FÁBULA XXX

El Erudito y el Ratón

(Hay casos en que es necesaria la crítica severa.)

En el cuarto de un célebre Erudito

se hospedaba un Ratón, ¡ratón maldito!

que no se alimentaba de otra cosa

que de roerle siempre verso y prosa.

Ni de un gatazo el vigilante celo5

pudo llegarle al pelo,

ni extrañas invenciones

de varias e ingeniosas ratoneras,

o el rejalgar en dulces confecciones,

curar lograron su incesante anhelo10

de registrar las doctas papeleras,

y acribillar las páginas enteras.

Quiso luego la trampa

que el perseguido autor diese a la estampa

sus obras de elocuencia y poesía;15

y aquel bicho travieso,

si antes lo manuscrito le roía,

mucho mejor roía ya lo impreso.

«¡Qué desgracia la mía!

(el literato exclama): ya estoy harto20

de escribir para gente roedora;

y por no verme en esto, desde ahora

papel blanco no más habrá en mi cuarto.

Yo haré que este desorden se corrija…»

pero sí; la traidora Sabandija,25

tan hecha a malas mañas, igualmente

en el blanco papel hincaba el diente.

El Autor, aburrido,

echa en la tinta dósis competente

de solimán molido:30

escribe (yo no sé si en prosa o verso):

devora, pues, el animal perverso,

y revienta por fin… «¡Feliz receta!

(dijo entonces el crítico poeta):

quien tanto roe, mire no le escriba35

con un poco de tinta corrosiva.»

Bien hace quien su crítica modera;

pero usarla conviene más severa

contra censura injusta y ofensiva,

cuando no hablar con sincero denuedo40

poca razón arguye, o mucho miedo.