NOTAS COMPLEMENTARIAS AL VOLUMEN II

[c1] De haber estado «tan ajetreado y afanoso», habría dado por buena la edición en pocos meses. Por Pascua de 1765 él mismo dejó anotado que «he malgastado mi tiempo sin mayor provecho, y parece que haya sido un sueño del que nada queda ahora». Plegarias y meditaciones, pág. 54. —HILL <<

[c2] Una carta de Boswell a Malone (29 de enero de 1791; Cartas, n.º 292, II, pág. 417) demuestra que hace alusión a Reynolds. «Voy a suprimir un pasaje del primer volumen, pues he descubierto que si bien sir Joshua me aseguró que no tenía inconveniente en que se mencionara que Johnson le escribió una dedicatoria, ahora piensa muy de otro modo». En la dedicatoria al Rey de los Discursos de Reynolds, en 1778, la primera frase no puede ser más «johnsoniana»: «El progreso regular de una vida de cultura avanza de la necesidad a la comodidad, de la comodidad al ornamento». Boswell olvidó suprimir la referencia a este suceso en el índice de la primera edición. —HILL <<

[c3] Los trece renglones que siguen los publicó Boswell en su Córcega (pág. 360) sin permiso de Johnson. Temple, a quien mostró el libro antes de publicarlo, parece que aconsejó a Boswell que omitiera este extracto. Boswell se mantuvo en sus trece, «pues debo hacer mención de mi gran preceptor, el señor Johnson». Para disculparse ante él, en carta del 26 de abril de 1768, le dice: «con toda seguridad le garantizo que no tiene usted razón ninguna para quejarse de que yo haya publicado ni un solo párrafo de sus cartas. La tentación de hacerlo ha sido demasiado fuerte». —HILL <<

[c4] «Una vez, inadvertidamente —escribió Reynolds—, lo puse en una situación de la cual sólo un hombre de perfecta integridad podría haber salido indemne. Le señalé unos versos de El viajero que, le dije, estaba segurísimo de que eran suyos. Vaciló un instante; en lo que duró ese titubeo recuperé la compostura y recordé que como sabía que no me iba a mentir podía yo ponerle en un aprieto, y me habría salido con la mía si me hubiera dado una brusca respuesta, pero se limitó a decir: “Señor, no soy yo quien los ha escrito, pero para que no se imagine que he escrito yo más de lo que en verdad escribí en ese poema, le diré que el máximo de versos escritos en él, según recuerdo, no alcanza más que a dieciocho”. Conviene observar que por toda la ciudad corría el rumor de que el doctor Johnson le había escrito a su amigo el poema entero, pues éste era por entonces un escritor desconocido» (Leslie y Taylor, Reynolds, II, pág. 458). Por cada verso de El viajero, a Goldsmith se le pagaron 11 peniques y un cuarto. El obsequio de Johnson, por consiguiente, si se computa en dineros fue de 8 chelines, 5 peniques y un cuarto. —HILL <<

[c5] Respublica et Status Regni Hungariae. Ex Officina Elzeviriana, 1634, pág. 136. Esta obra pertenece a la serie Repúblicas de la que habla Johnson más adelante, [en pág. 987]. <<

[c6] Baretti. Boswell Papers, VII, pág. 68. <<

[c7] Posiblemente Wilkes, descrito más adelante como «el amigo tarambana» de Boswell. <<

[c8] En su Viaje a las islas occidentales de Escocia (pág. 100, ed. de 1924; reimpresión facsimilar de 1974), Johnson resume así su postura ante la facultad de la clarividencia: «En contra de ella se postula la analogía de las cosas que se vislumbran de una manera más bien confusa, y que poco o mal se comprenden; a su favor, la indistinta proclama de la persuasión natural, que tal vez, a la postre, se resuelva en mero prejuicio y tradición. Nunca he logrado que mi curiosidad adquiriese el rango de convicción, pero al final me encuentro si acaso deseoso de creer en ella». «Así como una cantidad finita —dijo Hume— sumada a otra cantidad finita nunca se aproxima siquiera el grosor de un cabello al infinito, un hecho increíble en sí mismo no gana siquiera un paso hacia su probabilidad por más testimonios que se acumulen» (J. H. Burton, Hume, I, pág. 480). —HILL <<

[c9] Tras huir de Francia en 1762 y ver que se le negaba la entrada en Ginebra, Rousseau aún tuvo que escapar de la chusma encolerizada en Neuchâtel, ya en 1765. De París a Dover, en 1766, lo acompañó David Hume. Llegó a Londres el 11 de enero. <<

[c10] Menos de tres meses después de que tuviera lugar esta conversación, Rousseau escribió al general Conway, uno de los secretarios de Estado, agradeciéndole la pensión que Jorge III propuso conferirle en secreto. La señorita Burney, en su prefacio a Evelina, la novela que iba a servirle de presentación a Johnson, de cuyo afecto iba a gozar de por vida, añade en una nota al pie: «Por superior que sea la capacidad en que estos dos grandes escritores merecen ser considerados, habrán de perdonarme que, por la dignidad del asunto que trato, aquí estime a los autores de Rasselas y Eloísa como novelistas». —HILL <<

[c11] «Los usos y las ciudades de muchos hombres diversos». Horacio, Arte poética, V. 142. <<

[c12] A los veintiséis años, Boswell podía alardear de haber tratado a Voltaire, Rousseau y Paoli entre las celebridades extranjeras, y a Adam Smith, Robertson, Hume, Johnson, Goldsmith, Garrick, Horace Walpole, Wilkes, Churchill y seguramente a Reynolds entre las británicas. Al menos en dos ocasiones había recibido una carta del Conde de Chatham. <<

[c13] En pasajes como éste se puede dar por sentado que el caballero cuyo nombre no se cita es el propio Boswell. <<

[c14] Estas dos palabritas pueden en puridad tenerse como buena muestra de la exactitud de Boswell al reproducir las expresiones empleadas por sus personajes. «El gran hombre» es una expresión jocosa de origen irlandés, que nadie, salvo Goldsmith, pudo emplear en esta situación. —CROKER <<

[c15] En carta al doctor Johnson, la señora Thrale dijo: «No se siente a componer versos que jamás han de escribirse» (Piozzi, Cartas, II, pág. 183). En su ejemplar, al margen, Baretti apuntó: «Johnson casi a cualquier hora estaba componiendo versos en latín o en inglés que luego jamás ponía por escrito». <<

[c16] Burke fue elegido miembro del Parlamento por Wendover en diciembre de 1765. <<

[c17] Aprobada en marzo de 1765, la ley gravaba fiscalmente cualquier papel impreso que pudieran utilizar los colonos de Norteamérica: los papeles de los barcos, los documentos legales, las licencias, los periódicos y otras publicaciones, e incluso los naipes devengaban impuestos que la Corona decidió recaudar para acuartelar al ejército que protegiera las colonias por los montes Apalaches, obvio es que sin consultar siquiera a los colonos. <<

[c18] «La Cámara de los Comunes —escribió Macaulay— oyó a Pitt por última vez y a Burke por vez primera, sin poder precisar a cuál habría de asignarse la palma de la elocuencia. Fue un espléndido crepúsculo y un amanecer espléndido» (Historical Essays; «Earl of Chatham», 1923, pág. 771). —HILL <<

[c19] Boswell ya dijo antes que el Shakespeare de Johnson fue atacado por Kenrick; a buen seguro hubo otros ataques y réplicas. <<

[c20] Dictionarium Saxonico et Gothico-Latinum, Londres, 1772. Lye murió en 1767; O. Manning concluyó la obra. <<

[c23] «Boswell —dice Malone—, profesó estudios de las leyes tanto escocesas como inglesas, pero nunca se tomó grandes molestias en aplicarse a ello. Su padre, lord Auchinleck, le dijo un día que le iba a costar mayor esfuerzo disimular su ignorancia en esa profesión que dar mues tras de sus verdaderos conocimientos. El señor B. reconoció una vez que era muy cierto» (European Magazine, 1798, pág. 376). Boswell escribió a Temple el 18 de marzo de 1775: «Es usted muy amable al darme ánimos diciéndome que tal vez llegue a superarle a usted en su saber. Pero créame que padezco una suerte de impotencia en el estudio» (Cartas, n.º 136, I, 214). —HILL <<

[c24] Ésta es una verdad que Johnson defendía a menudo. «Poquísimos —dijo el poeta— viven como han elegido. Todo hombre se encuentra en su condición presente por causas que obraron sin que él lo previera, y con las cuales no siempre cooperó de manera voluntaria» (Rasselas, cap. 16). «Para quien vive bien —respondió el ermitaño—, cualquier forma de vida es buena, y no puedo yo dar otra regla que la de alejarse de todo mal aparente» (cap. 21). «Joven —dijo Omar—, de poco sirve hacerse planes de vida» (The Idler, n.º 101). —HILL <<

