Solución del enigma
Éste fue el conocido crimen de Luis Miranda Iglesias, alias «Piqui», que se cometió en Oviedo el 16 de marzo de 1955, de madrugada. La víctima fue encontrada agonizante entre las céntricas calles de San Juan y Schulz por el sereno Fermín Fernández Peláez. El asesino fue Manuel Cuesta González, limpiabotas del llamado Centro Asturiano de La Habana, que había sido cabo del Ejército y tenía una licencia de armas para la pistola del 7,65 que llevaba siempre en la cintura, con la que solía amenazar a alguno e intimidar a todos. Manuel Cuesta, casi una semana después de su crimen, ya se sentía poderoso y a salvo, como si hubiera pasado el peligro. De ninguna manera esperaba ser descubierto.
Con su carácter bronco y cínico había amenazado y hecho callar a cuantos sabían algo de la noche del crimen y se creía intocable cuando fue detenido. La noche del asesinato, la víctima, Luis Miranda, había estado bebiendo vino en un bar llamado La Belmontilla, en la calle del Águila, a pocos metros de donde caería muerto. Junto con él había estado Manuel Cuesta, presumiendo todo el rato de que podía «pegarle dos tiros a quien quisiera».
Cuando fue detenido confesó en seguida su crimen. La víctima y él habían discutido y salieron juntos del establecimiento de bebidas. En la calle prosiguieron la disputa y, en un momento de arrebato, envalentonado por el alcohol, Manuel sacó su pistola con ocho balas en el cargador, y otra en la recámara, que llevaba siempre lista para disparar, y apretó el gatillo tres veces. Dos de las balas mataron a Luis, y la tercera se incrustó en una caja de caramelos de un escaparate.