bla, bla, bla

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Oiga. ¿Qué? ¿Quién es el Verraco? Marcelo Saravia (aterido de frío y con muy pocos duros en el bolsillo) caminaba sin rumbo por las calles de Carabanchel: el hambre se le clavaba en el estómago y de repente empezó a echar de menos la cárcel: miraba las montañas de mendigos que se agrupaban como piojos en los calientes respiraderos del metro y pensó que muy pronto (un día, dos días) estaría allí con ellos (y sería uno de ellos): se dirigió a la iglesia: había más mendigos en las escaleras: no le dejaron que se sentara con ellos: uno incluso amenazó con quitarle la maleta que llevaba: estaba helado: le dolía el pecho cuando tosía: no sabía adónde ir: una extraña inercia lo llevó a la estación de ferrocarril. La heroína que se vende en la calle puede tener sustancias adi(c)tivas que no se disuelven con facilidad y que pueden obstruir los vasos sanguíneos que van a los pulmones, al hígado o al corazón. Félix (hemiplejia: abierto de cinco de la mañana a dos y media de la tarde: agosto cerrado), el quiosquero, arrastra de debajo del mostrador una caja enorme y (después de abrirla) se pone a buscar uno de los álbumes de fotografías: (mientras lo encuentra) le dice al detective Casimiro Balcells que todos los días a la misma hora (las doce del mediodía) hace una fotografía desde el quiosco: el detective (los brazos cruzados: observando) no dice nada: el quiosquero Félix pone un álbum encima de un montón de periódicos y le enseña una fotografía de hace tres años, concretamente del 11 de febrero del 2000 (justo el día de la desaparición de una de las niñas de Carabanchel). Oiga. ¿Qué? ¿Y qué había en esa fotografía? Ya se lo diré después. Algunas mujeres del barrio de Carabanchel, a eso de las siete de la tarde (cuatro y media de la tarde los sábados y los domingos) se quedan solas en casa porque es precisamente a esas horas cuando (en el bar de la Pepi) empiezan las partidas de mus: primero comenzaron jugándose la consumición (el carajillo: el coñac: el anís: los cubatas: a veces la consumición era una verdadera fortuna) y acabaron jugándose dinero: antes de repartir las cartas hay que dejar la tela encima de la mesa: la pareja que gana se lleva toda la apuesta (no están obligados a pagar la consumición de los demás): hay un pequeño problema: al mus nadie quiere jugar con el señor Mondelo: ni de pareja ni de contrincante. ¿Por qué? No ha conseguido aprender lo más difícil: saber ganar con dignidad: le encanta emborracharse y humillar a la pareja contraria (hay quien se pica y pierde los nervios): el señor Mondelo (perdiendo al mus) ha llegado a las manos en más de cuatro ocasiones: Mondelo: ¿qué?: ¿tienes pareja para jugar al mus?: todavía no, pero ya la encontraré. Síndrome de abstinencia de la heroína: coloquialmente llamado mono: moqueo, lagrimeo, rinorrea, calambres, dolores musculares y de articulaciones: síntomas semejantes a una gripe: ansiedad, diarrea, vómitos: convulsiones, alucinaciones. Antonio Trigo entra en el bar de la Pepi y se sienta al final de la barra: se pide una cerveza y ve la televisión (tiene el volumen apagado): nadie lo saluda: Antonio: ¿qué?: ¿por qué no te saluda nadie?: Antonio intenta entablar conversación con un desconocido (alguien que está de paso por el barrio y que se metió en el bar de la Pepi a tomarse un café y fumarse un cigarrillo): el hombre desconocido lo mira a los ojos, le mira el pelo (el peinado), mira cómo va vestido y entonces se levanta y se sienta tres taburetes más allá. Casimiro Balcells deja de mirar las fotografías de las víctimas (pinchadas con chinchetas en el corcho) y echa un vistazo al informe que tiene encima de la mesa de su despacho: perfil del Asesino de la Moneda: varón: diestro: entre veintitrés y cincuenta años: fuerte: encanto personal que infunde confianza: alto nivel cultural: alto nivel socioeconómico: posible residencia en el barrio de Carabanchel: habilidad con el arma blanca: conocimientos avanzados de anatomía humana: inteligente: obsesivo: minucioso: bla, bla, bla: el detective Casimiro Balcells da un manotazo a la carpeta del informe y la tira al suelo: dice: esta mierda no sirve para nada. Marcelo Saravia pasó la noche en un banco de la estación de ferrocarril de Carabanchel: se despertó (le sobresaltó la voz de la megafonía) a las 4.45 de la mañana: caminó hacia los lavabos: estaban asquerosos, pero al menos tenían agua caliente y jabón: se lavó, sobre todo, los sobacos y el culo y volvió a salir: buscó en las papeleras algo de comer: le daba vergüenza (todavía) cuando la gente lo miraba. La metadona es un medicamento opiáceo sintético que neutraliza el efecto de la heroína durante veinticuatro horas: debe recetarse en cantidades muy altas para aquellas personas que sean adictas: el LAAM es otro fármaco opiáceo que es capaz de bloquear el efecto