[c25] Eneida, III, pág. 461. «Tales las advertencias que esta voz mía podría darte. Así pues, vete». <<

[c26] «Sus hijos gemelos, esperanza de mi rebaño, sobre la piedra desnuda». <<

[c27] «A la par esperanza y rebaño». <<

[c28] «Eres tú ahora nuestra única esperanza… el honor y la soberanía de los latinos en tus manos se hallan». <<

[c29] «A su lado, Ascanio, segunda esperanza de la magna Roma». <<

[c30] «No sé de dónde proviene esta otra muchacha». <<

[c31] «Por casualidad oí a Antiphila decir que de camino a la otra muchacha…». <<

[c32] «Por antonomasia». <<

[c33] «Sin sustancia, la sangre y el valor son más inservibles que las algas». <<

[c34] «Hasta la cuna y el linaje son dones de la Reina Dinero». <<

[c35] «Pues la cuna y el linaje y todo ese renombre, legados, no forjados, difícilmente pueden considerarse nuestros de veras». <<

[c36] «Nacerá un príncipe del justo linaje de Troya». <<

[c37] «Y pese a todo su nombre toma de nuestro linaje». <<

[c38] Los añadidos de Johnson a estos tres poemas no son del todo evidentes. —HILL <<

[c39] En una nota al poema se informa de que la señorita Williams, cuando antes de su ceguera «ayudaba al señor Grey en sus experimentos, fue la primera en observar y en dar cuenta de las emisiones de una chispa eléctrica procedente del cuerpo humano». —HILL <<

[c40] Johnson dijo con finura que «las lenguas son el historial, el linaje de las naciones». —HILL <<

[c41] Siete años después, Johnson recibió de la sociedad el Nuevo Testamento y otras obras en erse: [véase pág. 743]. No obstante, en su Viaje a las islas occidentales (1924, pág. 94), tuvo que dejar dicho sobre las escuelas parroquiales de aquellas islas que «por norma de sus instituciones, se enseña solamente en lengua inglesa, de modo que los nativos leen una lengua que tal vez nunca utilicen y ni siquiera quizá entiendan». <<

[c42] Se publicó en 1765; apareció una segunda edición ampliada en 1766. <<

[c43] Su Carta a sir Thomas Hanmer, de 1742, fue muy leída entonces. Era el segundo hijo de John, primer Conde de Bristol, y uno de los hermanos del que fuera amigo de juventud de Johnson, Henry Hervey. Murió el 20 de enero de 1775. —MALONE <<

[c44] Croker lamenta que Johnson dedicara la pluma, previo pago, a intervenir en «las repugnantes trifulcas» de Hervey, y en una larga nota describe la carta de éste a sir Thomas Hanmer, con cuya esposa había escapado. Lo cierto es que el ataque para el cual se recabaron los servicios de Johnson no lo desató Hanmer, sino sir C. H. Williams. Aunque uno haya hecho mal a otro, no tiene por qué prestarse a los ataques de un tercero. Williams, conviene recordarlo, era un hombre de carácter licencioso. —HILL <<

[c45] Sita en Buckingham House, adquirida en 1761 por Jorge III y adjudicada a la Reina Charlotte. El palacio de Buckingham ocupa actualmente su lugar. <<

[c46] Hawkins dice de él (Vida, pág. 211): «Obtuvo de una de esas universidades que rara vez regatean un título siquiera al caballo de un boticario un diploma de doctor en Medicina». Llegó a ser un gran compilador; en un solo año ganó 1500 libras. Al final se convirtió en matasanos. Fue nombrado caballero por el Rey de Suecia, «a cambio de haber regalado a ese monarca su Sistema de los vegetales». Al menos en tres ocasiones atacó a Garrick, el cual replicó con tres epigramas, el último de los cuales es bastante conocido:

En la farsa y en la medicina no tiene comparsa,

pues son sus farsas un ungüento, y su medicina una farsa.

HILL <<

[c47] Dice D’Israeli (Curiosities of Literature, ed. 1834, I, pág. 201) que «este doctor Hill, una vez en que cayó enfermo, reconoció ante un amigo que se había fatigado en exceso, pues estaba escribiendo siete obras a la vez, una de ellas de arquitectura y otra de cocina». D’Israeli añade que Hill firmó un contrato para traducir del holandés una obra sobre insectos por 50 guineas. Como ignoraba la lengua de partida, negoció con otro traductor el trabajo por 25. Éste, que no era menos ignorante del holandés, renegoció el trabajo con un tercero, que entendía el original a la perfección y accedió a traducirlo por 12 guineas. —HILL <<

[c48] El señor White, bibliotecario de la Royal Society, a instancias mías ha tenido la bondad de examinar las actas de la Royal Society, pero no ha podido descubrir cuál era esa «circunstancia». Tampoco arrojan luz sobre este aspecto las reseñas que hizo Johnson de las obras de Birch, History of the Royal Society y Philosophical Transactions, vol. XLIX, según las he examinado. —HILL <<

[c49] «El doctor Warton me hizo una reverencia sumamente obsequiosa… Es lo que el doctor Johnson llama “rapturista”, y vi a las claras que se proponía calentarme los oídos con muchas cortesías… Es muy comunicativo, gayo y un conversador agradable, que animó toda la jornada con su presteza para hablar de cualquier cosa» (madame d’Arblay, Diario, II, pág. 236). Es muy probable que sea el «ingenioso escritor» que se menciona más adelante, en [pág. 1428], del que dice Johnson que es «un entusiasta por norma». Rapturista, o rapturist, no figura en el diccionario. Valdría decir embelesador. <<

[c50] El libro es tan tedioso como indecente. Las «mojigangas» son como sigue: el doctor Johnson aparece representado cual si dijera cosas como ésta: «Sin dubitación de ninguna clase malinterpreta usted este deslumbrante centelleo de presunción en su totalidad, y más le valdría haber sabido usted aplicar una constante recurrencia a mi diccionario oracular, como era de su incumbencia a tenor de la vehemencia de mis admoniciones». <<

[c51] Garrick estrenó en Drury Lane Falsa delicadeza, de Hugh Kelly, seis días antes de que El hombre de buen natural, de Goldsmith, se estrenara en Covent Garden. «No se hablaba de otra cosa en la ciudad —dice Forster en su Goldsmith, II, pág. 93— desde semanas antes de ambos estrenos… y así aumentó la rivalidad entre ambas comedias». Falsa delicadeza cosechó un gran éxito; se vendieron 10 000 ejemplares antes de terminar la temporada.

Cuando alguien preguntó a Johnson (Obras, ed. de 1787, XI, pág. 201) si deseaba que Hugh Kelly le fuera presentado, respondió: «No, señor; nunca he tenido deseo de conversar con quien ha escrito más de lo que ha leído». <<

[c52] The Provoked Husband, or A Journey to London, de Vanbrugh y Colley Cibber. Se estrenó el 10 de enero de 1728. [Véase pág. 1678]. <<

[c53] Del doctor Hoadly, estrenada en febrero de 1747. <<

[c54] Relativo a la heredad de Archibald Douglas. J. H. Burton, en su Vida de Hume (II, pág. 150), dice que «hombres que a punto estaban de encontrarse juraban no abrir la boca y no decir nada sobre esta cuestión, que tan fructífera fue en debates, jactancias y pendencias». Boswell publicó Dorando, un cuento español (Londres, 1767), en el cual narra la causa de Douglas sin apenas disimulo; también publicó en el mismo año El caso de Douglas, una balada, y La esencia del caso de Douglas, amén de ser uno de los editores de las Cartas de Lady Jane Douglas y de «cuidar de mantener alimentados a los periódicos con incesantes novedades sobre el caso». Véase F. A. Pottle, La carrera literaria de Boswell, Nueva York, 1929. <<

[c55] No siempre cantó alabanzas de la universidad oxoniense. «Preguntaré por la cosecha cuando llegue a una región en la que se entienda lo que es necesario para la vida», dijo en carta desde Oxford el 4 de agosto de 1777 (Cartas, n.º 533). Y en Lichfield llegó a esa región. «Mi barbero, hombre que no es tonto, habla maravillas de la cosecha» (n.º 535). Véase pág. 883, donde habla de «nuestra muy erudita ignorancia de las cosas humanas». <<

[c56] Son las palabras que pronuncia Catón en la obra de Addison del mismo título cuando echa mano de la espada, acto V, escena I. <<

