhtml
Cap065.xhtml
Cap066.xhtml
Cap067.xhtml
Cap068.xhtml
Cap069.xhtml
Cap070.xhtml
Cap071.xhtml
Cap072.xhtml
Cap073.xhtml
Cap074.xhtml
Cap075.xhtml
Cap076.xhtml
Cap077.xhtml
Cap078.xhtml
Cap079.xhtml
Cap080.xhtml
Cap081.xhtml
Cap082.xhtml
Cap083.xhtml
Cap084.xhtml
Cap085.xhtml
Cap086.xhtml
Cap087.xhtml
Cap088.xhtml
Cap089.xhtml
Cap090.xhtml
Cap091.xhtml
Cap092.xhtml
Cap093.xhtml
Cap094.xhtml
Cap095.xhtml
Cap096.xhtml
Cap097.xhtml
Cap098.xhtml
Cap099.xhtml
Cap100.xhtml
Cap101.xhtml
Cap102.xhtml
Cap103.xhtml
Cap104.xhtml
Cap105.xhtml
Cap106.xhtml
Cap107.xhtml
Cap108.xhtml
Cap109.xhtml
Cap110.xhtml
Cap111.xhtml
Cap112.xhtml
Cap113.xhtml
Cap114.xhtml
Cap115.xhtml
Cap116.xhtml
Cap117.xhtml
Cap118.xhtml
Cap119.xhtml
Cap120.xhtml
Cap121.xhtml
Cap122.xhtml
Cap123.xhtml
Agradecimientos.xhtml