CAPITULO 34

Al verlo aparecer, Kate se alejo instintivamente de Patrick sin dejar de mirar al recién llegado, por su parte el Conde de Dupont internamente se alegraba de su buena suerte, la cereza del pastel, que Demian los encontrara así, a punto de besarse. Sofoco su sonrisa triunfo y le dedico una mirada burlona, desafiante. Demian por su parte miraba a Caitlyn, por supuesto que se encontraba furioso y ya arreglaría cuentas con ella y con Dupont, pero no en ese momento, no estropearía el matrimonio de su amigo y menos por darle el gusto al desgraciado de Chevalier. — Contigo hablare más tarde — le dijo a Kate — y en cuanto a ti, será mejor que busques padrinos en cuanto regresemos a Londres — acto seguido se dio media vuelta y se marcho. Patrick no se espero que lo desafiara a duelo, conocía la reputación de Demian de buena puntería, además de la espada  y si habría de ser sincero, él no era tan diestro en ambas.

Kate temblaba como una hoja cuando llego a su recamara — con un demonio — se decía en voz alta — en que lio me he metido, pero si no hice nada — se sentía nerviosa, nunca le había visto esa mirada de furia de Demian y la verdad es que sintió un escalofrió de terror solo de pensar que se batiera en duelo con Patrick y resultara herido, no sabía que tan hábil eran ambos hombres y le preocupaba lo que le pudiese ocurrir.

Por su parte Demian furioso por la escena que se encontró al entrar en la biblioteca, decidió que ya había transcurrido el tiempo suficiente de cortejo, así que esa misma noche hablaría con el Sr. Staverley y pediría en matrimonio a Caitlyn, la boda sería lo más pronto posible, ya pensaría en algo para justificar la premura.

Durante la cena todos se percataron que Demian estaba que echaba chisas y también notaron a Kate con una actitud muy nerviosa, sin poder evitar las miradas tensas entre ellos. Momentos después de que hubiesen terminado,  el Conde de St. Albans solicito ver a Joseph para hablarle en privado, acudieron ambos a la biblioteca y sin rodeos ni preámbulos le solicito a Caitlyn en matrimonio.

— ¿Ya ha hablado usted con mi hija de esto Conde?

— Bueno ella sabe de mis intenciones, mas no está enterada de que pediría su mano esta noche.

— ¿Y se puede saber la premura? — El joven como ya se lo había visto venir le dio un par de escusas.

— En realidad no es nada importante Sr. Staverley, es solo que un hombre enamorado como lo estoy yo, lo menos que quiere es separase de la mujer a la que ama y dado que usted y su familia no regresaran a la ciudad una vez que haya pasado el matrimonio de Andrew no quiero separarme de su hija, además motivos personales y de negocios me alejaran de Londres por unos meses, así que podemos aprovechar ese viaje para que sea el primero como esposos.

— Me convenció desde el momento que se confesó enamorado de mi Kate, la verdad si solo me hubiera dado la escusa del viaje no habría aceptado el matrimonio, pero sé lo que cuesta para los hombres enamorados separarse de la mujer amada, así que Demian tiene mi consentimiento para casarse con Kate, eso sí bajo su propio riesgo  dado el carácter de mi pequeña, pero eso usted ya lo sabe ¿no es así? — Ambos hombres rieron la broma y se estrecharon la mano, estuvieron de acuerdo en que se hiciera el anuncio de matrimonio en la fiesta de bodas de Andrew y solo un par de meses después ellos contraerían nupcias en ese mismo lugar.

Demian partió a la mañana siguiente rumbo a Londres, tenía apenas el tiempo justo para ir y volver el día de la boda. Cuando se entero de que el Conde partió esa mañana Kate sintió que se le encogió algo dentro del pecho y sintió un vacio que antes no experimento. La noticia fue tomada de gran agrado por parte de Chevalier, ya que a propósito evitaba a Demian desde la vez que este ultimo lo encontrara tratando de besar a Kate y sin saber por qué se hubo marchado y la verdad es que tampoco le interesaba comenzó nuevamente el coqueteo con la joven. A quien si le importo su partida fue a Lady Nicole, que si era posible detesto mas a Caitlyn, la culpo de la precipitada partida del hombre y secretamente juro que se las pagaría.