[c57] No figura conglobulate [conglobular] en el Diccionario; sólo aparecen conglobe [y conglobate]. Si empleó el término, no es probable que dijera «se conglobulan juntas». <<

[c58] John Bell, Viajes de San Petersburgo a distintas partes de Asia, Glasgow, 1763, 2 vols. en cuarto. <<

[c59] Du Halde publicó su monumental Description geographique, historique, critique, chronologique, politique, et physique de l’empire de la Chine et de Tartarie chinoise (cuatro volúmenes en folio) en 1735. Voltaire, uno de los que «consultó» el libro, reseña que su descripción es magnífica, a pesar de que Du Halde jamás viajó ni a diez leguas de París. La obra tuvo dos traducciones al inglés nada más publicarse. De ser una impostura, fue de excepcional calidad. <<

[c60] El modo de conservar es el título de una comedia de Murphy, estrenada en 1760. —HILL <<

[c61] [a nota c365, Vol. II] Vale la pena señalar que en la versión original de este pasaje, en los diarios de Boswell, entrada correspondiente al 28 de marzo de 1768, Johnson no dice exactamente lo que Boswell reproduce, además de que no se anda con pelos en la lengua: «Pues no, señor. El gran principio que a toda mujer se enseña consiste en que aprenda a mantener las piernas bien cerradas» (Boswell in Search of a Wife, 1766-1769, ed. de Frank Brady y Frederick A. Pottle, Londres, 1957, pág. 167). <<

[c62] En su correspondencia con Temple de los años 1767 y 1768 Boswell —pues no es otro el caballero— pasa revista a las diversas damas a las que propone matrimonio. La señora descrita en este párrafo es «la bella y vivaracha Zelide», una holandesa llamada en realidad Isabelle de Zuylen a la que había conocido durante su estancia en Utrecht. Estaba traduciendo entonces su Crónica de Córcega al francés. El 24 de marzo de 1768 escribió: «Es preciso que sea mía». El 26 de abril pidió a su padre permiso para viajar a Holanda para verla. Pero el 14 de mayo reexpidió a Temple una de las carta de la bella holandesa. «¿Podría —escribe enardecido— cualquier actriz, cualquiera de las teatreras, atacarme con más punzante…, no sé qué palabra emplear, no es furia, es algo más suave? El relámpago que destella con tal intensidad puede abrasar. ¿Y no abrasa el esprit de la dama?» (Cartas, n.os 82, 87, 92). —HILL <<

[c63] Crónica de los modales y costumbres de Italia, de Joseph Baretti, Londres, 1768. El libro aún sería más entretenido si no fuera una réplica a las Cartas desde Italia de Samuel Sharpe. Véase pág. 989. <<

[c64] De él escribió la señora Piozzi que «fácilmente se le ve el carácter, y no disimula en nada su alma, altanera e insolente, y respira en cada aliento desafío ante la humanidad toda, si bien su poder intelectual excede al de la mayoría, y el poder de su bolsillo es tan exiguo que le deja en dependencia de todos. Baretti se halla siempre como un arroyo represado: si pudiera romper la presa, se llevaría por delante todo lo que tenga a su alcance» (Hayward, Piozzi, I, pág. 103). <<

[c65] Juan, 9, 4. <<

[c66] Desde comienzos del siglo XIV, Córcega había sido territorio de la República de Génova. En la gran rebelión encabezada por Paoli, los corsos habrían recobrado la independencia de no ser porque Génova cedió la isla a la Corona de Francia. <<

[c67] En carta a Temple de 14 de mayo, Boswell dice que «Ahora soy de veras el Gran Hombre. Por la mañana y por la tarde, en un mismo día, me han venido a visitar David Hume y el señor Johnson. Sir John Pringle, el doctor Franklin y otros cenaron hoy conmigo; el señor Johnson y el general Oglethorpe un día, el señor Garrick a solas otro, David Hume y más literatos cenan conmigo la semana que viene. Ofrezco cenas admirables, regadas con buen clarete, y en cuanto emprenda viaje, que será dentro de nada, he de preparar mi carruaje. Esto sí es disfrutar al máximo mis desvelos, presentándome como amigo de Paoli» (Cartas, n.º 92). <<

[c68] La charla surgió sin duda de las elecciones generales que se acababan de celebrar con gran excitación popular provocada por Wilkes. El doctor Franklin (Escritos, V, pág. 122), en una carta del 16 de abril de 1768, describe las algazaras de Londres. Había visto a la «chusma… exigiendo a caballeros y damas de todo rango y condición, según pasaban en sus carruajes, que dieran vítores a favor de Wilkes y de la libertad, a la vez que garabateaban estas mismas palabras con tiza en las portezuelas de los coches… La semana pasada fui a Winchester y observé que en quince millas a la redonda no había apenas una sola puerta o ventana cercana a la carretera que no ostentara las mismas consignas, y así seguía siendo hasta la misma Winchester». —HILL <<

[c69] En su Vindicación de los licenciatarios de la escena escribe así: «Si en mi mano estuviera la presunción de aconsejarles [a los ministros] en torno a esta crucial cuestión, yo los disuadiría de tomar cualquier acción directa sobre la libertad de prensa, que es quizá lo que más estima el común del pueblo, y que por tanto no puede atacarse sin riesgos inmediatos» (Obras, V, pág. 344). En su introducción a la Miscelánea harleiana (ibid., V, pág. 191), muestra algunos de los beneficios que en Inglaterra se deben a la «ilimitada libertad con que puede cualquiera escribir sus propios pensamientos». Walpole, en Memorias del reinado de Jorge III (II, pág. 15), escribe sobre el verano de 1764 y señala: «Se cumplimentaron 200 denuncias contra los impresores, número mayor que las examinadas en los treinta años del reinado anterior». <<

[c70] «Ha salido el sol, se ha cosechado el maíz, y al margen de cuanto se haya dicho sobre los peligros de la propiedad privada, quien sembró sus campos es común que los haya cosechado, y quien construyó una casa fue dueño de su puerta; las molestias causadas por las injusticias padecidas, o presuntamente padecidas por cualquier particular, o por cualquier comunidad, han sido locales y pasajeras, no se han extendido ni han durado mucho». Johnson, La falsa alarma, Obras, VI, pág. 170. —HILL <<

[c71] Johnson, como supone Boswell, «una única vez, en el transcurso de su vida, se rebajó a refutar lo que se hubiera escrito en su contra»; [véase pág. 288]. En su Vida de Boerhaave Johnson dice: «Nunca le agriaron las calumnias y las detracciones, ni pensó que fuera necesario refutarlas, “pues son sólo chispas… que, si no se aventan, se apagan solas”». Swift concurre con esta actitud en sus versos Sobre la censura. <<

[c72] «Se asegura que entre noviembre [de 1712] y enero se vendieron 11 000 ejemplares [de La conducta de los aliados]… Ahora bien, todo el que examine este panfleto que tantas maravillas ha obrado, y lo haga con la debida frialdad, reconocerá que su eficacia fue debida a las pasiones que desató en sus lectores, ya que opera gracias al mero peso de los hechos, con poca o ninguna aportación de la mano que lo ha escrito» (Vida de Swift, págs. 47 y 48). <<

[c73] «Cualquier gran hombre, sea cual fuere su grandeza, tiene entre sus amigos algunos que oficiosamente, o bien con insidia, azuzan su repugnancia, hacen hincapié en sus desaires y estimulan su resentimiento» (Johnson, Vida de Pope, pág. 105). —HILL <<

[c74] En 1769 Boswell escribió a la London Magazine una carta que firmó con su propio nombre, en la cual describe el jubileo. Lo acompaña un grabado en el que aparece él mismo tal como se describe más abajo y una crónica escrita sin duda por él. Dice así: «Una de las máscaras más notables en la ocasión fue la del señor James Boswell, con el atuendo de un jefe corso armado. Entró en el anfiteatro a eso de las doce… En el frente del gorro llevaba bordado en oro el lema VIVA LA LIBERTÁ, y en uno de los lados llevaba una bella pluma azul y una escarapela, dándole una apariencia elegante a la par que gallarda… No llevaba máscara que le ocultase el rostro, pues afirmó que no habría sido lo propio en un valiente corso. Nada más entrar en la sala concitó la atención de todos los presentes». <<

[c75] En 1763, por ser autor de The North Briton, n.º 45, Wilkes fue detenido «por una orden judicial emitida a favor de cuatro emisarios autorizados a detener a cualquier persona sin nombrarla ni describirla con exactitud, y a prenderla junto con sus papeles». Esa clase de orden judicial fue declarada «inconstitucional, ilegal y absolutamente carente de contenido» por decisión del juez mayor Pratt (lord Camden). Ann. Reg., VI, pág. 145. —HILL <<

