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—¿Por qué somos hombres muertos? —preguntó Miles.

—Sabemos demasiado. Mejor dicho, alguna gente cree que sabemos demasiado.

Edward Wallace se hizo a un lado y Miles entró en la casa. Una de las paredes traseras estaba cubierta de fotos de Allison con el pelo más largo, de un color algo más claro y con gafas.

—Sobre el Frost.

—¿Lo tiene? —Una cauta esperanza se encendió en los ojos de Wallace.

—No. Usted lo tiene.

La esperanza se tornó en sorpresa.

—¿Qué?

—Allison envió los archivos a un servidor ubicado aquí el mismo día que murió.

—Oh, Dios. Eso lo explica todo. —Wallace se apoyó en la pared.

—A mí no, doctor Wallace.

—No tengo el Frost.

—Pero puede acceder al sistema donde puso los archivos…

—No. Escuche, tiene que irse. Ahora. No puede estar aquí cuando llegue Dodd.

—¿Quién es Dodd? —Miles recordó haber oído ese nombre cuando Sorenson habló por teléfono en la consulta de Allison. Dodd no lo sabe. Le preguntó a Allison quién era Dodd el día que murió, antes de que le colgara. Era la pieza que faltaba en el rompecabezas.

—No puede estar aquí y no puede saber quién es. Por favor, váyase y ya está.

—No. Enséñeme el sistema donde subió los archivos.

—No tengo los archivos del Frost.

—Lo ha borrado.

—No. No sé lo que pasó —dijo Wallace. Soltó el arma en la mesa. Se pasó una mano por los cabellos alborotados, como si llevara todo el día haciendo ese mismo movimiento para calmar una infinita preocupación.

—Su mujer me pidió ayuda, doctor. No la ayudé a tiempo y ahora está muerta; el único modo de ayudarla ahora es hacer que el que la mató sea castigado por ello.

La mitad carcajada, mitad tos de Wallace provocó un extraño sonido en la quietud del bungaló.

—Detenerlos usted… no sé qué facción la mató, pero no va a detenerlos. Escuche, Dodd llegará en cualquier momento. Tenemos que irnos.

Si tienes tanto miedo de Dodd, ¿por qué no te has ido ya?, pensó Miles.

—Dodd quiere el Frost. ¿Por qué? ¿Quién es?

—Si se lo digo, ¿me ayudará a esconderme? Antes de que me maten igual que a Renee.

Esto no disipaba sus dudas, pero el miedo en el rostro del hombre parecía real y definido.

—Esta gente mató a su esposa. ¿Por qué no simplemente acude a la policía?

—No… no puedo ir a la policía.

—Explíquese.

Wallace respiró profundamente en busca de fuerzas.

—Dodd estaba a cargo del proyecto original del Frost.

—¿El Frost no fue creado por Hurley y Quantrill?

—No. Ellos desarrollaron nuestros descubrimientos. Yo estaba en el equipo de investigación original del Frost —dijo Wallace—. Renee también.

—¿Por qué se convirtió en Allison Vance?

—No tenía elección. Ser Allison era su coartada. Dodd la obligó, es un hombre del gobierno.

—¿De qué agencia?

—El nombre en clave del grupo de Dodd es Chamán. No los verá citados en un presupuesto del Congreso. Trabajan en la sombra con dinero limpio procedente de proyectos legítimos. Está al cargo de investigaciones científicas clandestinas para el Departamento de Defensa.

Ahora encajaba. El Frost sería un beneficio inmediato para los soldados afectados mentalmente por los horrores de la guerra.

—Entonces la misión de Allison era robar el Frost para Dodd.

—Devolverle lo que le habían robado.

—¿Por qué no se lo mandó a Dodd y fin de la historia?

—No lo sé.

—¿Por qué envió la investigación sobre el Frost a este servidor?

—No lo sé. No tuve contacto con ella desde que se fue a Santa Fe. Dodd lo prohibió. —Wallace cerró los ojos—. Los… los componentes del equipo primigenio de Dodd desarrollamos hace tres años la versión inicial del Frost. Soy neurobiólogo, trabajé en bloqueadores beta que impedían que los recuerdos traumáticos se consolidaran. Allison era una de las psiquiatras. Sin embargo, nuestro prototipo no funcionaba si no se administraba dos horas inmediatamente después de que se produjera el trauma. Uno de los soldados del grupo de pruebas se volvió psicótico… cuando su trauma de larga duración no desapareció… mató a los otros pacientes de la prueba. A todos. —La voz de Wallace se quebró—. Llevamos allí a esa gente para ayudarlos, para curarlos, y acabaron asesinados, uno a uno, mientras dormían. Dodd le dio carpetazo al proyecto y finalizó la investigación. Renee se culpó a sí misma.