Finalmente el gran día llego, todo estaba listo y en su lugar, hasta Caitlyn por primera vez estuvo a tiempo y se  dirigía hacia el lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia para tomar su lugar mientras esperaba que Margo hiciera su aparición. Los días previos al evento estuvo con un humor de perros, las continuas discusiones con su madre y la prohibición de sus cabalgadas matutinas la tenían así, o esos eran los pretextos que ella misma se obligaba a pensar ya que no se atrevía a reconocer que extrañaba a Demian, ese hombre de ojos negro y mirada profunda, anhelaba el ser abrazada por él, ya fuera porque estaba molesto o siendo un arrogante coqueto, lo cierto era que los días sin ver su gallarda y varonil figura fueron un verdadero calvario, y ahora se encontraba deseando verle. Tenían una conversación pendiente y eso la intrigaba aun mas — por que se fue sin siquiera dejarme una nota, acaso ya no está interesado en mi — pensó — durante esos días muchas ideas cruzaron por su mente pero las desecho todas, era necesario saber la verdad de labios del propio Conde.

Estaba casi a punto de entrar cuando una mano fuerte la tomo por la cintura y la hizo girar, estaba a punto de gritarle a ese atrevido cuando se encontró con unos ojos negros y una sonrisa encantadora, sin poder evitarlo ella sonrió también y en el pecho la embargo una felicidad infinita, se sintió totalmente emocionada, tantos días deseando verle y por fin ahí estaba frente a ella, abrazándola y sonriéndole. Se dio cuenta de que no necesitaba nada más y sin pensarlo se para sobre las puntas y le dio un cándido beso en los labios.

Demian se quedo de piedra que le pasaba a la chiquilla, esa no era su Caitlyn, que le habían hecho, se la habían cambiado en su ausencia. La abrazo aun más y se perdió en el azul de su mirada que le recordaba el cielo despejado después de una noche de tormenta, sin nubarrones que lo empañaran. Le ofreció el brazo y entraron juntos, fueron el centro de atención de todas la miradas y Kate se sintió orgullosa de que la vieran con Demian, que era terriblemente guapo, galante, varonil, con un cuerpo atlético que se destacaba bajo las prendas que vestía con gusto esquicito y además era caballeroso, considerado, simpático, por dios que cantidad de adjetivos, pensó. Giro su rostro para verle la cara, quiso saber si él también se sentía así llevándola del brazo. Y percibió una mirada radiante y una sonrisa que le pareció de felicidad.

Y ahí estaba ella Caitlyn Staverley, enamorada del hombre que la había rescatado una noche de tormenta, la había puesto en su lugar en un par de ocasiones y que evito que cometiera la mayor tontería de todas, robarle el novio a su hermana para casarse con él, cuando en realidad ella necesitaba a Demian. Aun cuando peleaban ella se sentía viva, vigorosa y cuando la tenía entre sus brazos la hacía estremecerse y derretirse, olvidarse hasta de respirar. — Estoy enamorada — pensó y para variar esa idea le gusto y mucho, sentía el pecho henchido de felicidad…

La ceremonia estuvo hermosa, y de cuando en cuando Demián buscaba su mirada y le hacia un guiño coqueto. La electricidad que surgía de ellos era casi palpable, Kate pesaba en que muy pronto estarían pronunciando sus votos y cuando llego el momento del  SI acepto, el Conde estuvo casi seguro que vio a la chica limpiarse una lágrima con el dorso de la mano.

Una vez que hubo terminado la ceremonia, los asistentes se dirigieron hacia el jardín donde estaba todo dispuesto para la recepción. Demián aprovecho la confusión de abrazos para llevarse a Caitlyn a un lugar más privado donde pudiera tenerla para él solo y besarla de verdad como llevaba queriendo hacerlo desde que ella le rosara los labios como muestra de bienvenida.  La chica se dejo guiar pues también quería estar a solas con él, lo había echado tanto de menos y no se haría la remilgada ahora que estaban juntos, al fin de cuentas estaban casi comprometidos y pronto se casarían, no le vio mayor problema.