de la heroína hasta setenta y dos horas: la naloxona se usa en casos de dosis excesivas: la naltrexona obstruye los efectos de la morfina. El detective Casimiro Balcells está harto de repetírselo al comisario (pero se lo dice una vez más): así jamás conseguiremos detener al Asesino de la Moneda: o lo detendremos dentro de otros diez años, cuando haya matado a otras treinta personas: y añade: no podemos permanecer de brazos cruzados (es decir, haciendo informes y perfiles) y esperar a que cometa un fallo o a que alguien sobreviva (o lo vea) y nos facilite su descripción: el detective Casimiro Balcells enciende un cigarrillo: ese hijo de puta ha cometido treinta y tres crímenes perfectos: a lo mejor deberíamos dejar de tratarlo como a un asesino y empezar a considerarlo un artista: porque (aceptémoslo) cada cadáver que nos deja es una puta obra de arte: no sé si me entiende: fuma: ¿ha conocido usted alguna vez a algún artista?: pues yo sí: y le puedo asegurar que esos cabrones están hechos de otra pasta: el comisario se levanta de la silla y señala al suelo: dice: recoja la carpeta del informe y continúe con su investigación. Eran las ocho de la tarde (o de la noche) cuando Antonio Trigo salió del bar de la Pepi y caminó lentamente hacia su casa: en el portal lo estaban esperando dos adolescentes: uno le echó un chorro de alcohol en la cara y el otro le prendió fuego: Antonio se tiró al suelo y empezó a revolcarse y a chillar: los dos adolescentes (antes de salir corriendo) le vaciaron en la cabeza todo el bote de alcohol y le dieron (lo más fuerte que pudieron) varias patadas en la tripa. Oiga. ¿Qué? ¿Y por qué le hicieron eso? Por maricón. ¿Seguro? Segurísimo, ¿no ve usted que ni siquiera le robaron? David (mientras mea) se queda mirando la fotografía del avión que está colgada de la pared del lavabo: luego sale a la calle: apoya la espalda en la pared y se queda mirando el cielo: se queda mirando (en realidad) esos aviones que pasan y que van dejando tras de sí una estela blanca que tarda mucho tiempo (a veces horas enteras) en desvanecerse. Sublingual: la heroína se mezcla con otras sustancias y se disuelve: efectos muy intensos: inhalada: se quema y se aspira: fumada: mezclada directamente con el tabaco: oral: en su forma pura o en solución acuosa de 30-40% de alcohol: cutánea: mediante incisión superficial en la piel: con este método son características las cicatrices queloides: rectal o vaginal: administrada junto a supositorios: intravenosa: la heroína se disuelve en agua y se hierve para su esterilización (y mejor disolución): la heroína se introduce en las venas superficiales de las extremidades (en realidad se puede introducir en cualquiera de las venas del cuerpo). En la fotografía aparecía una furgoneta de color rojo: el quiosquero Félix le dijo al detective Casimiro Balcells que vio esa furgoneta tres o cuatro días seguidos a la misma hora y que después (coincidiendo con la desaparición de una de las niñas) no la volvió a ver nunca más: Casimiro Balcells sacó la fotografía del álbum y se la guardó en el bolsillo. El pequeño Jaime llega a su casa (de la mano de su padre: no te sueltes, hijo) y se encierra en su habitación: se sienta encima de la cama, baja las persianas, enciende la luz y se pone a leer (Lou Carrigan, por supuesto): Jaime: ¿qué?: ¿por qué bajas las persianas para ponerte a leer?: Jaime todavía es muy joven para responder a esa pregunta: Jaime todavía tiene muy poquitos años para ser capaz de decir que solamente la lectura y el aislamiento le permiten imaginarse que no vive en ese puto barrio (a su padre le habría gustado que su hijo no viera ciertas cosas que se ven en la calle, pero qué se le va a hacer). Max Luminaria (la hija menor de su paciente se llama Pía) se toma un café en uno de los bares de la plaza de Carabanchel: está sentado al lado de la cristalera: desde allí se ve perfectamente la entrada del colegio Leopoldo García Panero: son las 16.45: las puertas se abren y los alumnos van saliendo: al cabo de media hora la entrada del colegio vuelve a quedarse vacía: Pía no ha salido: hoy es jueves: (los jueves) Pía tiene clases de piano: Max Luminaria se pide otro café y sigue esperando: al cabo de dos horas se abre otra vez la puerta del colegio y salen las chicas del curso de piano: las hay de todas las edades: probablemente, Pía sea la más pequeña: sus padres no vienen a recogerla: parece que una de las chicas más mayores se encarga de acompañarla/llevarla a casa: Max Luminaria deja el dinero encima de la mesa y sale del bar: atraviesa la plaza y sigue a las dos niñas: las pobres no tienen cuidado (son tan jóvenes): pasan por calles por las que no pasaría nadie que fuera del barrio: Max se siente un poco decepcionado: ¿por qué me lo ponen tan fácil? (piensa).

Te quiero porque me das de comer
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