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—¡Su consulta ha desaparecido! —gritó Groote por teléfono. Estaba al final de la avenida Palace observando cómo el edificio ardía hasta los cimientos.

—¿Desaparecido? —repitió Hurley, como si no supiera el significado de esa palabra.

—Destruido, está ardiendo como una maldita antorcha —le aclaró Groote—. La gente dice que ha sido una explosión. —Había venido en coche desde el hospital hasta la consulta de Vance, y al llegar tuvo que detenerse ante el atasco que se había formado. Salió del vehículo y vio el edificio consumido por las llamas y el humo—. ¿Qué demonios está pasando?

—No lo sé. No lo entiendo. —Parecía verdaderamente conmocionado—. ¿La consulta de Allison está ardiendo?

—Alguien nos está jodiendo bien —dijo Groote. Y jodiendo la investigación de la medicina que puede ayudar a mi hija. Dios los ayude cuando los encuentre—. No es una coincidencia que un paciente con el que trabajaba Allison Vance se escape y su consulta acabe en llamas. ¿Ha dado con el tipo?

—No. Se llama Ruiz. Es violento, un tipo peligroso.

Madre mía, pensó Groote. Apenas llevaba una hora en la ciudad y toda la operación se estaba viniendo abajo.

—Supongo que no podemos llamar a la poli.

—Um, preferiría que no. —Hurley se aclaró la garganta—. Si Allison está muerta, con suerte los papeles de la investigación habrán volado por los aires junto a ella. Eso significa que no vamos a salir a la luz.

—No me gusta esto —dijo Groote—. Puede que no estuviera en la consulta. ¿Dónde vive Allison?