la muerte, a veces, puede ser bellísima

la muerte, a veces, puede ser bellísima

En el gimnasio Siglo se trabaja duro: es un modesto gimnasio de barrio bajo y allí no va la gente ni a hablar ni a pasar el rato (de hecho, ya es raro que permitan la entrada a las mujeres): en el gimnasio Siglo huele a hombre y se escucha el chirrido de las máquinas y los resoplidos de esfuerzo (a veces los resoplidos son auténticos gritos de dolor): el señor Bodiroga (encima de su silla de ruedas) se pasea entre colchonetas sudadas, entre discos y mancuernas tirados por el suelo: se detiene delante del Pirata: lleva un pañuelo en la cabeza, un parche negro sobre su ojo vacío, es corto de estatura, gasta una piel como de moro y dos patillas enormes que le gotean de sudor: se está preparando para el Campeonato de Madrid: dicen que debería ser la sensación: el señor Bodiroga le repite una y otra vez que no le vale otro puesto que no sea el de campeón. Oiga. ¿Qué? ¿Y los tres amigos esos que cazan gatos no cazan también ratas? Sí, lo que pasa es que la caza de la rata es una disciplina más delicada y quizás también más peligrosa: para empezar hay que elegir una rata mediana (las ratas pequeñas se escabullen a gran velocidad y las ratas grandes te plantan cara y pueden saltar sobre ti): la técnica es correr detrás de una de ellas (uno o dos metros) y matarla de una patada en el cuello: lo que suele pasar es que se apunta mal (la rata es un animal muy veloz) y se la mata de una patada en la tripa, y entonces la rata se revienta y te llena el pie de intestinos y de otras vísceras (las vísceras de las ratas desprenden mucho humo en invierno). El grupo de visión remota de las Fuerzas Armadas norteamericanas está formado por un general jubilado (ochenta y seis años), la jefa de marketing de una empresa de seguimiento por satélite, un experto en ordenadores y una psiquiatra especializada en el tratamiento de personas que han pasado por la experiencia de la muerte o que han sido abducidas por ovnis. César Ugarte (dieciocho años) siguió buscando métodos para ganarse la vida: el cementerio de Carabanchel se convirtió en su objetivo prioritario: el negocio era robar cobre y venderlo a las chatarrerías: (en menos de dos meses) decenas de cruces se quedaron sin Cristo y decenas de lápidas sin ningún tipo de ornamentación. David y Fernando salen del bar de la Pepi y se despiden en la calle: son las diez de la noche: David llega a su casa y se encierra en su habitación: la idea es fumar y escribir: o no: quizás la idea sea no dormir: porque cuando uno se acuesta entonces el día se acaba y los días en aquel barrio (para un adolescente como David) no traen nunca nada nuevo: así que David (por no dar por terminado el día) fuma y escribe: y cuando rompe a amanecer se acerca a la ventana y mira el cielo: mira las estelas blancas que van dejando esos aviones que vuelan lejos, muy lejos, da igual adónde. ¿Y Fernando? Fernando tampoco duerme: Fernando (a oscuras) se sienta en el sillón del salón, enciende un cigarrillo, se pone un cubata y se pasa la noche pensando en la mejor manera para hacer dinero. La vida de la pequeña Pía también valía una moneda de veinte duros (el Asesino de la Moneda todavía tardó un tiempo en pasar a euros): unos niños encontraron el cuerpo en el descampado de los gitanos: la habían estrangulado y le habían cortado el dedo pulgar del pie derecho: no había sido violada. Los reclusos que salen de la cárcel de Carabanchel (cuando ya han entendido que la reinserción es imposible) dedican un par de semanas a hacerse con una pistola (mientras tanto se tienen que conformar con cuchillos o navajas) y entonces vuelven a las andadas: enseguida salen en los periódicos: a veces incluso en las noticias de la televisión: dos hombres apuñalaron a dos empleadas de una joyería en un atraco en el que sustrajeron varias joyas y relojes: al principio las trabajadoras se resistieron y los atracadores las hirieron en las manos y en el cuello: después del atraco huyeron en un coche de color rojo: fueron perseguidos por agentes de la Policía Municipal de Madrid, pero consiguieron fugarse con el botín. Se dice que jamás se olvida la primera vez que se hace un servicio: las dos jóvenes rumanas (viendo lo que le