Pistas
Los móviles examinados en la investigación fueron: el odio, la venganza y los celos. Por ese orden.
La herida que acabó con la vida de Maritere fue inferida en el tórax, destrozándole una costilla.
• Luciana, la sospechosa número uno, era una hembra fuerte, hombruna, acostumbrada a ir con los feriantes por los pueblos, participando en las duras tareas de montar y desmontar puestos.
• Antonio, de mediana edad, el vividor al que precedía su mala reputación, había hecho objeto de maltratos a una mujer con la que convivió, propinándole en una ocasión una puñalada que la dejó a las puertas de la muerte.
• Pedro, joven y fuerte, el cuñado, era tratante de ganado de postín, casi millonario, que había invertido gran cantidad de dinero consiguiendo duplicar sus ganancias. Manejaba miles de duros. Estaba acostumbrado al éxito en la vida. No haber logrado unirse a Maritere fue su primer gran revés en este mundo.
• Interrogada Luciana, dijo no tratarse apenas con la fallecida, que no era precisamente persona de su predilección, trasluciéndose en ella un fondo de odio. Interrogado Antonio, admitió que conocía a la víctima pero negó haber tenido trato con ella desde que se casó por segunda vez. Interrogado Pedro, declaró que el día del crimen, sencillamente, no estaba en la ciudad.
• Pedro, al encontrarse con su hermano Evelio, marido de la víctima, sostuvo con él un sonado enfrentamiento lleno de improperios y denuestos.
• El fiscal de la causa estimó que la mano agresora estaba situada detrás de la víctima, es decir, que actuó con premeditación, por lo que se trata de un asesinato y no de un homicidio.
• Se consideró la posibilidad de que el autor o autora de la muerte fuera un enajenado mental con taras esquizofrénicas.
• La víctima había sido amenazada de muerte por hombres que sentían celos, según declaró su hermana Rosario.
• La hija de la víctima, sin embargo, no había escuchado nunca que amenazaran a su madre aunque más tarde, a preguntas del fiscal, llegó a contradecirse.
• La muerte de Maritere fue súbita e inesperada, sin riesgo para la mano asesina y sin dar tiempo o lugar a la víctima para defenderse. Es decir, que fue un traidor que aprovechó la ventaja de la sorpresa.