FÁBULA XLVIII

El Ruiseñor y el Gorrión

(Nadie crea saber tanto, que no tenga más que aprender.)

Siguiendo el son del organillo un día,

tomaba el ruiseñor lección de canto,

y a la jaula llegándose entre tanto

el Gorrión parlero, así decía:

«¡Cuánto me maravillo5

de ver que de ese modo

un pájaro tan diestro

a un discípulo tiene por maestro!

Porque al fin lo que sabe el organillo

a ti lo debe todo.»10

—«A pesar de eso (el Ruiseñor replica),

si él aprendió de mí, yo de él aprendo.

A imitar mis caprichos él se aplica:

yo los voy corrigiendo

con arreglarme al arte que él enseña;15

y así pronto verás lo que adelanta

un Ruiseñor que con escuela canta.»

¿De aprender se desdeña

el literato grave?

pues más debe estudiar el que más sabe.20