Poco después, recordando el origen terrenal del hombre, «polvo eres y en polvo te tornarás», les gustaba imaginar que eran burbujas de tierra. Cuando estaban a solas en los prados, sin nadie que las viese, retozaban, saltaban y brincaban tocando el suelo lo más levemente que podían, y gritando: «¡Somos burbujas de tierra! ¡Burbujas de tierra! ¡Burbujas de tierra!».

Flora Thompson

El despertar de la alondra