CAPITULO 5

Al día siguiente, Robert se encontraba en la puerta de la mansión Staverley, había llegado muy puntual, en primera por que le disgustaba hacer esperar a la gente y en segunda por que estaba más que desesperado, esa era la palabra para definir sus emociones, por ver nuevamente a Lizzy Staverley, la noche de la presentación no había tenido mucha oportunidad para hablar con ella y esta vez no pensaba desaprovechas su buena suerte

—Buenas tardes — saludo al mayordomo — soy Robert Wilmot, vengo con el Sr. Andrew… — anuncio.

—Adelante, Sr. — el hombre hizo un gesto con la mano en señal de que entrara a la vez que se retiraba de la puerta para que Robert entrase — tomo asiento por favor — le indico nuevamente con otro educado movimiento — en un momento llamo al Joven — le infamó, y desapareció de la estancia.

Escucho que bajaban las escaleras rápidamente y se volvió, se encontró con una Sonriente Caitlyn.

—Hola Robert — se acerco, con una gran sonrisa

—Hola, Señorita Staverley — le hizo una inclinación y le sonrió

—Pero que pasa, porque me tratas con tanta formalidad, ¿acaso ya no somos amigos, he hecho algo que os ha molestado? — le pregunto e hizo un puchero.

Es una chiquilla, pensó y le dijo — claro que si Caitlyn, somos amigos,  pero no se que pensaran vuestros padres de que yo le hable por su nombre…

—Pues nada, que así me llamo — y le dedico otra sonrisa.

—Es verdad lo que dice Andrew, contigo no se puede llevar la contra — sonrió

Andrew bajaba las escaleras y al escuchar risa se dirigió a la estancia, creía que Robert se hallaba en la biblioteca, pero no ahí estaba el y Kate, muy divertidos al parecer, aun que no le sorprendía su hermanita era un encanto...

—Hola, Robert me da gusto que hayas aceptado nuestra invitación, me alegro

—A mí también me da gusto haber venido, apenas acabo de llegar y ya me la estoy pasando muy divertido.

Al cabo de un rato, se encontraban sentados en una salita que habían instalado en el jardín, estaban muy como sentados, cobijados por la sobre de un alto y frondoso árbol, tomaban el té, llevaban rato platicando y a Robert le extrañaba que Lizzy no se hubiera unido a la conversación, “porque no ha bajado”, pensó, sabrá que estoy aquí y no quiere verme, ese solo pensamiento le causo un estremecimiento en el corazón, ansiaba verla y hablarle, pareciera que la chica hubiera escuchado su llamado, el giro la cabeza y se encontró con esos ojos verdes que le habían robado la sensatez, sintió el justo momento cuando el corazón volvió a latirle, estaba parada en la puerta se miraba nerviosa, indecisa de acudir a donde ellos se encontraban, él le sonrió y eso pareció darle valor para acercarse.

—Buenas tardes — hizo un ligero gesto de saludo con el cuerpo y los caballeros se levantaron de la meza como muestra de educación

—Ven Liz, acompáñanos — su hermano se acerco hacia ella, le ofreció el brazo y la ayudo a tomar asiento

—Encantado verla Señorita Staverley — la miraba absorto, desde ese momento ya no podía ver nada más.

Andrew se dio cuenta y sonrió para sus adentros, “hacen buena pareja”, pensó. Por su parte Kate no se daba cuenta de las miradas llenas de miel que se dedicaban, la conversación continuó amena y así pasaron el resto de la tarde.

Los días siguientes se les hizo habito sentarse a platicar en ese jardín, los cuatro se hicieron amigos, claro que Robert esperaba ser mucho más que eso para Elizabeth, pero como la chica era muy tímida estaba dándole tiempo. De pronto centraba toda su atención en ella y otras tantas no se podía zafar de la vitalidad de Caitlyn, la chiquilla era un verdadero encanto, le recordaba a su hermana, que tenía casi la misma edad de Kate, Lady Margarite, cuando su hermana regresara a la ciudad se la presentaría a Kate y seguro que se harían buenas amigas. Así fue, nada más llegar Margarite la llevo con él a una de las tardes de té que solía pasar en la casa de los Staverley y las chicas pronto se hicieron confidentes, eran igual de encantadoras, con la misma energía. Llevaban más de medio año cuando la madre de las chicas decidió que ya le había enfadado estar en la ciudad, además de la  renuencia de Lizzy a asistir a los bailes, no servía de nada permanecer ahí, así que ya era hora de que regresaran a casa.

