9 ¿Para cuándo mi buen karma?
Depende de lo obsesionado que estés. En primer lugar, tu karma positivo, es decir, las consecuencias positivas de tus actos, llegarán a ti siempre que sepas verlas. Por eso antes hemos hecho el ejercicio de agradecimiento, porque por norma general tendemos a no ser conscientes de las bendiciones: las cosas positivas que nos ocurren cada día. El problema es que damos por sentadas las cosas positivas que tenemos y de las que disfrutamos cotidianamente. Es difícil que puedas disfrutar realmente de algo si no eres consciente de que lo tienes. Además, tendemos a olvidar enseguida cualquier cosa buena que nos ocurra. En cambio, cuando nos ocurre algo que no deseamos o que no nos parece conveniente, le damos vueltas y más vueltas, criticando, quejándonos, revolcándonos en el dolor o en la inconveniencia.
Que esto quede muy claro: si siempre te quejas de las cosas que son negativas —o que tú crees que son negativas—, no estás mirando con ilusión y una sonrisa el futuro que pretendes crear: tienes el cerebro ocupado constantemente por lo negativo. Suele pasar que, si estamos viendo la tele, por ejemplo, y el programa que ofrecen nos parece malo o tiene un contenido que nos hiere o disgusta, tenemos el poder de apretar un botón y cambiar de canal o apagar el televisor. Sustituir rápidamente los que no nos gusta por algo que nos gusta es un ejercicio que parece absurdamente simple, pero que practicamos poco. Además, tampoco estás valorando —y esto es injusto—, lo positivo que te ocurre a diario.
Por este motivo debemos esperar con seguridad que todo aquello que hacemos con una intención positiva y plena consciencia nos va a aportar beneficios y un estado de mayor felicidad, prosperidad, abundancia, amor, salud, etcétera.
Recuerdo a un querido amigo que hace mucho tiempo que no veo, David. Él es mago de profesión, prestidigitador, y hace unos maravillosos trucos de magia que pueden dejarte impresionado. Recuerdo muy bien que yo me creía excesivamente inteligente como para caer en sus trucos. Él me dijo: «Lo voy a intentar, aunque es posible que realmente seas demasiado inteligente para mí. En mi mano derecha va a aparecer una moneda de dos euros. Esta me la envía el universo para ti, con la intención de invitarte a un café. Ahí es nada —decía mi amigo David—, el universo te invita a un café. SOBRE TODO NO DEJES DE MIRAR MI MANO DERECHA PARA ASEGURARTE QUE NO HAGO TRAMPAS».
Bien, lo que ocurrió a continuación fue que, mientras hablábamos, él me enseñaba sus manos limpias y abiertas, además de recogerse las mangas para que no pensara que escondía la moneda en ellas. Entonces me preguntó si yo creía que el universo realmente tenía motivos para invitarme a un café. «No —contesté yo—, creo que no siempre hago las cosas correctamente; a veces me enfado y me siento después muy turbado por dejarme llevar por la ira. A veces no sé si expreso mis deseos con la seguridad y la intención positiva suficientes. En realidad, creo que, en muchas ocasiones, estoy pensando tanto en lo que le pido al universo que me vuelvo obsesivo y...» Él apoyó su mano derecha en mi hombro y me decía que me comprendía mientras yo hablaba. Yo seguía hablando, y él me miraba fijamente a los ojos.
«Quiero que entiendas algo —me dijo—, el poder de la atracción no tiene límites y no puedes quedarte esperando sin más el resultado.» Entonces me acarició la cabeza en un gesto de amistad con su mano izquierda y puso ante mí una moneda de dos euros. Yo reí. En primer lugar, estaba impresionado porque realmente no sabía de dónde había podido sacar la moneda: ¡Yo había estado vigilando sus manos constantemente! Por otro lado, la moneda no apareció en su mano derecha, sino en la izquierda. Entonces se lo hice notar y le dije que así era muy sencillo: había desviado mi atención hacia su mano derecha cuando pensaba hacerme el truco con la izquierda. Él reía a la vez que me decía: «Insensato, la moneda vale dos euros, has conseguido un café convidado por el universo, ¡y solo eres capaz de ver problemas! En primer lugar, no podemos controlar y menos aún ordenar cómo queremos que el universo se manifieste. En segundo lugar, si no retiras la mirada, la atención de la mano, ¿cómo quieres que se manifieste?».
Tenía razón, mi lógica me saboteaba. Constantemente estaba preocupado e impaciente, mirando la mano derecha de mi amigo esperando ver materializarse la moneda. Físicamente es muy improbable que un objeto concreto aparezca de la nada ante nuestra atenta mirada. No obstante, aparecen cosas increíbles en cuanto la desviamos. Por otro lado, esperamos las cosas de una determinada manera, así que, en muchas ocasiones, cuando aparecen de otra, sencillamente le restamos valor. Qué desafortunado...
