ánimo, detective, seguro que lo acabará encontrando
ánimo, detective, seguro que lo acabará encontrando
Emiliano Pinto es un cliente habitual del bar de la Pepi: tiene alrededor de cincuenta años: apareció por el barrio hace cosa de ocho meses y en ese tiempo se ha hecho amigo de todo el mundo: dicen que es un hombre (muy atento: muy culto: de esos que generan confianza) que tiene el don de saber escuchar: pero se equivocan: su verdadero don no es escuchar, sino hacer que la gente hable: que hable de sí misma: que hablen y hablen hasta que digan aquello que no debieron decir. Max Luminaria se siente satisfecho: está sentado (a oscuras) en el sofá de su casa (piso bajo) y no puede dejar de pensar en lo que acaba de hacer: (decididamente) el poder mental sobre la víctima es mucho más importante que el poder físico: es algo que le intenta explicar por enésima vez el detective Casimiro Balcells al comisario Íñigo Santacruz: mire: no pierda el tiempo intentando averiguar si ese Rodrigo Mondelo es el Asesino de la Moneda: ya le digo yo que no lo es: el comisario pregunta: entonces ¿quién coño es?: el detective (se ríe: no se sabe si se ríe de la incapacidad de su superior o si se trata de una risa de admiración hacia el Asesino de la Moneda) dice: es su última víctima: en este caso no la mató con sus manos, sino que la convenció para que ella misma se matase: y eso (para retarnos) en el barrio del canódromo, donde más cámaras hemos instalado: el comisario pregunta: ¿qué se supone que nos está diciendo?: responde el detective: nos está diciendo que somos unos imbéciles y que está a años luz de nosotros: y lo peor de todo es que tiene razón. Sí, la gente habla con la gente: la gente tiene ganas de hablar y tiene ganas de que la escuchen: la gente (hablando) a veces se desahoga y a veces se siente importante: Emiliano Pinto (acodado en la barra del bar y como si nada) primero hace que a la gente se le suelte la lengua y después escucha atentamente: la gente acaba diciendo dónde vive: con quién vive: dónde trabaja: a qué hora llega y a qué hora sale de casa: adónde, cuándo y por cuánto tiempo se va de vacaciones: qué enfermedades tiene: cuánto gana al mes: qué cosas de valor guarda en casa. El Verraco reunió a sus comandantes en las Casas Prefabricadas y los informó de que (además de la heroína) a partir de ahora también iban a distribuir cocaína: a todos les pareció una buena noticia: habría más dinero para todos. Cetme: fusil de asalto del ejército español: dota al soldado de movilidad, precisión y alcance y potencia de fuego: recámara con cartucho 7,62/51 (adoptado por la OTAN): modelos capaces de disparar dos cartuchos: cambio de muelle recuperador y ángulo del portapercutor en la cabeza del cerrojo: cocadas apagallamas capaces de lanzar granadas: culatín ergonómico y bípode: arma de obligatoria uniformidad en los tres ejércitos de España: la empresa alemana Heckler & Koch lo comercializa bajo la marca G-3. Correo de Carabanchel publica la noticia de que unos ladrones (casi siempre yonquis o expresidiarios) saltaron de madrugada la tapia de la iglesia, treparon por la fachada y entraron (para robarle: para que les diera, a punta de cuchillo, todo lo que la iglesia tuviera de valor) en las dependencias del padre Manuel. Emiliano Pinto (al cabo de diez u once meses: no necesita más) se conoce la vida de muchos vecinos de Carabanchel: su siguiente tarea es más delicada: consiste en entrar en los edificios e ir dejando mensajes cifrados al lado de las puertas: se inventó un sistema de símbolos que resumía lo más importante de cada vecino: una luna es que el inquilino trabaja por la noche: una rueda es que trabaja en la carretera: un perro es que hay un perro dentro: un aspa es que hay que olvidarse de ese piso: un número mayor de cuatro es que allí dentro vive demasiada gente: un corazón es que vive una pareja joven: un reloj es que no tiene horarios regulares. El sol caía sobre el cementerio de Carabanchel: no corría el viento y los pájaros se habían puesto a cantar una melodía extrañamente triste: el entierro del señor Mondelo se llevó a cabo en absoluto silencio: habían acudido todos los clientes habituales del bar de la Pepi: el único que lloraba (sin embargo) era el mulato Samuel: por allí también estaba el detective Casimiro Balcells: se mantenía un poco apartado y observaba desde lejos: cuando todos comenzaban a irse, se acercó al doctor Maximiliano Luminaria y le dijo: ¿usted también conocía al señor Mondelo?: el doctor Maximiliano Luminaria le respondió que lo conocía del bar de la Pepi, como todos los demás que habían acudido al entierro: le dijo también que tenían a su mujer en el hospital, en coma desde hacía semanas, debatiéndose entre despertarse como un vegetal o morirse definitivamente: hubo una pausa: siguió hablando el doctor: dígame una cosa, detective: ¿el pobre Mondelo se suicidó o fue víctima del Asesino de la Moneda?: el detective Casimiro Balcells se miró las puntas de sus zapatos: las dos cosas: ese hijo de puta lo convenció para que se pegara un tiro en el corazón: tosió: luego dijo: para ese tipo de asesinos en serie el poder psicológico sobre la víctima a veces es más importante que el poder físico: comenzaron a caminar hacia la salida del cementerio: dijo el doctor: ¿algo nuevo en la investigación?: el detective tardó en contestar: parecía que estuviera midiendo bien las palabras: bueno, sabemos que el señor Mondelo estuvo tres días fuera de casa: por el barrio tampoco lo vio nadie: suponemos que durante ese tiempo estuvo en compañía del Asesino de la Moneda: el doctor movió la cabeza lenta y afirmativamente: ¿alguna pista?, ¿algún testigo que los viera juntos?: no: se despidieron en la boca del metro: dijo el doctor: ánimo, detective, seguro que lo acabará encontrando.