¿Por qué ser buena?
Esta sucedió en el cine.
El primer gran palacio cinematográfico estilo Art Decó fue el Pantages de Hollywood. Construido en 1930 en la intersección de Hollywood Boulevard con Vine Street, había sido diseñado por el inspirado arquitecto teatral B. Marcus Priteca. Hoy en día continúa abierto; se utiliza sobre todo para representaciones de compañías musicales de Broadway. Nueve años antes de su inauguración, Priteca había diseñado otro teatro para el magnate capitalista Alexander Pantages; era un hermoso edificio en un estilo ecléctico Fin de Siglo situado en la esquina de Córner Hill con 7th Street, en pleno centro de Los Angeles.
Fue en esta sala donde la fatídica tarde del 9 de agosto de 1929 una rolliza adolescente, con un corto vestido rojo, salió de pronto gritando del cuarto de limpieza situado en el entresuelo. El público pudo oír claramente su ataque histérico por encima de la banda musical del largometraje.
Un empleado se precipitó hacia el lugar del escándalo; la chica se desplomó en brazos del joven.
—¡Allí está la Bestia! —jadeaba—. ¡El Gran Dios Pan! ¡No dejéis que me agarre!
Señalaba en dirección a un hombre maduro, de pelo plateado, que daba tumbos en el despacho adyacente al cuarto de las escobas. Era el jefe: Pantages en persona. De inmediato llamaron a un agente de tráfico que estaba por allí. Pantages acusó:
—¡Miente! ¡Está tramando algo contra mí!
Así empezó un caso que no sólo acabaría en varios juicios sensacionales propios de Hollywood, sino que además sentaría precedentes legales que más tarde servirán para dirimir futuras querellas por violación.