Cuando les comento la noticia, Cailtyn estaba encantada de volver echaba mucho de menos a Altanero y sus largo paseos pero tampoco quería dejar de ver a Robert, estaba hecha un lio, pero aun así no le quedo de otra que obedecer esta vez, no ganaba nada quedándose, además hasta que no tuviera la presentación estaba segura de que Robert no se atrevería a decirle nada, cada vez estaba más convencida de que le interesaba pues Margarite le había comentado una vez que Robert hablaba con su padre sobre la Señorita Staverley y que le decía que por el momento le era muy difícil confesar sus sentimientos, así que Kate estaba segura del interés de Robert por ella, así que bien valdría la pena esperar, y con ese pensamiento regresaba feliz a casa.

La ultima tarde que Robert y Margarite fueron a visitarlos, les informaron de su partida, las chicas estaban tristes de verdad que en ese tiempo se habían hecho buenas amigas, se extrañarían y Caitlyn le hizo prometer a Margarite que la visitaría en la finca, y que se escribirían para continuar su amistad.

Esa tarde Robert hablo con Lizzy, le confesó sus sentimientos, pero ella pese a estar prendada del joven no podía olvidar las palabras de Caitlyn cuando le conto que había conocido al hombre con el que se casaría y que casualmente era el mismo que ella tanto le había gustado y llamado la atención.

—¿Que me contestas Elizabeth? — la saco de sus pensamientos

—Yo… no sé qué deciros, me tomas por sorpresa — bajo la mirada y el la tomo de la barbilla obligándola a alzar el rostro y poder mirarla.

—Bueno sé que es así, pero no me has dejado más opción que esta, eres tan tímida que no me dabas oportunidad y ahora al enterarme que te marchas, me he armado de valor, no quiero que te vayas sin que sepas que estoy muy interesado en ti — no le quiso decir la verdad, que estaba enamorado de ella por miedo a que se asustara, pero como no estarlo, era tan bonita, tan dulce y delicada, necesitaba que la cuidasen continuamente y el estaba encantado de hacerlo, amaba a esa mujer y haría todo porque ella le correspondiera. — mira ¿piénsalo, si?, tu regresaras a casa y yo tengo que salir de viaje por unos negocios, es un viaje largo y tardare unos cuantos meses, pero te prometo que te escribiré y cuando regrese ya nos tendremos más confianza y te darás cuenta que mis sentimientos por ti son reales y entonces… si tú me lo permites pediré permiso a vuestros padres para poder cortejarte, ¿estás de acuerdo? —  “por favor dime que si” la mira con la suplica en los ojos.

—Estaré esperando tu carta — fue todo lo que contesto, pero eso era todo lo que Robert necesitaba para saber que ella había aceptado, le tomo la mano y deposito un suave beso y se fue para despedirse de los demás, ya estaba por marcharse cuando escucho la voz de Kate que lo llamaba… Roooooobert…

—Espera… — le falto un poco el aire por la carrera — ¿Te ibas a ir sin despedirte de mí? — y su rostro denotaba que le faltaba solo un poco para soltar el llanto, le extraño verla así, Kate era una chica fuerte y le dio tanta ternura que la abrazo, Caitlyn se sintió en el cielo y soltó el llanto, le fue imposible contenerse.

—Claro que no! Katie, Katie… es mas iba por Margarite para que viniera a despediros, sé que eso te gustaría, ¿verdad que si?, además somos amigos y nunca te dejaría partir sin por lo menos decir adiós...ya vamos deja de llorar, esta no es la Katie que me gusta…

Le gusto que la llamara así, Katie… Ella se separo y lo miro directamente a los ojos, de pronto pensó en darle un beso pero escucho voces y dejo el atrevimiento para después. Caitlyn le hizo prometer que estarían en contacto y le dijo que no se olvidaría de él.

Regresaron a casa y nada más llegar corrió a las cuadras, extrañaba a Altanero lo acaricio y después comenzó a cepillarlo.

—Te extrañe tanto, bonito — decía mientras cepillaba cariñosamente al animal — te prometo que mañana saldremos a dar un largo paseo tu y yo.