[c76] En primavera de este año, en una reunión del electorado de Southwark, se dieron «instrucciones» al señor Thrale y al otro representante de la circunscripción, sir Joseph Mawbey, de las cuales una decía: «Que promuevan ustedes un decreto para abreviar la duración de la legislatura». Gentleman Magazine, vol. XXIX, pág. 162. <<

[c77] Esta paradoja la había abordado Johnson veintinueve años antes en su Vida de sir Francis Drake (Obras, VI, pág. 366). En Rasselas, cap. 11, considera esta misma cuestión. Imlac se inclina a concluir que «si nada neutraliza las naturales consecuencias del saber, más dichosos somos cuanto más amplio es el alcance de nuestro entendimiento». Enumera entonces las ventajas que la civilización confiere a los europeos. «Sin duda son felices —repuso el Príncipe— quienes gozan de todas esas comodidades». «Los europeos —respondió Imlac— son menos infelices que nosotros, aunque no son felices. La vida humana es en todas partes una condición en la que mucho se debe soportar y poco se disfruta». En carta a la señora Thrale desde la Isla de Skye, Johnson dice así: «El viajero atraviesa los páramos desiertos, gratificado a veces, aunque sean pocas, con la visión de unas cuantas vacas, y muy de vez en cuando halla un amontonamiento de piedras sueltas y de yerbajos en una cavidad entre las rocas, donde un ser nacido con todas las capacidades que la educación expande, y con todas esas sensaciones que la cultura refina, está condenado a guarecerse del viento y la lluvia. Hay filósofos que tratan de inducirse a creer que ésta es una vida de felicidad, aunque lo creen sólo cuando lo dicen, sin haber tenido jamás una seria convicción». (Cartas, n.º 329). —HILL <<

[c78] James Burnet, lord juez del Tribunal Superior de Escocia, con el título de Monboddo. «Era creyente devoto de las virtudes de las épocas heroicas, y estaba convencido del deterioro de la humanidad civilizada, amén de ser gran enemigo de los lujos, al punto que jamás hizo uso de un carruaje». —WALTER SCOTT

En su Origen del lenguaje, a la que hace referencia Boswell en su nota siguiente, tras elogiar a Henry Stephen por su Diccionario de griego, dice así: «En cambio, compilar un diccionario de una lengua bárbara, como lo son todas las lenguas modernas, en comparación con las lenguas eruditas, es tarea a la que un hombre de verdadero genio, antes de aplicarse, preferiría morir de hambre, que es, se dice, la más cruel de las muertes». En el vol. V, pág. 271, dice: «El doctor Johnson era el hombre más envidioso y malévolo que nunca haya conocido». <<

[c79] «Tenía muchas otras rarezas, para cada una de las cuales aducía sólidas razones filosóficas. Como este humor aún fuese a más en él, dio en llevar turbante en vez de peluca, concluyendo con justicia que un vendaje de tela limpia era mucho más sano y aseado que la redecilla de una peluca, que se ensucia con la perspiración frecuente» (Spectator, n.º 576). <<

[c80]

Aunque Artemisa charla, a ratos,

de clásicos, de padres, de ingenios y pelagatos,

y a Malebranche, Boyle y Locke lee con placer,

en unas cuantas cosas me parece que falla;

bien estaría si se cortara las uñas con cizalla,

y llevase un vestido más acorde con su ser.

Pope, Imitaciones de los poetas ingleses Dorset, (Obras, XXXVI, pág. 6).

<<

[c81] [a nota c188, Vol. IV] Lord Auchinleck, según las Cartas de Boswell, I, pág. 177; II, pág. 307. —CHAPMAN <<

[c82] El señor Langton se casó el 24 de mayo de 1770 con la viuda del noveno Conde de Rothes. <<

[c83] Florizel y Perdita es la versión de Garrick sobre el Cuento de invierno, cuyos cinco actos redujo a tres. La idea de la cita es más bien la de «contigo, pan y cebolla». <<

[c84] Horacio, Sátiras, I, 4, 34. <<

[c85] «A este desdichado individuo, expulsado de la sociedad de los hombres por su propia conducta, la escena debió en su día varias piezas de entretenimiento puro y placentero; entre ellas, Amor en una aldea, La doncella del molino» (Forster, Goldsmith, II, pág. 136). «Cuando el señor Bickerstaff se dio a la fuga —dice la señora Piozzi en Anécdotas, pág. 168— y así confirmó su culpa, y mi esposo dijo en respuesta al asombro de Johnson que era sospechoso desde mucho tiempo atrás, se lo dijo así: “Quienes miran de cerca el suelo sólo ven la suciedad”. A lo cual la altanera respuesta de Johnson fue: “Espero, señor, que vea yo las cosas desde mayor distancia”». En la Correspondencia de Garrick figura una carta lastimera, escrita en pésimo francés desde St. Malo, de puño y letra de Bickerstaff. El propio Garrick anotó al margen: «Del pobre y desdichado Bickerstaff. No pude contestarle». <<

[c86] Posiblemente Reynolds. <<

[c87] «Caracteres de hombres y mujeres (1734) es un poema producto de una diligente especulación sobre la vida del ser humano; es mucho el trabajo que le dedicó, y Pope rara vez trabajó en vano… Los Caracteres de hombres, sin embargo, están escritos con más profundo entendimiento, y encierran muchos pasajes de exquisita belleza… En la parte dedicada a las mujeres se aprecian algunos defectos». Johnson, Vida de Pope, pág. 368. <<

[c88] He aquí una buena muestra de esa reserva que Boswell, en su dedicatoria a sir Joshua Reynolds, dice haber puesto en práctica. En un caso particular había «descubierto que el mundo es un gran bufón», y «por lo tanto, en esta obra he sido más cauto y reservado», aun cuando la reserva sea mínima. Cualquiera aventura, con razón, que «uno de los presentes» es el propio Boswell. —HILL <<

[c89] Sin embargo, en su Vida de Pope (pág. 146), Johnson parece ser de la misma opinión que Boswell, ya que al escribir sobre la Zopenquíada dice que «el asunto en sí mismo no tenía nada de mayor interés en general, ya que ¿a quién concierne saber que tal o cual escritor era un zopenco?». <<

[c90] El Duque de Buckingham en Absalón y Aquitofel, de Dryden. <<

[c91] «Jura por tu misma y noble persona, que es el dios de mi idolatría». Romeo y Julieta, acto II, escena 2. Pero era el suyo un dios con el que se tomaba grandes libertades. Así, el 10 de enero de 1776 escribe: «Me he aventurado a montar Hamlet con algunas alteraciones. Ha sido la mayor imprudencia de mi vida, pero es que me había jurado que no abandonaría la escena hasta haber rescatado esa noble obra de toda la escoria que comporta el quinto acto. La he montado sin el truco del enterrador y sin el combate de esgrima. La alteración fue recibida con aprobación en general, mucho más allá de mis expectativas». Garrick, Correspondencia, II, pág. 126. —HILL <<

[c92] Esta comparación entre Shakespeare y Congreve se cita seguramente más a menudo que cualquier otro pasaje de la obra de Boswell. Casi con la misma frecuencia la verdadera opinión de Johnson es objeto de malentendidos, aunque bastarán unos pasajes de sus escritos para aclarar en qué consideración tenía a ambos autores. En la Vida de Congreve, pág. 34, repite lo que dice aquí: «Si se me requiriese escoger de todo el conjunto de la poesía en lengua inglesa el pasaje más poético, no sé qué podría preferir a una de las exclamaciones de La novia enlutada»; sin embargo, de esa misma obra dice: «Contiene más ajetreo que sentimiento; la trama es alambicada, los sucesos se apoderan de la atención, pero salvo en muy contados pasajes más bien nos divierte el ruido y nos deja perplejos la estratagema, en vez de sentirnos así ante la plasmación de los caracteres». En su Prefacio a Shakespeare, publicado cuatro años antes de que esta conversación tuviera lugar, prácticamente responde a Garrick anticipándose a él. «Decíase de Eurípides que cada uno de sus versos era un precepto; de Shakespeare se podría decir que de sus obras cabe extraer todo un código de prudencia en lo social y lo económico. Y, sin embargo, su verdadera fuerza no se aprecia en el esplendor de pasajes concretos, sino en el desarrollo de su trama y el tenor de sus diálogos. Aquel que pretenda recomendarlo mediante una selección de citas actuará como el pedante en Hierocles, que mientras tuvo su casa en venta llevaba de muestra un ladrillo en el bolsillo» (Ed. Acantilado, págs. 10-11). Ignorante, en efecto, es quien piense que Johnson era insensible al «genio trascendente e ilimitado de Shakespeare» (Rambler, n.º 156). «Quien haya leído a Shakespeare con atención tal vez hallará muy pocas novedades en el ancho y poblado mundo» (dedicatoria del Shakespeare ilustrado de la señora Lennox). «Quien no esté aún familiarizado con el talento de Shakespeare, y desee sentir el más elevado placer que pueda proporcionar el teatro, que lea cada obra de la primera a la última escena haciendo caso omiso de todos sus comentaristas. Cuando su atención vuele alto, no permita rebajarse a la corrección o la aclaración de turno» (Ed. Acantilado, págs. 99-100). Y al final del Prefacio cita a Dryden: «Shakespeare fue entre todos los poetas modernos, y tal vez también entre los antiguos, quien tuvo un alma más amplia y universal» (ibid., pág. 101). La señora Piozzi (Anécdotas, pág. 58) dice que un día «le obligué a elegir entre la descripción de la noche que hace Young y otras muy admiradas de Dryden y Shakespeare». Johnson terminó diciendo: «Young lanza espumarajos, y burbujas, con mucho vigor a veces, pero no debemos comparar, señora, el ruido que hace su tetera al hervir con el rugir de la mar océana». <<