—Sabía todo sobre el Frost. Sabía lo que era desde el principio —dijo Miles.

—Después de que Dodd cerrara el proyecto, su equipo pasó a hacer otro trabajo. Renee y yo nos mudamos a Fresno para abrir una clínica dedicada al síndrome de estrés postraumático mientras yo enseñaba en la universidad y continuaba la investigación. Intentamos pasar desapercibidos, pero hace unos meses Dodd se presentó por sorpresa en nuestra casa.

»Quantrill se apropió de la investigación original, otro investigador la robó y se la vendió a él, y Quantrill se las arregló para llevar el Frost al siguiente nivel. Dodd lo averiguó, probablemente a través de ese mismo investigador que hizo la venta. Dodd puede ser… muy convincente. O se sigue su procedimiento o lo que sigue es tu funeral. El investigador murió en un accidente de tráfico. No creo demasiado en las coincidencias.

Miles recordó la noticia en el periódico.

—Usted tuvo un accidente de senderismo hace unas semanas.

—Dodd nos forzó a abandonar nuestros trabajos y nos mudamos aquí para llamar menos la atención. Renee se fue a Santa Fe a espiar para Dodd… Una noche me llamó por teléfono desde su consulta. Me echaba de menos. Dodd debía de estar monitorizando la línea del despacho. Mi accidente era su forma de hacernos ver lo que pasa cuando se rompen las reglas. Vino aquí, me dijo que fuera a hacer senderismo con él y me empujó por un precipicio de cuatro metros. Lo suficiente para hacerme daño, unas magulladuras. Una advertencia.

—Interesante.

—Renee se culpaba de las muertes de los anteriores pacientes del Frost, nunca se recuperó. Dodd encubrió las muertes, hizo creer a las familias que los pacientes habían muerto en un incendio en el hospital de Albany, donde llevábamos a cabo nuestro trabajo.

—Entonces Dodd quiso recuperar la nueva y mejorada versión del Frost. Convirtió a Allison en su espía. —Una espía por obligación, igual que lo fue él mismo. El pecho de Miles se tensó al recordar las palabras que le dijo aquella mañana:

—Creo que te entiendo mejor de lo que piensas.

Wallace asintió.

—Todos investigando los recuerdos… El mundo es un pañuelo. Quantrill no podía saber que ella trabajaba en el equipo original. Tenía que comprobar si su versión del Frost era prometedora, robarla si así era, para poder volver a ser Renee.

—¿Por qué no acudió Dodd a las autoridades y dejó que se encargaran de todo? Quantrill era un fuera de la ley por haber comprado los secretos del gobierno…

—Dodd no quería que el proyecto original quedara al descubierto. El Pentágono estaba haciendo pruebas de fármacos en veteranos. No creo que Dodd tenga sombra, ese hombre no ve a menudo la luz del día.

—Deme una conexión para los otros jugadores, por favor. ¿Quién es Sorenson?

Wallace se sentó en una silla, limpiándose el sudor de la frente.

—Es un miserable hijo de puta. Trabajaba en la seguridad de los proyectos de Dodd. Se suponía que su trabajo era ir a Santa Fe a proteger a Renee, ayudarla si necesitaba saltarse algún dispositivo de seguridad para robar la investigación del Frost.

—Sorenson la mató.

—¿Qué?

—Él puso la bomba que la mató. —Le contó a Wallace que vio a Sorenson entrar y salir de la consulta de Allison sin su maletín, para luego volver y hablar por teléfono con Dodd.

Wallace palideció y se tapó los ojos con una mano.

—¿Tenía Sorenson acceso a explosivos?

—Solía estar involucrado en operaciones encubiertas para el Pentágono. Es el encargado de seguridad de Dodd. Dodd me llamó esta mañana temprano, presa del pánico, porque se había enterado de que Renee había mandado los archivos al servidor. No sé cómo lo supo…

—¿Esta mañana temprano? —dijo Miles. Oh, Dios. Se le secó la boca.

Nathan colgando el auricular en la cabina, la mirada bovina en su rostro, la mentira en sus labios sobre esa supuesta rutina de llamar cada semana a su madre. Una llamada que no se podía arriesgar a hacer en la habitación, con Miles durmiendo a su lado. Dodd tenía una conexión con Allison, Allison trató de ayudar a escapar a Nathan. Entonces quizás…

—Creo que sé quién lo llamó. ¿Mencionó Dodd alguna vez a un tipo llamado Nathan Ruiz?

—No.

No significaba nada que Nathan no conociera a Dodd.

—Entonces Dodd quería los archivos que Renee envió.