habían hecho a su compañera) no tuvieron valor para negarse a prostituirse: a una de ellas se la follaron (por turnos) tres hermanos dentro de una furgoneta de reparto, y a la otra se la metió en la boca un viejo medio gagá al que le goteaba y apenas se le ponía dura: Cara de Rata le dijo a Marcelo: vigílalas un tiempo, y si ves que alguna da problemas, la inflas a hostias y se acabó, ¿entendido?: a las cinco de la mañana vuelves y que te den todo el dinero que hayan ganado. Max Luminaria tiene (en el sótano de su nueva casa) su propio museo de los horrores: se pasea (orgulloso) delante de miles de botes de cristal que conservan el recuerdo (la mutilación) de casi cada una de sus víctimas: a veces se queda (embobado) mirando esas reliquias durante horas y horas: los arcones frigoríficos (sin embargo) no los abre para contemplarlos: los arcones frigoríficos solamente los abre cuando siente que su dieta diaria le está pidiendo una buena dosis de carne tierna. Correo de Carabanchel: «La acusada de traficar con heroína en los alrededores de los centros de metadona explicó que la droga era suya, que la llevaba en la vagina y que (mientras se la sacaba) se le quedó atascada y por eso pidió ayuda a una amiga: los agentes de policía aseguran que sorprendieron a la acusada sacándose de la vagina un huevo Kinder con veintitrés papelinas de heroína: la acusada se enfrenta a seis años de cárcel». Max Luminaria (cuando vuelve a casa después de trabajar en el hospital) se tumba en la cama y (últimamente) se queda pensando (recordando) en el acto de la muerte: sonríe (la muerte, a veces, puede ser bellísima): la pequeña Pía fue una de sus mejores víctimas: luchaba desesperadamente por no morir, pero (en el fondo de sus ojos) se veía que ella misma sabía que se trataba de una lucha inútil: su vida entera estaba en manos de Max Luminaria: era más fuerte y tenía todo el poder, todo, todo el dominio: un segundo antes de que la pequeña Pía se fuera de este mundo, Max Luminaria tuvo una erección encabritada y eyaculó en sus calzoncillos con la potencia de un jeringazo: la pequeña Pía (además) tenía el dedo gordo del pie más bonito que había visto nunca en su vida. Correo de Carabanchel: «A las 10.15 los dos hermanos acababan de abrir la joyería: estaban todavía sacando el género a los expositores cuando entraron cinco individuos a cara descubierta y armados con pistolas y gritaron que eso era un atraco: desvalijaron la cámara acorazada en cinco minutos». Los componentes del grupo de visión remota (o sea, los detectives psíquicos) no realizan prospecciones sobre el terreno para no condicionar sus visiones: deambulan de un lado para otro para percibir vibraciones: dicen que cuando las perciben es cuando empiezan a ver. El gimnasio Siglo cierra a las once y media de la noche: sin embargo, en la sala (vacía) se quedan el señor Bodiroga (en su silla de ruedas) y el Pirata: ponen un casete con la música de la rutina que llevará al Campeonato de Madrid y el Pirata comienza a posar: el señor Bodiroga (desde su silla de ruedas) lo mira atentamente y después le corrige algunas posiciones del cuerpo y le indica las partes del cuerpo que debe trabajar más y la dieta que debe seguir y los complementos que debe tomar: por último, el señor Bodiroga (cuidadosamente) le baja un poco los pantalones y le pincha los esteroides en el glúteo: el Pirata se ducha, se viste y sale a la calle: camina hasta el Telepizza, coge una moto cualquiera y comienza a repartir: encima de la moto le tiemblan los brazos (la rutina de bíceps) y le chilla el estómago: cómo le gustaría ir a casa a tumbarse delante del televisor y comerse la pizza de cuatro quesos que lleva en la caja de atrás. Correo de Carabanchel: «Incendio en una nave industrial: a las tres de la mañana dos dotaciones de bomberos acudieron rápidamente al lugar para sofocar el fuego: (cuando se extinguió) se localizó el cuerpo calcinado de un hombre de cuarenta años que debía de estar viviendo ahí dada la cantidad de enseres y de basura acumulados en el interior». Max Luminaria (como siempre) compró todos los periódicos del día: cada uno de ellos daba la noticia del asesinato de la pequeña Pía: de nuevo una moneda de veinte duros aparecía debajo del cadáver: Max