Sospechosos
Dos novios abandonados y un supuesto vengador que podría haber querido cobrarse en la hija cuentas de la familia.
• Daniel, un novio algo más joven que la víctima —tenía 25 años—, al que ella después de haber permitido, quizá inconscientemente, que se ilusionara, había desestimado, no sólo por razones de edad, sino también por pertenecer a clases sociales diferentes.
• Germán, un novio algo mayor que Piedad —tenía 41 años—, con quien había sostenido un largo romance roto ocho meses antes de la muerte, al parecer de mutuo acuerdo. Era Germán un hombre cabal, funcionario del Estado, católico fervoroso, que desde que llegó a la ciudad había sabido hacerse estimar y respetar por cuantos le conocían.
• Luis, de 30 años, un vengador de pasados agravios, que tuvieron lugar en el inesperado enriquecimiento de la familia. Pertenecía a uno de los grupos familiares con los que los padres de Piedad habían mantenido viejas rivalidades y desencuentros que como heredero natural podría haber intentado liquidar con aquella violencia.