La llevo hacia un lugar a apartado de la concurrencia del jardín, lejos de las miradas quisquillosas de los demás, una vez que estuvieron a solas y tras la protección y la intimidad que les proporcionaba un  gran roble Demian la abrazo sin vacilar, estrechándola suavemente entre sus brazos colocando a Caitlyn de espaldas contra el gran tronco. El abrazo era fuerte pero tierno y él hombre la miraba embelesado, no entendía a que  debía ese cambio tan drástico de ella pero tampoco reparo en preguntarle en ese momento, lo que él mas quería ahora era besar esa boca y terminar con su tortura, así que bajo su rostro lentamente, tanteando la reacción de la muchacha y ella lucho un poco. Él Conde mal interpreto el gesto y la soltó, pero ella  solo quiso liberar sus brazos para echárselos al cuello, Demian la abrazo nuevamente y respiro profundo, le beso las comisuras primero y rozo con suavidad sus labios con los de ella depositando un beso igual de casto al que ella le dio cuando lo encontró casi al entrar a la pequeña capilla. La apretó mas contra su cuerpo pétreo y ella deslizo una de sus manos hacia su pecho, esa leve caria despertó los instintos más primitivos de Demian y profundizo en el beso. Lentamente deslizo su lengua por los labios de Kate delineándolos e incitándolos a abrirse, ella capto al vuelo su invitación y entreabrió levemente la boca dándole la bienvenida.  Demian coloco una mano en la nuca de Caitlyn para poder besarla con más ahincó y la otra la deslizo hacia sus nalgas acariciando suavemente la redondez de sus curvas. Ella emitió un leve gemido y entrelazo sus dedos entre el cabello del hombre incitándolo a ir más allá.

El sonido de un vals que indicaba el inicio de la fiesta los volvió a la realidad. Jadeante y sintiendo que el corazón le saldría del pecho Kate lo soltó, Demian la imito y aflojo su abrazo mas no la soltó, no estaba preparado para dejarla y menos después de aquel recibimiento.  Caitlyn se había ruborizado por la pasión y tenía los ojos ligeramente dilatados.

— ¿A qué se debe este recibimiento? — no pudo evitar preguntarle, mas en su voz no había tono alguno de sarcasmo.

— ¿No te ha gustado? — bromeo

— Todo lo contrario, pero es que cuando me fui casi estaba seguro que me cambiabas por ese sibarita de Chevalier.

— Yo pensé que te habías ido por que estabas tan molesto conmigo que ya no querías comprometerte — dijo mientras ladeo la cabeza evitando su mirada. El Conde la tomo de la barbilla levantando ligeramente el rostro para ver su belleza y sobre todo su expresión, antes de que él pudiese decir algo ella continuo — Demian por favor permíteme que te explique lo que paso, por favor no quiero que pienses que entre Pat… el Conde de Dupont y yo hay algo, porque no es así — estaba verdaderamente angustiada, en su vida sintió nunca esa necesidad como la sentía ahora de que Demian le creyera, sabía que había dicho muchas mentiras pero ahora no, ahora decía la verdad y él debía saber reconocer que era así.

— Después de cómo me has recibido me queda claro cariño que Patrick no te interesa, así que olvidémonos ya de eso, ¿quieres?  — le tomo el rostro entre las manos acunándolo.

— Con toda el alma — y le sonrió. Después Se abrazo al cuerpo ese hombre del cual estaba enamorada tomándolo por la cintura mientras hundía su cara en el ancho pecho del Conde, nunca antes se había sentido tan dichosa, tan feliz. Tenía ganas de gritar, sentía tanta euforia que no le cabía en el cuerpo.

Separándose solo un poco para verlo a los ojos, le pregunto de pronto — ¿A dónde fuiste?

— A Londres

—  ¿Y se puede saber que fuiste a hacer a Londres a solo unos pocos días de que se casara tu mejor amigo?

— Fui a recoger algo de suma importancia — estaba serio

— Ah sí, ¿y se puede saber de qué se trata?

— No seas curiosa cariño, pronto lo sabrás — le beso la nariz — y ahora será mejor que volvamos a la recepción antes de que nos echen de menos y comiencen a buscarnos, ¿te parece?

— No.

— Caitlyn por favor no te pongas necia, me gusta más la actitud que tienes ahora, como una chica normal

— ¿Pero es que no te has dado cuenta? — bromeo

— ¿De qué cosa, cielo?

— De que no soy normal, que pereza ser como todas esas mujercitas sosas que no hacen otra cosa más que beber té y jugar canasta, habiendo más por disfrutar y conocer…

— ¿No sabía que la futura Condesa de St. Albans fuera toda una aventurera?

— ¿No te  gusta? — en su rostro se leía la incertidumbre, amaba a Demian pero ella jamás soportaría que la encerrara, se asfixiaría

— Solo mientras esas aventuras las compartas conmigo.

— Creo que llegaremos a un buen arreglo, Sr. Conde

Continuaron bromeando y riendo mientras caminaban rumbo a la parte del jardín donde se estaba llevando a cabo la recepción.

Indomable
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