Gasolina, sexo y drogas

 

Entre luces de neón rosa y azul Mayra aparece en el escenario, con su figura envuelta en el delgado humo que emana por debajo de la pasarela. El diminuto top rosa pastel apenas cubre los pezones de su abultada talla 38, y a la cadera lleva un entallado short de licra que esconde la diminuta tanga de encaje satinado que habrá de descubrirse en unos minutos. Sus largas y torneadas piernas portan botas blancas mosqueteras arriba de la rodilla, al estilo Pretty woman.

Mayra tiene la piel lozana, tez apiñonada que a veces maquilla para volverla casi ébano. Le gusta ensalzar el ligero parecido que —le dicen sus clientes— tiene con Beyoncé, la estrella estadounidense de hip hop.

Mayra se mueve con soltura entre la pasarela y el tubo. Despierta la envidia de sus compañeras y la lujuria de los hombres que cada noche acuden a verla bailar audaces performances que la transforman en Mayra Reina Amazona, Mayra la Gladiadora, Mayra Beyoncé; cada uno es éxito garantizado.

Ella es una de las bailarinas más populares del Exxxess; es una chica del calendario manufacturado anualmente por el club para venderlo a sus clientes, entre otros suvenires, o regalarlo a los de membresía VIP, categoría que se ganan si invierten considerables cantidades de dinero en los placeres corporales.

Mujeres venezolanas, brasileñas, algunas mexicanas y, sobre todo, muchas eslavas, las clásicas novias rusas, integran el catálogo de la oferta carnal envuelta en trajes de fantasía y las típicas plataformas que ninguna mujer se atrevería a calzar en su vida real; ofrecen servicios de sexy dance en pasarela, y los reservados cuyo costo depende de lo que el cliente elija. Porque todo en el Exxxess es como un sueño, aquí “los sueños se hacen realidad”, reza su eslogan.

Bajo esa consigna, en el Exxxess a los clientes frecuentes se les da acceso a los salones VIP del table y la zona hot. Pero lo más cotizado son los paseos en limusina Hummer blanca acompañado de las chicas Exxxess. Por varios miles de pesos algunos hombres pueden convertirse en una versión de Hugh Hefner, el magnate de Playboy, aunque sólo sea durante algunas horas.

Así se anuncia el club en los videos promocionales que hoy se pueden consultar en internet:

Un escaparate de abundancia en belleza y diversidad femenina con el plus característico de la casa. Paseos en limusina, promociones y recompensas a sus socios, y su inigualable zona wet dance. Un lugar donde todos los hombres hacen su sueño realidad en compañía de ellas. Con una esmerada atención a sus clientes, este sitio se distingue por la privacidad, la excelencia en su atención y la calidad de todos sus servicios, ya sea en instalaciones, bebidas, alimentos y diversión. Un sitio creado para no limitar el exceso de tus deseos.

El verano de 2003, en el número 3315 de la avenida Gustavo Baz, una de las zonas industriales más importantes del área metropolitana, en el municipio de Tlalnepantla, el Exxxess abrió sus puertas el año en que llegó a la alcaldía el panista Ulises Ramírez Núñez, sucesor de Rubén Mendoza Ayala.

Muy pronto, el centro nudista se convirtió en el club nocturno más visitado del Estado de México por clientes adinerados. A pesar de ubicarse en una zona popular —y en una construcción en la parte lateral de una plaza comercial, junto a un hotel de paso y un centro de verificación vehicular—, el cover podía ascender hasta los seis mil pesos, más el consumo y los privados. Definitivamente, este espectáculo no es apto para todos los bolsillos.

“El Exxxess no es sólo un table dance, es todo un concepto llegar allí y rozarte con políticos, futbolistas, actores, gente que sólo ves en televisión, y de ver mujeres como sacadas de revista”, explica Carlos, un empleado administrativo de Pemex en las oficinas centrales de Marina Nacional que, al igual que sus amigos, es cliente frecuente del extravagante lugar y usuario del blog donde comparten cada experiencia de sus visitas: exxxessosdezterminio. blogspot.com.

Este table dance se convirtió en uno de los más visitados por contratistas de Pemex para agasajar a los ejecutivos que les facilitan algunos trámites o contratos, práctica que estilan desde los grandes corporativos nacionales y extranjeros hasta las pequeñas empresas que echan mano de partidas presupuestales para este tipo de gastos, que se registran para la contabilidad como “asesorías”.

Su éxito animó a sus propietarios a instalar una sucursal en el área más exclusiva de la avenida de los Insurgentes, en el número 1831, a unas calles del famoso Bar-Bar, donde el futbolista paraguayo Salvador Cabañas fuera baleado la madrugada del 25 de enero de 2010. De entre los antros y clubes de la concurrida vía, el Exxxess destacaba por las pretenciosas limusinas y sus atractivas paseantes.

Durante los aniversarios del club, sus fiestas más esperadas, los dueños echaban la casa por la ventana con rifas de automóviles deportivos y, para amenizar la noche, uno o dos de los espectáculos de Telehit, de Televisa Networks.

El día en que se supo el origen del capital que dio vida a esta pasarela de moda, lujo y glamur, a pocos les importó, pues, como anunció el Exxxess, la fiesta debía seguir.

 

El cártel negro
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