[c93] Sucesivamente, Enrique IV, acto IV y prólogo; Romeo y Julieta, acto IV, escena 3; El rey Lear, acto IV, escena 6. —HILL <<

[c94] Posiblemente, Malone. <<

[c95] «Cuando Charles Townshend leyó en parte los Elementos de critica, de lord Kames, dijo: “Ésta es la obra de un hombre de escasas entendederas que se ha vuelto caprichoso”, caracterización sumamente precisa de cómo era lord Kames como escritor» (Boswelliana, pág. 278). De ella dijo Hume que «partes de la obra son ingeniosas y curiosas, pero es demasiado abstrusa y compacta para gustar al público en general» (J. H. Burton, Hume, II, pág. 131). Voltaire también ridiculizó el libro. <<

[c96] Abbé Du Bos, 1670-1742. «Tous les artistes lisent avec fruit ses. Réflexions sur la poésie, la peinture et la musique. C’est le livre le plus utile qu’on ait jamais écrit sur ces matières chez aucune des nations de l’Europe» (Voltaire, Siècle de Louis XIV, Œuvres, XIV, pág. 66).

Dominique Bouhours, 1628-1702. De su Manière de bien penser sur les ouvrages d’esprit dice Voltaire que enseña a los jóvenes «à éviter l’enflure, l’obscurité, le recherché, et le faux» (ibid., pág. 44). <<

[c97] En La falsa alarma, publicado menos de tres meses después de esta conversación, Johnson describe cómo se llevaba a cabo la recogida de firmas. «El procedimiento es de sobra conocido. Un cargo que ha sido privado de su prebenda regresa a su lugar de origen, refiere a sus amistades que es incapaz de prestarles ningún servicio y comunica a los votantes a qué extremos llegan las corruptelas en que incurre el gobierno. Sus amigos rápidamente comprenden que quien nada gana a cambio nada podrá dar. Acuerdan la convocatoria de una reunión; se sirve comida y bebida en abundancia; con facilidad se congrega el gentío, y quienes piensan que conocen la razón de la reunión se proponen convencer a quienes no la conocen; la cerveza y el clamor ayuntan sus poderes… Se lee la proclama y se aprueba por unanimidad. Quienes aún están sobrios y atinan a escribir, estampan sus firmas; el resto lo haría si pudiera» (Obras, IV, pág. 172). No obstante, las peticiones en favor del doctor Dodd fueron rechazadas. Johnson dijo: «A buen seguro que la voz del público, cuando clama tan fuerte y clama misericordia, debe ser escuchada» (Pág. 1060). Walpole, refiriéndose a las numerosas peticiones que se presentaron al Rey durante este año (1769), carga contra «un ejemplo tan incongruente con los principios de la libertad, que apela a la Corona en contra de la Cámara de los Comunes». No pocas peticiones firmadas reclamaban la disolución del Parlamento. <<

[c98] Posiblemente el reverendo B. Lovelling. <<

[c99] Percy escribe que «esta espléndida muestra de poesía heroica había pasado por ser antigua… Hay razones de peso para sospechar que la mayoría de sus donosuras son de moderna creación, y que al menos éstas, si no todas, han manado de la pluma de una dama que ha vivido en este siglo» (Reliquias, 1765, II, pág. 87). Se trata de Elizabeth Halket, lady Wardlaw, fallecida en 1727. La balada fue impresa por vez primera en 1719. <<

[c100] En 1674 John Ray publicó Una colección de palabras inglesas que por lo común no se emplean… en dos catálogos alfabéticos. Uno corresponde a los condados del norte, otro a los del sur. En 1768 se publicaron en un solo volumen. <<

[c101] «La vida no es sino una sombra que camina, un pobre actor que vacila y flaquea cuando le llega la hora en escena». Macbeth, acto V, escena 5. <<

[c102] «La comedia doméstica es a menudo más eficaz en la escena que en la página; la tragedia solemne siempre lo es menos». Johnson, Prefacio a Shakespeare, ed. Acantilado, pág. 38. Según Murphy (Vida, pág. 145), Johnson menospreciaba así a Garrick y el trabajo en escena: «Lo cierto es que Johnson no era capaz de percibir las pasiones que se suscitaban y se perseguían unas a otras en los variados rasgos de ese rostro expresivísimo, y tampoco en su manera de recitar los versos, que era impresionante, maravillosa, de modo que a las claras mostraba que, a su entender, era en demasía artificioso el tono y la mesura de la cadencia en la declamación en escena». —HILL <<

[c103] Véase más adelante, donde Johnson habla del «talento preciso para conversar» que tenía Cibber y dice que «sólo necesitaba la mitad, pues la otra mitad de lo que decía eran juramentos». <<

[c104] El 18 de octubre, un día antes de lo dicho, y no dos, cuatro hombres fueron ahorcados en Tyburn [en lo que hoy es prácticamente el mismo sitio en que se levanta Marble Arch] por haber cometido robos en diligencias (Gent. Mag., vol. XXXIX, pág. 508). En El hipocondríaco (n.º 68, de la London Mag. de 1783, pág. 203), Boswell vuelve a publicar una carta escrita el 26 de abril de 1768 al Public Advertiser, tras presenciar la ejecución de un abogado llamado Gibbon y de un joven bandolero. «Debo confesar que jamás me ausento de una pública ejecución… Al principio me espeluznaba presenciarlas. Me causaban una intensa revulsión la piedad y el terror, y pasaba luego varios días, y noches sobre todo, sumido en un ánimo penoso. No obstante, insistí en asistir a las ejecuciones, y poco a poco menguó mi sensibilidad, de modo que ahora puedo presenciarlas sin perder la compostura… Puedo explicar esta curiosidad en términos filosóficos si considero que la muerte es el objeto más espantoso que se presenta a la contemplación de cualquier hombre, de todo el que dirija sus pensamientos con seriedad hacia el futuro… Por tanto, siento una apetencia irrefrenable de estar presente en cualquier ejecución, ya que en ellas contemplo los diversos efectos que causa la inminencia de la muerte». Sostiene que «la curiosidad que impulsa a las personas a estar presentes en escenas tan estremecedoras es sin duda prueba de su sensibilidad, no de indiferencia. Es de reseñar que la mayoría de los asistentes son del género femenino». Boswell incluso indujo a sir Joshua Reynolds a presenciar la ejecución de un antiguo criado de la señora Thrale. —HILL <<

[c105] Durante una grave enfermedad, Johnson escribió así a la señora Thrale: «Cuando se siente uno inclinado a quejarse de la poca atención que se le depara, más le valdría reflexionar sobre lo poco que contribuye a la felicidad ajena, y el poco sufrimiento que le causan los dolores de los demás. Tal vez no sea de lamentar que esas cuitas y solicitudes no sean largas ni frecuentes, pues por fuerza han de ser vanas; tampoco podemos extrañarnos de que, en un estado en el que todos hemos de sufrir nuestros males, pocos tengan tiempo para los ajenos». Cartas, n.º 204. <<

[c106] En 1766, Foote perdió una pierna al caerse de un caballo demasiado brioso, en el que montó a resultas de una broma. Más que una nota al pie, ésta es una nota a la pierna entera. <<

