Poco después de ser elegido gobernador de California, no vaciló en cesar a dos de sus colaboradores de Sacramento al enterarse de que eran gays. Reagan considera la homosexualidad como «un trágico mal», que debería permanecer fuera de la ley. «La Biblia nos dice», confió una vez al escritor Robert Scheer, «que a los ojos del Señor es abominable». A los ojos de muchos californianos su carrera como gobernador lo fue aún más.
Al poco tiempo de asumir sus funciones de amo de la Casa Blanca, decidió quitar el retrato de Harry Truman, colocar en su lugar uno de Calvin Coolidge y, en cuanto se lo permitían los asuntos de Estado, invitar a sus amiguetes de la antigua pandilla de Hollywood a que se dejaran caer para probar la comida comprada que servía Nancy. Entre los pocos y marchitos elegidos estaban Charlton «Moisés» Heston, Jimmy Stewart, la entusiasta estirada anti-roja Ginger Rogers, Shirley Temple y Claudette «Cleopatra» Colbert, de quien se cuenta que fue una de las primeras en aconsejar a Reagan que invadiera Granada (pues no la ilusionaba en exceso la perspectiva de tener una isla llena de rojos tan cerca de su palaciega finca de Barbados). Cuando llama el presidente Ronnie, las viejas glorias del glamour acuden corriendo: el ex-demócrata Frank Sinatra, Audrey Hepburn o ese imperecedero pilar de la reacción llamado Bob Hope, el de la nariz en forma de esquí. (Cierta anciana y piadosa estrella desató una vez un pequeño alboroto; el tubo colónico de metal, que llevaba oculto en los pliegues del vestido, puso en marcha las alarmas de seguridad). Lo que ocurre en estas reuniones se parece un poco al último volumen de El tiempo recobrado de Proust, en el cual todas las atractivas criaturas que había encontrado antes en sus gloriosos días de juventud vuelven a reunirse en una fiesta… pero transformadas por el tiempo en gárgolas irreconocibles.
«Reagan me preocupa muchísimo. Pienso que nos estamos precipitando hacia una catástrofe… Cada vez que escucho un discurso de él me dan ganas de vomitar».
Henry Fonda, «Playboy», diciembre de 1981