Luminaria recortó todos los artículos que hablaban del asesino y los guardó en su archivo personal. Correo de Carabanchel: «Incendio en el Tercio Terol: el origen fue una fuente de calor eléctrica: falleció una anciana de noventa y dos años con severos problemas de movilidad». A José el mendigo (sentado en la calle y con las piernas recogidas) se le nota que está enfermo: no para de tiritar y tiene los ojos brillantes de fiebre: las manos ya se le han hinchado y no se da cuenta de que tiene un largo moco colgándole de la nariz: a veces (más que una moneda) prefiere que le den una manzana: un día se le ocurrió escribir cuentos, hacer fotocopias y venderlos a la gente: David le compró uno de cada: fue lo único que vendió. Los cuatro detectives psíquicos (más un intérprete) de las Fuerzas Armadas norteamericanas se presentaron en el despacho del detective Casimiro Balcells y le entregaron el resultado de su trabajo: durante sus momentos de trance habían visionado un terreno desértico y una cisterna de agua, un aparcamiento con varios coches y un motel de carretera: el detective Casimiro Balcells (antes de alimentar su papelera con un nuevo informe) les dijo que muchas gracias por su esfuerzo, pero que era evidente que sus visiones eran de algún lugar de Norteamérica y que (por si no lo sabían) las niñas habían desaparecido en Carabanchel. Hay sospechas de que en Carabanchel opera una banda organizada de ladrones de joyerías: actúan a cara descubierta y van provistos de armas de fuego: amenazan a los empleados y cierran la puerta: cubren los escaparates con cartones y en muy poco tiempo sustraen todos los relojes de marcas de lujo y abandonan el local: los botines no suelen bajar de los sesenta mil euros. A Marcelo Saravia (en la Casa de Campo) le empezó a doler la tripa: no sabía si era de fumar, de no comer o de haber cogido frío: se levantó, caminó hacia una de sus chicas rumanas y le preguntó por qué se había alejado tanto: ¿acaso estás intentando salir corriendo?: no dejó que la chica contestara: la tumbó en el suelo de un puñetazo y la llevó a patadas hacia su puesto: eso le hizo entrar en calor, pero no le alivió el dolor de tripa. Correo de Carabanchel: «Un vigilante del centro comercial Carabanchel Sur consiguió ayer detener a un ladrón al que, al intentar huir a la carrera, se le bajaron los pantalones y se cayó al suelo: el detenido intentó salir del local sin pagar varias prendas de ropa por un valor de setecientos euros: uno de los vigilantes le dio el alto y en ese momento el ladrón se quitó el cinturón y golpeó al guarda jurado: posteriormente se dio a la fuga, pero a los pocos metros se le bajaron los pantalones y se cayó al suelo, lo que facilitó su detención».

Te quiero porque me das de comer
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Primeraparte.xhtml
laultima.xhtml
tieneuna.xhtml
trestipos.xhtml
dejoel.xhtml
observarsu.xhtml
Maxluminaria.xhtml
lopeor.xhtml
elasesino.xhtml
lafacultad.xhtml
fuedegollado.xhtml
tieneusted.xhtml
lavenganza.xhtml
sumadre.xhtml
unamoneda.xhtml
vasaser.xhtml
elprecio.xhtml
undiade.xhtml
esteperiodista.xhtml
quienes.xhtml
lagente.xhtml
Maxlumina.xhtml
comoquien.xhtml
grasasubcutanea.xhtml
locompartia.xhtml
suinmenso.xhtml
legustaba.xhtml
bienvenido.xhtml
esehombre.xhtml
lahabia.xhtml
laatendio.xhtml
lastumbas.xhtml
aquellasvidas.xhtml
Segundaparte.xhtml
diezanos.xhtml
cincoarcones.xhtml
treintaytres.xhtml
blablabla.xhtml
eseangel.xhtml
necesitamosa.xhtml
losvecinos.xhtml
lapequena.xhtml
lamuerte.xhtml
peterel.xhtml
elcrimenes.xhtml
camarasde.xhtml
tenemosque.xhtml
unpaseopor.xhtml
lalunase.xhtml
laputadeella.xhtml
uncadaverenel.xhtml
animodetective.xhtml
atribuirleun.xhtml
eltaxista.xhtml
uncadaverque.xhtml
nuevavictima.xhtml
abriolosojos.xhtml
apenaspuede.xhtml
loseguiadesde.xhtml
apesardetodo.xhtml
lapuertaque.xhtml
loama.xhtml
desdesuprimer.xhtml
elestabamuy.xhtml
comomatar.xhtml
hastadonde.xhtml
elcrimenmas.xhtml
veratuhija.xhtml
quieresqueme.xhtml
esaansiaque.xhtml
lapequenasara.xhtml
unacasaenla.xhtml
lavida.xhtml
llevarlaal.xhtml
lainmensa.xhtml
notepreocupes.xhtml
nosabequees.xhtml
peleaconmigo.xhtml
elaromadesara.xhtml
sedividieron.xhtml
unacartadirigida.xhtml
pudohaberlo.xhtml
Agradecimientos.xhtml
autor.xhtml