[c107] «Le había abordado de manera sumamente grosera una mujer de la calle. Tras alejarla de un golpe, se vio cercado por tres matones. Echó a correr con mucho miedo, pues era un hombre timorato. En la persecución, acuchilló a dos de sus asaltantes con una pequeña navaja que llevaba en el bolsillo. Garrick y Beauclerk dieron testimonio de que en el extranjero todo el mundo llevaba una navaja como ésa, ya que en las posadas sólo se proporcionaba tenedor. “Cuando viaja usted al extranjero, ¿lleva encima una navaja como ésta?”, preguntó el fiscal a Garrick. “Sí —respondió—, pues de lo contrario me quedaría sin vituallas”». El doctor Johnson: sus amigos y sus críticos, pág. 288. He extraído de las actas judiciales de 1769, pág. 431, los siguientes testimonios sobre el carácter de Baretti: «SIR JOSHUA REYNOLDS: Conozco al señor Baretti desde hace quince o dieciséis años. Es un hombre de una gran humanidad, y muy activo en sus esfuerzos por ayudar a sus amigos. Es un caballero de buen natural; que yo sepa, nunca ha tenido una trifulca. Es sobrio por disposición… Este incidente se produjo en una noche de reunión de los reales académicos. Esperábamos su asistencia, y preguntamos por él antes de saber lo ocurrido». «DOCTOR JOHNSON: Creo que comencé a tratar al señor Baretti en el año 53 o 54. He tenido íntima amistad con él. Es un hombre de letras, muy estudioso y de gran diligencia. Se gana la vida con sus estudios. No tengo motivos para pensar que jamás le haya trastornado el licor. Es un hombre al que siempre he tenido por persona apacible, y que me parece bastante timorato y nada bravucón». «PREGUNTA: ¿Tenía adicción a tomar mujeres por la calle?». «DR. J.: Que yo sepa, nunca». «PREGUNTA: ¿Qué tal vista tiene?». «DR. J.: Ahora mismo no me ve, ni yo a él. No le creo capaz de haber asaltado a nadie en plena calle sin mediar una grave provocación». «EDMUND BURKE: Lo conozco desde hace tres o cuatro años; es un hombre ingenioso, de notable humanidad, y de muy buen conformar en todo». «DAVID GARRICK: Nunca he conocido a un hombre cuya benevolencia fuera más activa… Es hombre de gran probidad moral». «DOCTOR GOLDSMITH: He tenido el honor de recibir al señor Baretti en mis aposentos del Temple. Es un hombre sumamente humano, benévolo, pacífico». También Fitzherbert y el doctor Hallifax prestaron testimonio. Es curioso que Boswell no haga mención de Reynolds ni de Goldsmith entre los testigos. Los avalistas de Baretti ante lord Mansfield fueron Burke, Garrick, Reynolds y Fitzherbert. La señora Piozzi relata las siguientes anécdotas de Baretti: «Cuando Johnson y Burke fueron a visitarlo a la cárcel de Newgate, poco consuelo pudieron darle, y tampoco alimentaron mucho sus esperanzas. “¿Por qué, qué podría temer —dijo Baretti colocándose entre ambos— quien sostiene dos manos como las que yo sostengo?”. Un italiano fue a ver a Baretti, estando éste en Newgate acusado de asesinato, y le pidió una carta de recomendación. “Mentecato —respondió Baretti muy encolerizado—, si estuviera yo en mi residencia lo arrojaba ahora mismo a patadas por las escaleras”». El doctor T. Campbell, en su Diario (Johnson Miscellanies, II, pág. 44, ed. de HILL), escribió el 1 de abril de 1775 que «Boswell y Baretti… según supe… son enemigos mortales, tanto que Murphy y la señora Thrale reconocieron que Boswell había expresado su deseo de que Baretti fuese condenado a la horca por el desafortunado episodio en que mató a un hombre». —HILL <<

[c108] Lord Auchinleck. <<

[c109] Idéntico dicho se recoge más adelante, en pág. 1667, así como en el Diario de un viaje a las Hébridas, 5 de octubre. Goldsmith dijo en su día algo semejante: «No es posible discutir con un hombre así, pues, al igual que el caballo del tártaro, si no conquista a la carga, su coz por detrás resulta fatal» (Monthly Magazine, 1793, vol. XXIV, pág. 261). «En cualquier discusión —escribió Reynolds—, no se tomaba la molestia de andarse con circunlocuciones, sino que se oponía frontal y directamente a su adversario. Peleaba con armas de toda clase, con comparaciones ridiculas, con símiles, y cuando esto fallara recurría a la rudeza y al sesgo autoritario. Le parecía imprescindible no salir vencido en la discusión. Tenía una virtud que me parece una de las más difíciles de ejercer. Tras una acalorada disputa, caso de tener conocimiento de que su adversario se había resentido de su rudeza, era el primero en buscar la reconciliación… Es fácil creer que no buscaba la victoria con tal denuedo ante sus íntimos, en conversaciones cara a cara en las que no hubiera testigos. De haberse conducido con ellos igual que en público, sus amigos nunca habrían tenido el amor y el afecto que todos sienten y profesan por su memoria» (Leslie y Taylor, Reynolds, II, págs. 457, 462). <<

[c110] El propio Bozzy, según la señora Piozzi. <<

[c111] Cuando estuvo en Escocia nunca entró en una iglesia. «No sancionaré con mi presencia una congregación presbiteriana», dijo. Estando en Francia, acudió a los servicios de una iglesia católica. —HILL <<

[c112] La frase está tomada de Shakespeare, Dos caballeros de Verona, acto III, escena I. <<

[c113] La señora Piozzi (Anécdotas, pág. 97) refiere que un día en Streatham, «cuando estaba meditabundo ante el fuego de la chimenea… un joven caballero se le acercó de repente y, supongo que sin el debido respeto, le interpeló así: “Señor Johnson, ¿usted me aconsejaría que me case?”. “Yo a nadie aconsejaría que se case, señor mío —respondió en tono muy colérico—, si no va a saber propagar el entendimiento”, y salió de la sala. Nuestro invitado pareció muy confuso, y creo que apenas había recobrado la conciencia de su propia existencia cuando Johnson regresó, y acercando su silla a donde estábamos, con actitud distinta y la voz más ponderada, se sumó a la charla general, que de manera inconsciente derivó hacia el asunto del matrimonio, sobre el cual hizo una disertación tan útil, tan elegante, tan fundamentada en el verdadero saber de la vida humana, y tan adornada de bellos sentimientos, que nadie recordó la ofensa, si no fue para regocijarse de sus consecuencias». —HILL <<

[c114] «La falsa alarma, su primer panfleto de carácter político y el que más apreciaba de los suyos, lo escribió en nuestra casa entre las ocho de la noche de un miércoles y las doce de la noche del jueves; se lo leímos al señor Thrale cuando volvió a hora muy avanzada de la Cámara de los Comunes». Piozzi, Anécdotas, pág. 41. En cuanto a El patriota, Johnson dice que se lo pidieron un viernes y estaba listo el sábado. <<

[c115] Wilkes fue elegido miembro del Parlamento por Middlesex en las elecciones generales de marzo de 1768. No ocupó su escaño, pues fue encarcelado antes de constituirse el Parlamento. En febrero de 1769 fue declarado no apto para formar parte del mismo. Días después volvió a ser elegido sin oposición, pero su elección volvió a quedar anulada. El 13 de abril volvió a ser elegido por 1143 votos frente a los 296 que cosechó su oponente, el coronel Luttrell. Su elección volvió a ser anulada. El 15, Luttrell fue nombrado miembro del Parlamento. Parl. Hist., XVI, pág 437. —HILL <<

[c116] Forster, en Goldsmith (II, 388), pone de manifiesto cuán leve fue este cambio. Menciona un «memorial en favor del menos válido de los partisanos a destajo, Shebbeare…, que le permitió la obtención de una pensión de doscientas libras anuales. Lo firman quince miembros de la Cámara de los Comunes, en solicitud de una pensión que “le permita seguir acometiendo esa laudatoria inclinación que tiene a la hora de manifestarse con celo al servicio de Su Majestad y el gobierno”; dicho de otro modo, permite que un bribón reciba un soborno por respaldar a una administración corrupta». Walpole, en 1757 (Cartas, IV, pág. 26), dijo de Shebbeare que era una persona «que había tomado la piadosa resolución de hallar a fuerza de escribir un sitio en la picota», pero que «falló en ambos empeños». En una nota añadió que «logró hacerse un sitio en la picota antes de que terminase el reinado, y una pensión al comienzo del siguiente, aunque por el mismo mérito en ambos casos, escribir en contra del rey Guillermo y de la Revolución». —HILL <<

