5 Tu guía interior
Es probable que hayas sentido en muchas ocasiones cierta impresión de bloqueo, de desorientación. Tal vez hayas vivido situaciones en las que necesitabas ser encaminado y buscabas una respuesta que te permitiera saber hacia dónde dirigir tus pasos o qué decisión tomar.
Independientemente de tus creencias religiosas o tu postura filosófica, hay un sistema que funciona bien a muchas personas en momentos de necesidad.
Podemos llamarlo «el guía interior», «ángel de la guarda» o «guía divina», incluso tal vez prefieras llamarlo «subconsciente».
Ejercicio
Repite los procesos de los «Quince minutos» y tal vez desees hacerlo en tu propia «Sala Especial».
Formúlate una pregunta que necesites responder cuando hayas entrado en una relajación profunda. Una vez hecha la pregunta, repasa las estanterías de libros y busca aquel que te llame más la atención. Es posible que brille o que destaque por algún fenómeno especial o, tal vez, su título sea el que te llame; no importa, tómalo en tus manos.
Ahora, con la pregunta en mente, abre el libro y empieza a pasar sus hojas, cada una de ellas te dará una respuesta. No debes tratar de buscar la «lógica» al mensaje, sino estar receptivo a las emociones que te transmite.
Puedes utilizar este ejercicio constantemente, para resolver dudas concretas o sencillamente para comunicarte con tu «parte divina».
También puedes crear una claraboya en el techo de tu Sala Especial. Una bóveda transparente que te permita ver las estrellas. Imagínate un sillón muy cómodo y siéntate en él. Recuerda tener los dos pies en el suelo y las manos descansando sobre los muslos con las palmas hacia arriba. Mira hacia la cúpula transparente que te permite observar el cielo y las estrellas. Ahora, cuando te sientas muy relajado, imagina que un rayo de luz brillante entra por la cúpula e incide directamente sobre ti, bañándote con su resplandor. Dicho resplandor te purifica, te calma y sientes una presencia viva que no te juzga: es puro amor.
Haz tu pregunta o preguntas, di lo que hayas de decir y déjate llevar por la emoción de estar en conexión con el universo. Espera un tiempo prudencial para que llegue, tal vez, una respuesta a tu pregunta: puedes exponer cualquier asunto.
Es posible que tu cuerpo se comunique mediante un pequeño tirón en uno de tus dedos. Por ejemplo, un pequeño tirón en tu dedo índice derecho puede ser un sí; un no puede llegar mediante un tirón o una pequeña sacudida involuntaria en tu dedo índice izquierdo. Puede que la respuesta se manifieste en cualquier dedo: asegúrate de decidir, antes de realizar la pregunta, qué dedo es el del sí y cuál es el del no.
Estas son las llamadas señales ideomotoras, y provienen de tu subconsciente, que es como una biblioteca llena de sabiduría, aunque desordenada. En esa biblioteca se hallan todas las respuestas que, probablemente, podemos necesitar. Si lo prefieres o así lo crees, puedes pensar que el subconsciente es la parte de nuestro cerebro conectada a Dios, y mediante la que Él puede comunicarse contigo debido a que en ella no existe el juicio crítico. O, tal vez, puedes pensar que el subconsciente es una parte especialmente sensible en la que no existen barreras para conectar con aquello en lo que crees: el camino para que una inteligencia superior pueda comunicarse contigo.
Sea como fuere, lo que importa es que tienes todo ese potencial a tu servicio. Como tú quieras llamarlo o explicarlo, es parte de tu libertad para pensar y creer en lo que prefieras.
Como nota, te diré que, aunque las señales ideomotoras suelen aparecer siempre, en ocasiones no lo hacen, y eso debe alertarnos, ya que posiblemente las señales que esperamos aparezcan en nuestra vida cotidiana. Debes estar atento.