Diciembre de 1642
En los libros de Historia, el final del reinado de Luis XIII se resume en unas cuantas frases que dan a entender hechos tan falsos como superficiales. Richelieu muere a finales del año 1642 y el rey sólo le sobrevive unas semanas. La transición del poder es fluida y un cardenal sustituye a otro: Julio Mazarino sucede así a Armand du Plessis, su jefe.
Sin embargo, nada menos evidente. Luis XIII no estaba condenado a muerte porque su primer ministro acabase de desaparecer, sino todo lo contrario, y, a finales del año 1642, nadie hubiera apostado sobre el futuro de Mazarini, el siciliano; y mucho menos en la primavera de 1643, después de la muerte del rey.
De hecho, entre diciembre de 1642 y septiembre de 1643, el poder estaba afianzándose en el reino de Francia y eso fue lo mejor que podía haber sucedido.
Lo que vamos a relatar son las peripecias que tuvieron lugar durante esos pocos meses. Los episodios narrados aquí son poco, y a veces nada, conocidos por el público. Es cierto que cada uno de estos acontecimientos, observado por separado, no parecen tener demasiada importancia. Sin embargo, relacionados por el hilo conductor de esta novela, aclaran el encadenamiento de los hechos históricos y ofrecen una interpretación, finalmente luminosa, de la llegada al poder de Julio Mazarino.
El papel de Louis Fronsac —el hombre de las cintas negras— se nos presenta así fundamental, aunque los historiadores lo hayan ignorado por completo.