Una sorpresa
Cuando los investigadores creían tener encauzadas sus diligencias, éstas dieron un vuelco: Juan, ante los encargados de interrogarle, afirmó que a las horas en las que los forenses fijaban la muerte de Antonio, él se encontraba en la ciudad, donde había visitado varios establecimientos de bebidas. Allí fue visto acompañado por varias personas que, según dijo, estarían dispuestas a declarar a su favor. En efecto, así fue. Numerosos testimonios corroboraron su coartada y Juan tuvo que ser puesto en libertad. La investigación retrocedió de golpe al principio.