[c117] Stockdale, que nació en 1730 y murió en 1811, escribió unas Memorias, un libro largo y tedioso que contiene sin embargo algunas anécdotas interesantes sobre Johnson. Se consideraba maltratado por los editores, sobre todo cuando prescindieron de él y optaron por Johnson para editar las Vidas de los poetas. Tuvo vivienda tanto en Johnson’s Court como en Bolt Court, pero nunca vio con buenos ojos a su vecino. Johnson, en su Vida de Waller (pág. 61), cita la vida que escribió Stockdale del poeta y dice de él que fue «su último biógrafo ingenioso». D’Israeli, en Calamidades de los autores, señala que «el librero Flexney se quejaba de que siempre que este poeta acudía a la ciudad a él le costaba veinte libras. Stockdale le llevaba lo que deseaba, y Flexney se encontraba con el artífice, pero nunca con la obra». —HILL <<

[c118] «Creo que la mayoría de los hombres podría repasar la vida que ha transcurrido al alcance de su observación sin recordar un solo ejemplo de resolución eficaz, o sin ser capaz de aducir una sola muestra de una práctica súbitamente transformada a raíz de un cambio de opinión o de una determinación en firme» (Idler, n.º 27). <<

[c119] En 1767, Farmer publicó su Ensayo sobre el saber de Shakespeare, en el que quiso demostrar que el conocimiento que tenía Shakespeare de los clásicos lo adquirió sobre todo mediante traducciones. <<

[c120] Johnson había sufrido mucho de reumatismo y de otros trastornos durante todo el año. El 14 de abril señala «espasmos estomacales que me han traído a mal traer durante años, y que en los dos últimos me han acosado hasta casi sacarme de quicio». Por Pascua, gracias a los potentes remedios aplicados, estaba mucho mejor. «Muchos dolores tengo, aunque muchos tal vez tengan padecimientos mayores, faltos además de alimentos, de calor, de cobijo, por más que mis cuitas se me antojen enojosas con todas las comodidades que la riqueza y la bondad me permiten disfrutar». (Se hallaba alojado en casa del señor Thrale). Plegarias y meditaciones, pág. 85. <<

[c121] «Pontificum libros, annosa volumina vatum, | dictitet Albano Musas in monte locutas». [«Los libros de los pontífices y los añosos rollos de los vates»]. Horacio, Epístolas, II, I, 26. El Monte Albano es equiparable al Parnaso griego. <<

[c122] «Hablar en público, meditar en soledad, leer y oír, inquirir y dar respuesta a las preguntas, son los cometidos del erudito» (Rasselas, cap. 8). La señorita Burney comenta una curiosa muestra de consulta por correo. La carta llegó «de las islas Orcadas, y el franqueo costó al doctor Johnson un chelín y seis peniques». El autor de la misma, un clérigo, dice que «faena a despecho de un peculiar infortunio, del cual no atina a dar explicación, y es que si bien muy a menudo escribe cartas a sus amigos y conocidos, rara vez tiene respuesta; encarece por tanto al doctor Johnson que lo tome en consideración y le explique a qué extraña causa cabe atribuir tal cosa» (madame d’Arblay, Diario, II, pág. 96). —HILL <<

[c123] «Se ha indagado cómo pasaba [Swift] el resto de su tiempo, cómo empleaba sus horas de estudio, con curiosidad no satisfecha, pues ¿quién podría dar cuenta del estudio ajeno? No es probable que Swift reconociera tales intimidades con sus allegados, ni que diera una pormenorizada relación de sus ocios o sus negocios» (Johnson, Vida de Swift, pág. 69). —HILL <<

[c124] En su Inspección del sur de Irlanda, ed. de 1777, T. Campbell dice que «por un artículo del código penal, si un papista posee un caballo que valga cincuenta, o quinientas libras, un propietario protestante puede comprárselo pagando cinco». —HILL <<

[c125] En 1753, Jonas Hanway publicó una Relación histórica del comercio británico en el mar Caspio, con un diario de sus viajes de Londres a Rusia y Persia, en cuatro volúmenes. En 1756 publicó un Diario de ocho días de viaje desde Portsmouth hasta Kingston upon Thames, con pensamientos misceláneos, etc., al cual se añade un ensayo sobre el té. <<

[c126] «Fue llevado al paraíso, donde oyó palabras secretas que el hombre no puede decir». 2 Corintios, 12, 4. <<

[c127] Stockdale informó a Johnson de que Pope en su día había dicho a Lyttelton que la razón por la cual no tradujo a Homero en verso blanco era que «más fácilmente lo podía poner en verso rimado». «Señor —replicó Johnson—, cuando Pope dijo eso, sabía que estaba mintiendo» (Stockdale, Memorias, II, pág. 44). En la Vida de Somerville (pág. 8), Johnson dice que «si el verso blanco no es tumefacto y henchido, es prosa que cojea». <<

[c128] La primera de las falsificaciones de Macpherson fue Fragmentos de poesía antigua recopilados en las Tierras Altas, Edimburgo, 1760. En 1762, publicó en Londres, Fingal, antiguo poema épico en seis libros, junto con algunos otros poemas, compuestos por Osián, hijo de Fingal. <<

[c129] Hannah More acompañó al doctor Kennicott en la hora de su muerte. «Así terminó una vida —escribió en sus Memorias, I, pág. 289— cuyos últimos treinta años dedicó honorablemente a cotejar las Sagradas Escrituras en hebreo». <<

[c130] «Sólo en la juventud viven infelices los mortales; ay, empero, es fugaz la dicha poderosa, | llega la enfermedad incolora, las cuitas y el ansia | y llega la edad, y la inexorable condena de la muerte». Geórgicas, III, 66. En la primera edición, aquí terminaba la Collectanea del doctor Maxwell. Todo lo que sigue fue incluido en la segunda edición. <<

[c131] Una estimación de los modales y principios de la época (1757). «Se publicó entonces la Estimación de Brown, un libro que hoy sólo se recuerda en las alusiones de Cowper [Charlas de sobremesa] y en las Cartas sobre una paz regicida, de Burke. Fue leído y admirado universalmente. El autor convenció a sus lectores de que eran un hatajo de cobardes y bribones, de que nada podría salvarlos, de que estaban a punto de caer esclavos de sus enemigos, de que los ricos se merecían ese destino» (Macaulay, Ensayos de historia, «Pitt», 1923, pág. 258). Brown escribió dos tragedias, Barbarroja y Athelstan, que Garrick estrenó en Drury Lane. <<

[c132] Juvenal, Sátiras, I, III, 2. «Sin embargo, pensándolo con más calma, le alabo el gusto» (Johnson, Londres, 3). <<

[c133] Efesios, 6, 12. Johnson (Obras, VI, pág. 198) tacha a Junius de «uno de los contados escritores de esta despreciable facción, cuyo nombre no deshonra la página escrita por un adversario», aunque termina diciendo así: «Y, como dice Pope, ¿quién ha de ser sacerdote, allí donde el simio es dios? ¿Y quién será la bestia de carga de esa comitiva que encabezan Wilkes y Crosby, Sawbridge y Townsend?» (pág. 206). <<

[c134] Boswell, sospecho, cita este pasaje de oídas, ya que el original dice: «De haber podido hacerse con el dinero, podría haberlo contado» (pág. 68). En el British Museum hay ejemplares de la primera edición tanto morigerados como en crudo. —HILL <<

[c135] Boswell se casó con su prima, Margaret Montgomerie, el 25 de noviembre de 1769, en la misma fecha en que su padre contrajo matrimonio en segundas nupcias. Más que una coincidencia, es buena muestra de las relaciones que tenían padre e hijo. En su Carta al pueblo de Escocia (1785, pág. 55), Boswell describe a su esposa como «una Montgomerie de pura cepa, a la que aprecio y amo, tras quince años juntos, como el día en que me otorgó su mano». <<

[c136] «Musis amicus, tristitiam et metus Tradam». [«Mientras goce de la amistad de la musa, ni el miedo ni la pena han de alterar mi descanso; lleváosla, vientos veloces, y ahogadlos en el mar de Creta»]. (Horacio, Odas, I, 26, I). <<

[c137] Horacio, Odas, I, pág. 22, 5. <<

[c138] Juan, 15, 24. <<

[c139] La petición fue desestimada por 217 votos en contra y 71 a favor (Parl. Hist., XVII, pág. 245-297). Gibbon, en una carta del 8 de febrero de 1772, dos días después de la votación (Obras misceláneas, II, pág. 74), felicita a Holroyd «por la reciente victoria de nuestra querida mamá, la Iglesia anglicana. El pasado jueves tuvo a 71 hijos rebeldes, que quisieron despreciar su voluntad aduciendo una locura pasajera, pero encontró a 217 valiosos adalides encabezados por lord North, Burke y Charles Fox, si bien reconocieron que las treinta y nueve cláusulas de su testamento eran absurdas e irracionales, a pesar de lo cual respaldaron su validez con humor infinito. Por cierto, Charles Fox se preparó para esa guerra santa pasando veintidós horas dedicado al piadoso ejercicio del azar; su devoción le vino a costar sólo unas 500 libras a la hora; en total, unas 11 000».HILL <<