«Deja espacio para que la magia ocurra.» Este fue el consejo de mi amigo David. La mente debe estar distraída en otros menesteres cuando ya hemos pedido lo que deseábamos. Cuando hemos efectuado una acción positiva, no debemos sentarnos a esperar el pago inmediato y concreto de esa acción. Por el contrario, debemos poner nuestra mente a trabajar en otra cosa, en otra buena acción e intención. Las bendiciones llegarán, seguro, aunque tal vez no por el conducto que esperamos ni de la forma exacta que imaginábamos. Es posible que, si prestamos atención a nuestras bendiciones, acabemos por descubrir que, aunque inesperadas, las bendiciones suelen llegar de la forma que más nos conviene.
«Dar sin esperar a recibir.» Normalmente, todos entendemos, al leer esta frase, que hay que dar con generosidad y desapego, entendiendo que no necesariamente vamos a recibir algo. En realidad yo la leería mejor así: «Dar sin esperar a recibir». Demos: demos constantemente, seamos generosos. Que nuestro aliento sea una brisa de bendiciones para todos. No esperemos, no, no nos sentemos a esperar, sigamos dando porque recibiremos mientras sigamos en nuestra acción de Dar.
Por eso debemos confeccionar cada día una lista de agradecimientos, así seremos conscientes de todas las bendiciones que disfrutamos, ayudándonos a fomentar un estado mental positivo, que es el apropiado para atraer lo que queremos.
También debemos decidir evitar la negatividad, la programación venenosa a la cual somos sometidos si damos entrada en nuestra vida a comentarios negativos, tragedia y críticas. Debemos reprogramarnos con pensamientos positivos y agradables que nos estimulen.
Traer al consciente lo que es inconsciente, estando presentes en cada acción que emprendemos y haciéndolo con una intención positiva y generosa. Gobernando con riendas nuestra mente, y no permitiendo que un caballo desbocado gobierne nuestra vida, llevándonos al caos, la confusión y, desde luego, lo más lejos posible del destino, objetivo, reto o meta que queríamos alcanzar.
Abrir nuestra mente y dejar que la magia ocurra. No quedarnos esperando recibir tras haber dado, sino seguir dando.
Quiero aportarte algo más que palabras. Deseo transmitirte unos sencillos ejercicios que nos permitan acercarnos al estado deseado. Sencillas técnicas que nos ayudan. Mientras, puedes decidir si asistir a algún curso de desarrollo personal o solicitar la guía de un psicólogo.
Con el objetivo de proporcionarte material útil, describiré algunos ejercicios que puedan serte de utilidad, como lo han sido para miles de personas.
Ejercicio: del STOP
Este ejercicio facilita que la mente esté concentrada en un punto y al mismo tiempo extendida a todo el entorno. Practicarlo nos proporciona un conocimiento de nosotros mismos con respecto al otro y el dominio del espacio entre ambos. A la hora de la práctica debemos experimentarlo con intensidad, de forma que en el momento del encuentro con el otro gocemos de más perspectiva, dominio y control sobre las circunstancias.
• Al contrario que otros ejercicios en los que es necesaria la relajación, el ejercicio del STOP se debe realizar en un estado de actividad y aprovechando los instantes en los que podemos estar desprevenidos.
• Un agente externo, es decir, algo fuera de nosotros, es el encargado de emitir la señal de STOP, que nos indicará que debemos quedarnos absolutamente inmóviles, en la postura que tengamos en ese momento. Intentaremos estar quietos y no mover ningún músculo, ni siquiera pestañear. Podemos emplear nuestro propio reloj (o el teléfono móvil), que a unas horas programadas con antelación, hará sonar la alarma y nos dará el STOP.
• El ejercicio debe hacerse durante 5-10 minutos al día. Podemos programar el STOP de dos formas: o bien para que la señal se active de manera imprevista entre 5 y 10 veces al día haciendo el ejercicio durante 1 minuto, o bien programarnos un momento determinado y hacer el ejercicio durante 5 ó 10 minutos.
• Puedes alternar entre hacerlo de una manera y de la otra, de modo que tu cerebro se acostumbre a trabajar de distintas maneras.
Si mantenemos la atención observaremos de dónde surgen las posturas que adoptamos, así como cuáles son las sensaciones, los pensamientos e incluso los sentimientos que las acompañan. Esto nos lleva a una mayor conciencia de nosotros mismos, mayor sensibilidad sensorial tanto personal como del espacio, y capacidad para responder a estímulos impredecibles de inmediato.
También resultaría aconsejable que escribieras tus sensaciones en el momento en que realizas el ejercicio del STOP.