—Pero aquí no están. Uso el servidor para llevar un pequeño negocio de espacio web y para guardar una base de datos de mis investigaciones, ejecutar aplicaciones que utilizo en mi trabajo y requieren muchos recursos… nunca vi esos archivos ni supe que estaban allí. Tiene que creerme.

—Dodd no le cree.

—Le di los códigos de acceso, él mismo lo comprobó. Alguien accedió al servidor esta mañana usando la clave del administrador que teníamos Renee y yo, y ejecutó un programa para borrar todos los datos del disco… todo se ha esfumado, lo han sobrescrito. Nada es recuperable, y lo he intentado. La única otra persona con la palabra clave que podría haber hecho tal cosa era Renee. A no ser que le dijera la palabra a otra persona.

—Sorenson. Allison no estaba escondiendo los archivos, estaba guardándolos para dárselos a Dodd. De tal modo, los archivos seguirían disponibles para él o Sorenson si la gente de Quantrill la atrapaba o la mataba. Debió de decirle el código a Sorenson, o él lo encontró por ahí, la gente siempre escribe ese tipo de cosas en los lugares más insospechados. Entonces cogió el Frost del servidor y luego lo borró para destruir los archivos una vez recuperados.

—Dodd no me cree, piensa que tengo el Frost. Viene de camino. Por eso necesito esconderme. —La voz de Wallace ocultaba a duras penas su temblor.

La situación no estaba del todo clara y Miles negó con la cabeza.

—Volvamos a Sorenson. Allison guardó la investigación en el servidor, pero ahora ha desaparecido. A todo esto, ¿dónde está él?

—Dodd me dijo que Sorenson se esfumó hace dos días. Dodd piensa que otro hombre, un tipo llamado Dennis Groote, que trabaja para Quantrill, llegó hasta él. Probablemente lo mató.

—Este Nathan Ruiz que mencioné antes era paciente de Allison. Sorenson se tomó muchas molestias para intentar matarlo en Sangre de Cristo, no sé por qué.

—Nunca he oído hablar de él.

—Pero de mí sí. Ella, antes de morir, me pidió que la ayudara. Si Sorenson se encargaba de protegerla, no debería haberme necesitado. Entonces… debía de sospechar que Sorenson la estaba traicionando. Por eso se llevó el Frost. —No obstante, ¿para qué le entregó la clave del servidor de los archivos? No tiene sentido, a no ser que se la diera antes de alimentar sus sospechas.

—Todo esto es culpa de Dodd —dijo Wallace—. Si hubiera dejado correr este asunto…

—Una pregunta más. La agencia de protección de testigos investigó a Allison, comprobó su pasado.

—¿Y?

—Si Allison Vance no era una persona real no hubiera pasado con éxito esa comprobación.

—Bueno, está claro que lo hizo. Dodd se aseguró de que su pasado fuera reinventado de manera impecable.

No obstante, ese detalle seguía resultándole molesto a Miles.

—¿Por qué arriesgarse? Si su papel allí era el de espía, ¿para qué aceptar a un cliente que pudiera comprometer su situación?

—Puede que al principio no supiera que usted era un testigo federal protegido, no lo sé con seguridad. Dodd manejaba el cotarro. Escuche, lo que necesito es su ayuda para desaparecer.

—Pregúnteselo a Dodd.

—No —dijo Wallace negando con la cabeza—. De ninguna manera. Quiero irme. Nada más.

—Esto no está bien, algo falla —dijo Miles.

—¿A qué demonios se refiere?

—Ella murió el martes por la noche. Usted dice que borraron el servidor hoy mismo. Sorenson no puede llevar dos días muerto y haberlo borrado.

Wallace parpadeó y asintió.

—Bueno, sí.

—¿Cómo se borra un servidor?

—Igual que cualquier disco duro. Se tiene que tener el nivel más alto de acceso y luego se usa un programa especializado que sobrescribe todos los archivos del disco.

—Entonces, ¿por qué no lo borró el mismo martes? No tiene ningún sentido…

—No lo sé. —Wallace se puso en pie—. No puedo quedarme. Será mejor que nos vayamos. —Caminaba de un lado para otro hablando para sí—. México no está demasiado lejos. Tengo que aprender francés y alemán para mi doctorado en ciencias, así que Europa es buena alternativa…

Tiene el don de la oportunidad, pensó Miles. Dispuso de varios días para darse cuenta de la presencia de los archivos, de varias horas para huir. Aun así, Wallace se quedó, un recién enviudado ratón de laboratorio asustado aguardando la venganza de Dodd.

Wallace mentía. Miles echó mano de la pistola que llevaba en la parte trasera de sus pantalones al tiempo que Wallace cogía la suya, abandonada en la mesa, y con la gracia de un corredor se giraba hacia Miles y disparaba.