Sospechosos
Eran estos cuatro pastores, que fueron detenidos inmediatamente porque habían tenido ocasión y motivos para acabar con la víctima:
• Carlos, de 13 años, un jovencito extremadamente violento que hacía bueno el dicho de que «una piedra en manos de un pastor es como una pistola en manos de un campeón de tiro». Como otros en la vecindad, solía conducir su ganado por pastos alejados de su término municipal, práctica que le había supuesto algunos disgustos.
• Luis, de 17 años, hermano del anterior. Llevaba siempre su ganado cerca del de su hermano, secundándole en todo. Aunque Carlos era el menor, tenía gran fuerza de carácter, imponiendo su criterio sobre Luis.
• Eduardo, el mayor de todos, de 38 años de edad. Más asentado de personalidad y carácter, conocía al guarda asesinado desde hacía mucho tiempo y sabía del respeto que todo el mundo le tenía. Alguna vez había tenido fricciones con él, pero se habían resuelto con buenas maneras.
• Ángel, de 16 años, un zagal todo fibra y fortaleza, acostumbrado a moverse por los pastos con gran agilidad, que no se llevaba bien con la víctima, probablemente porque en más de una ocasión le había reconvenido, sintiéndose perseguido por el guarda. Ángel era de personalidad muy acusada y amante de andar siempre a su aire.