VALDOSTA
(GEORGIA).
1 DE NOVIEMBRE DE 1924
Era la mañana de la boda de Ruth. Idgie le había pedido el coche a Julián y lo había aparcado frente a la capilla de la Iglesia Baptista Morning Dove a las siete de la mañana. Cuatro horas después, vio a Ruth y a su madre entrar por la puerta lateral de la capilla. Ruth estaba tan bonita como Idgie había imaginado, con su traje de novia. Luego, vio llegar a Frank Bennett y a su hermano. Permaneció sentada allí en el coche, viendo cómo iban llegando los invitados, uno a uno, hasta que la capilla estuvo llena. Cuando el ujier, que llevaba guantes blancos, cerró las puertas, se le cayó el alma a los pies. Oyó el órgano desgranando las notas de la Marcha Nupcial y se sintió muy mal.
Idgie llevaba una botella de un horrible whiskey que había estado bebiendo desde las seis de la mañana; y, justo antes de que la novia dijese «sí quiero», todos los que llenaban la capilla se preguntaron quién debía de ser la persona que daba aquellos bocinazos.
Al cabo de un minuto, Idgie oyó que el órgano empezaba a sonar de nuevo y, de pronto, las puertas de la capilla se abrieron de par en par y Ruth y Frank bajaron por la escalinata, riendo, entre los jubilosos gritos de la gente que les lanzaba arroz Se metieron en seguida en el coche que les aguardaba y se alejaron.
Idgie tocó otra vez la bocina. Ruth volvió la cabeza, justo al doblar la esquina, pero demasiado tarde para ver de quién se trataba.
Idgie volvió entonces a casa con el coche de Julian.