Caitlyn insistía a Lizzy que salieran a pasear, la relación entre ellas era menos que normal, pero es que eran tan diferentes, mientras que aun le gustaba estar en casa, la otra se ahogaba en el encierro, pero aun así Kate intento llevarse mejor con su hermana, tal vez pronto se separaría y le gustaría tener buenos recuerdos de cuando estaban juntas, esto de la separación lo pensó porque conociendo a Lizzy como ella creía conocerla, “tal vez se case pronto”, pensó y después ya no había más tiempo de fortalecer su relación. Así que cada que podía le proponía algún plan para pasarla bien, poco a poco se fueron acostumbrando a realizar actividades juntas, Kate descubrió que era divertido enseñar a los hijos de los trabajadores de la finca, claro que lo que ella enseñaba para nada eran las clases aburridas de la Señorita Harriet, su institutriz, ella les enseñaba cual era la mejor manera de trepar un árbol, de tirar una piedra y que esta rebotase un par de veces en el agua  además de los largos paseos que daban, Kate montada en el brioso Altanero y  Lizzy en el carruaje descubierto, así con esa nueva amistad paso el tiempo.

Cierto día llegaron 2 cartas dirigidas a la Señorita Staverley de parte del Sr. Robert Wilmot, emocionada la abrió para comenzar a leerlas, la primera no mas abrirla se emociono Robert la llamaba nuevamente Katie, le contaba que el viaje había sido pesado pero que se encontraba bien, que la ciudad era muy bonita y había cosas maravillosas que le gustaría que ella pudiese llegar a ver, le pregunto cómo estaba y que tal el regresado a casa, que extrañaba las tardes de té y las bromas de ella, el mandaba saludos y que esperaba verla muy pronto y que no se olvidara de escribirle, era un sueño, el había prometido escribirle y ahí estaba la prueba de su interés por ella, solo era cuestión de tiempo, se apuro para abrir la segunda carta y cuando comenzó a leer para se dio cuenta que no era para ella…

Mi muy querida Liz…

Como le he prometido aquí estoy, aun cuando no físicamente como a mí me habría gustado, si por medio de esta carta en la cual le hago entrega de mi corazón, este órgano que sin su presencia y su bella mirada solo me hace sentir un hueco enorme en el pecho, ahora que la siento lejos es cuando me atrevo a confesarle que la amo… no sé que pensara usted, tal vez que es precipitado, ya lo sé, pero créame cuando le digo que esta ausencia suya me rompe el alma, me llena de un desasosiego y solo ancio el momento de poder mirarla nuevamente y perderme en su belleza y en su timidez que tanto me gustan.

Le recuerdo que estoy esperando impaciente su amable respuesta, para que este hombre que ya no es feliz  sino esta su presciencia en mi vida…

No me alimento, no duermo, no vivo y lamentablemente sin usted Elizabeth, no muero…

Siempre suyo…

Robert Wilmot

Caitlyn se dejo caer en uno de los amplios y mullidos sillones de la biblioteca, se sentía morir, supo el momento exacto en el que su corazón se partió en mil pedazos, sintió como el alma se le escapo del cuerpo y la dejo ahí, sentada como una de sus muñecas de trapo, sin vida… su Robert y Lizzy, ¿cómo había sido capaz? Si ella le había dicho que lo quería y que nada mas estaba esperando la presentación para casarse con él, como era posible que su hermana le hiciera esto, a ella! No se lo podía creer…

El nudo de la garganta no la dejaba respirar le faltaba aire, sin darse cuenta las lagrimas le desbordaban sin poder contenerlas, estaba destrozada, se sentía traicionada por ambos pero sobre todo por Elizabeth, ¿acaso no se pavoneaba Lizzy de ser las chica más dulce y buena?, “donde estaba esas bondad ahora” pensó, o es que ella por sus arrebatos y locuras no se merecía la piedad y misericordia de su hermana, donde había dejado su timidez cuando decidió quitarle a Robert.

Odió a Lizzy con todas sus fuerzas, se sentía dolida, engañada, todo le daba vueltas estaba aturdida, jamás en toda su vida se imagino semejante traición y sobre todo por ella, que ingenua se sentía, se rio en sus adentros cuando recordó como la regañaba su madre por que ella no se comportaba como la dulce Lizzy… “que ciega estaba por creer eso de su dulce hija”, la mueca de su cara se perfilo como una sonrisa de lo mas cínica, que ciegos habían estado todos, Lizzy con su carita de ángel los mantenía engañados, pero a ella nunca más, la acababa de conocer como realmente era y no volvería a dejarse engañar por nadie… “pero esto no se quedara así”, pensó, hizo la promesa que Elizabeth pagaría tarde o temprano, por todo el sufrimiento por el que ella estaba pasando, y su querida hermanita sufriría igual, — no voy a ser la única que llore la perdida de Robert.

Indomable
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