Agradecimientos

El epílogo de la novela es en sí mismo un agradecimiento a quienes han participado en su génesis. No he encontrado una manera mejor de reconocer su entusiasmo que darles un papel en la novela: así, José M.ª de la Osa, Diego Carasusán y Blanca Aldanondo se parecen mucho a José de Tolosa, a Diego de Ablitas y a la Blanca pintora, respectivamente. Los tres, junto con Ana Carmen Martínez, leyeron la primera versión impresa de la novela y aportaron sus notas, comentarios y sugerencias.

La primera en leer el manuscrito fue, sin embargo, mi esposa, a quien debo agradecer la carga que asume para suplir mis ausencias, y también sus consejos. Sin ella esta novela no hubiera sido posible.

A todos aquellos que me han facilitado la labor de documentación, en particular a Luis Durán, presidente de la Asociación de Amigos de la Catedral; a Bibiano Esparza, el deán, y a Miguel Ángel, el sacristán, por las facilidades para visitar el templo en todos sus rincones incluso antes del amanecer; a Amaya Zardoya y a Delia Blázquez, las estupendas guías del Museo de Tudela y de la catedral, por su información histórica y por las arriesgadas visitas a los subterráneos; a las responsables de la biblioteca y archivo municipales por su paciencia y su confianza a la hora de facilitarme material bibliográfico; a Luis M.ª Marín Royo por poner a mi disposición todo su conocimiento sobre la ciudad medieval que sirve de escenario a esta novela; a M.ª Luisa Melero (Q.E.P.D.) por el impagable trabajo de toda una vida sobre la catedral de Tudela; a Manuel Sagastibelza y Mikel Zuza por lo mucho que saben y lo que generosamente comparten sobre la época en la que transcurre la novela; y de manera especial a Luis Javier Fortún, autor de la monografía sobre Sancho VII el Fuerte publicada por Ed. Mintzoa, de la que he bebido de manera continuada.

A Verónica, mi editora de siempre en Ediciones B, y a Lucía, mi nueva editora en esta etapa que se inicia dentro de Penguin Random House, por la confianza que siempre han depositado en mí al apostar por mi trabajo cuando solo es un paquete de folios en blanco. A Isabel Bou-Bayona por sus acertadas aportaciones en la fase de edición. A Antonia Kerrigan, mi agente literaria, por sus consejos profesionales y su orientación.

A los excelentes profesionales de nuestra Sanidad Pública que han hecho posible que, a pesar de todo, hoy pueda seguir escribiendo.

Y, sobre todo, a mis lectores, los verdaderos artífices de este milagro que es para mí poder presentar ante vosotros la que es mi sexta novela.