AGRADECIMIENTOS
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Esta novela trata de la paternidad y la maternidad. A lo largo de sus páginas se han paseado buenos y malos padres: nocivos, ausentes, indecisos, tiranos, abuelos que ejercen de padres, tías que salvan y sufren como madres… Me ha gustado reflexionar acerca de la decisión consciente que supone para cada uno de nosotros el ser un buen padre o una mala madre, independientemente de la mochila que la vida nos haya cargado a nuestras espaldas.
Huelga decir que lo sucedido en la novela no tiene ningún punto en común con mi biografía: simplemente quería dar voz a todas las Rebecas del mundo. Si una sola se salvara gracias a que un lector no mira hacia otro lado, toda mi carrera literaria habrá valido la pena.
Son muchas las personas a las que debo agradecer su apoyo a estas alturas:
A mi madre, que ha heredado la capacidad resolutiva del abuelo, por su intensa labor como documentadora oficial en todo lo concerniente a Villaverde.
A mis hermanos, Nuria y Raúl. Crecí en una familia unida y me alegra tenerlos como compañeros de vida.
A toda mi familia y mis vecinos de Villaverde, porque en ningún momento dudaron de este éxito.
A todos los vitorianos y alaveses que han recomendado y regalado El silencio de la ciudad blanca. Una de las mayores satisfacciones que puede tener una escritora es convertirse en profeta en su tierra.
A mí me ha ocurrido.
Gracias a vosotros.
Al Ayuntamiento de Vitoria y su Oficina de Turismo, en concreto, a Gorka Urtaran, a Nerea Melgosa y a Delia García, por su respaldo decidido.
Al Club Rotary de Guardamar, por ser buena gente.
A todos los periodistas de prensa, televisión y radio, por difundir la palabra.
A los libreros, por su labor de recomendación. Es lo que ha convertido esta Trilogía de la Ciudad Blanca en el fenómeno que es hoy.
A todos los blogueros literarios, por llenar la red de magníficas reseñas. No sé qué haría sin vosotros.
A todos los lectores y seguidores de las cuentas de evagarciasaenz en Facebook, Twitter e Instagram. Sois el impulso diario. Gracias a vosotros continúo escribiendo.
A todo el equipo de Planeta: Belén López, Raquel Gisbert, Emili Albi, Zoa Caravaca, Laura Franch, Lolita Torelló, Isa Santos y Silvia Axpe. Habéis hecho posible este milagro, y lo habéis hecho fácil para mí. Valoro mucho vuestra calidad humana, vuestro empuje y vuestra fuerza. Me gusta trabajar con buenas personas.
A José Creuheras y a Carlos Creuheras: por vuestra humanidad, sobre todo por vuestra humanidad.
A toda la red comercial de Planeta: sin vosotros nada de esto habría ocurrido, gracias por llevar a Kraken a todos los rincones del país.
A Carlos Revés, Jesús Badenes y David Fernández: gracias por esos días magníficos en la ciudad blanca… y por todo lo que aprendí de los mejores.
A Javier Sanz, gracias por tu empeño en que Kraken hable todos los idiomas del mundo.
A Mikel Lejarza: por apostar por Kraken.
En otro orden de cosas, muchos profesionales me han prestado sus conocimientos en mis dudas puntuales. Todo error o modificación al servicio de la ficción ha partido de mí:
Al jefe de formación de la Academia de Policía Vasca de Arkaute y al jefe de la Unidad de Investigación Criminal de la Ertzaintza en Vitoria, por su buena disposición a ayudarme con los temas de criminología.
A Enrique Echazarra, por resolverme sus dudas de algunos parajes.
A la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Salvatierra, por su ayuda con los recorridos de llegada al túnel de San Adrián.
A Gregorio Pérez y Juli Otaza, por ayudarme cuando lo he precisado.
A Fausti Gisbert, logopeda, por ayudarme con la práctica en consulta de la rehabilitación del habla de Unai.
A la psiquiatra que me aclaró conceptos acerca de la herencia genética de la psicopatía.
A Oscar Puelles, por resolverme mis dudas con el Hospital de Txagorritxu.
A mis profesores en documentación criminal de la academia. Esta vez ha sido mucho más duro, pero me ha servido para valorar aún más el trabajo de todos los componentes de las Unidades de Investigación Criminal.
Por último: a mis hijos, Adrián y Dani, porque me estáis aportando mucho más que cualquier adulto y me estáis descubriendo una Eva feliz y fuerte, plagada de recursos que desconocía. Sois mis maestros de vida, y a vosotros os dedico esta novela.
A Fran, por ser la Montaña que toda Cersei necesita.
Y a ti, mi querido y añorado abuelo, por continuar presente pese a haberte ido, por tantas veces que me has sonreído sentado en la huerta desde esa foto de mi despacho y me has susurrado con tu voz ronca: «Déjate de hostias y sigue adelante».