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Esta vez el cartero no se molesta en llamar. Deja el sobre donde puso el anterior y se marcha. No curiosea, no levanta la cara, no se asoma por el murete. No busca. Simplemente deja el sobre y regresa al pueblo.
El cónsul me cita oficialmente para que comparezca en el castillo. Enviarán a alguien a recogerme dentro de tres días.