[c140] El doctor Nowell (pág. 1689) había predicado en este año el sermón de ayuno ante la Cámara de los Comunes el 30 de enero, aniversario de la ejecución de Carlos I, y había recibido el unánime agradecimiento al uso. El 25 de febrero se ordenó que ese voto de agradecimiento fuese a criterio de cada parlamentario. A la publicación de dicho sermón se vio que Nowell había afirmado que Jorge III estaba dotado de idénticas virtudes que Carlos I, y que los parlamentarios eran descendientes de quienes se opusieron a aquel monarca. El 2 de marzo, Montague presentó una moción para abolir el ayuno conmemorativo, que fue rechazada por 125 a 97 votos. El ayuno sólo se abolió en 1859, pasados trece años del siglo que Johnson había calculado natural. —HILL <<

[c141] El siguiente extracto de la Gent. Mag. de febrero de 1772, pág. 92, tal vez aclare el sentido de las palabras de Johnson: «Según quienes se oponen a la ley, esto equivale a poner en poder del Rey el orden sucesorio, ya que bien podría impedir, si así lo quisiera, que las ramas mayores de su familia contrajeran matrimonio, y de ese modo podría dejar la sucesión en manos de las más jóvenes. Sea como sea, ¿no equivale a convertir la sagrada institución del matrimonio en un mero contrato estatal?» Walpole (Memorias del reinado de Jorge III, I, pág. 37) reseña que «en un plazo de tres semanas se afirmaron los treinta y nueve artículos y se renunció al Nuevo Testamento». <<

[c142] Lord Cullen, Boswell Papers, IX, pág. 253. <<

[c143] Lady Emily Hervey. —SEÑORA PIOZZI <<

[c144] «El príncipe de los pintores dublineses», según Swift (Obras completas, ed. de 1824, XVIII, pág. 83). Foote lo puso en solfa con el sobrenombre de «Pedro Párrafo» en The Orators, la misma pieza en la que quiso poner en solfa a Johnson (véase pág. 553). «Faulkner se consoló, pendiente del juicio por difamación, pirateando el libelo y vendiéndolo a su antojo» (Forster, Goldsmith, I, pág. 287). —HILL <<

[c145] Un anónimo en la Monthly Review, vol. LXXVI, pág. 374 (sin duda Murphy) dice así: «Buen número de amigos, como Johnson, Burke, Murphy y otros, cenaron en casa de Garrick en Navidad de 1760. Foote estaba entonces en Dublín. En la mesa se dijo que lo había azotado a fustazos un boticario por mofarse de él en la escena». «Me pregunto —dijo Garrick— que pueda alguien tener tanto resentimiento contra Foote… En Londres, nadie pensó jamás que valiera la pena reñir con él». «Yo me alegro —apostilló Johnson— de que le vaya así de bien por el mundo». La anécdota llegó a oídos de Foote, quien aseguró que iba a poner en solfa al Calibán de la literatura. Informado de sus planes, Johnson avisó a Foote de que como el teatro tenía por intención la reforma de los vicios, pasaría del palco al escenario y le corregiría en público. Foote renunció a sus planes. No hubo malestar entre ambos. —HILL <<

[c146] Olof von Daline, 1708-1763, uno de los padres de la moderna literatura sueca. Su historia, Svea rikes historia, se publicó en 1747-1760. <<

[c147] Puffendorf sostiene que «tutores y maestros de escuela tienen derecho al uso moderado de una amable disciplina sobre sus discípulos», y añade de manera un tanto superflua «el caveat de Grotius, a saber, que no se amplíe hasta el poder de causar la muerte». —CROKER <<

[c148] Lord Campbell (Vidas de los Cancilleres, V, pág. 449) señala que esta conversación tuvo lugar poco después de la designación «del incompetente Bathurst» como canciller. Y añade que «no habría tenido lugar siendo cancilleres lord Hardwicke o lord Somers». —HILL <<

[c149] «Eso es villanía, y demuestra penosa ambición en el memo que lo emplea» (Hamlet, acto III, escena 2). <<

[c150] Henry Dundas, más adelante Vizconde de Melville. Boswell escribió a Temple el 22 de mayo de 1775: «Harry Dundas va a ser nombrado abogado del Rey… ¡Lord abogado del Rey a los treinta y tres años! No puedo por menos que montar en cólera y sentir cierto temor. No cabe duda de que tiene grandes facultades, pero es un perro sin adiestrar, analfabeto, hosco» (Cartas, n.º 142, I, pág. 225). Walpole dice que es «el más apestoso de los escoceses, aborrecible además por el sanguinario discurso que le valió el sobrenombre de “Hambruna”» (Memorias del reinado de Jorge III, II, pág. 479). Y añade: «El término hambruna [starvation], de feliz acuñación, libró a todo un continente de las harpías del norte que se habían propuesto devorarlo». <<

[c151] En el Plan del Diccionario Johnson en efecto señala las distintas pronunciaciones posibles con gran detalle, admitiendo todas ellas por igual. «Las vocales… se pronuncian de un modo caprichoso y con gran diversidad, sea por accidente o por afectación, no sólo en cada provincia, sino también en boca de cada hablante», y aduce por ejemplo que Swift rima great de un modo y de otro en un marco de menos de diez versos. <<

[c152] Al doctor Henry More, de Cambridge, no le tenía Johnson en mucha estima. Era platónico y, para Johnson, visionario. A menudo lo citaba antes de echarse a reír: «En la consumación de todas las cosas ha de darse el caso de que la eternidad estreche la mano de la opacidad» (Hawkins, Johnson, pág. 543). <<

[c153] Lá crónica del juicio se titula «La gran cuestión de religión considerada a fondo. Si hemos de obedecer a Dios o al hombre, a Cristo o al Papa, a los profetas y apóstoles o a los prelados y sacerdotes. Humildemente presentada al Rey y al Parlamento de Gran Bretaña por E. Elwall. Con una crónica del juicio del autor en los tribunales de Stafford, en presencia del juez Denton. Londres». Sin fecha. Parece ser que Elwall era un cuáquero de la fe unitaria. Fue denunciado por publicar un libro contra la doctrina de la Trinidad, pero declarado inocente, escribe, y tratado por el juez con gran humanidad. Priestley recibió una relación del juicio gracias a un caballero que estuvo presente, y que describió a Elwall diciendo que era «un hombre de gran estatura, cabellos blancos, luenga barba y ropas holgadas, que inspiraba un gran respeto. Habló durante una hora con gravedad, fluidez y gran presencia de ánimo». El juicio tuvo lugar en 1726. «Es imposible —añade Priestley (Obras, ed. de 1831, II, pág. 417)— que una persona libre de prejuicios lea el relato que hace Elwall de su juicio sin sentir la mayor de las veneraciones por él». Lo cierto es que Elwall habló con la convicción de los primeros cuáqueros. Nunca fue miembro de la Sociedad de los Amigos; parece haber sido un baptista de la Iglesia del Séptimo Día. Era comerciante de alimentos. —HILL <<

[c154] «La vida del doctor Parnell es tarea a la que de muy buena gana renunciaría, ya que la ha escrito Goldsmith hace poco, y es un hombre de capacidad tan variada, con tan feliz resolución que siempre parecía el mejor en lo que estuviera haciendo… Lo que ya está contado, ¿quién querrá contarlo de nuevo? He hecho un resumen de su larga crónica, y me alegro de que ello me preste ocasión de rendir homenaje a la memoria de Goldsmith» (Johnson, Vida de Parnell, págs. I, 2). —HILL <<

[c155] Fue Luis XIV quien dijo que «Toutes les fois que je donne une place vacante, je fais cent mécontents et un ingrat» (Voltaire, Siècle de Louis XIV, cap. 26). «Cuando otorgo un puesto —dijo Luis XIV—, a cien dejo descontentos y a uno ingrato» (Johnson, Vida de Swift, pág. 51). Sobre esta idea diserta Johnson en Rasselas, cap. 27. <<

[c156] Según escribe Walpole (Cartas, VIII, pág. 313) el 9 de julio de 1773, «el Panteón sigue siendo el edificio más bello de toda Inglaterra». Dos meses antes de que Johnson lo visitara, Gibbon señala que «el Panteón, en cuanto al tedio y la magnificencia, es la maravilla del siglo XVIII y del Imperio Británico» (Miscelánea, II, pág. 74). Evelina, en la novela de la señorita Burney, compara el Panteón con Ranelagh: «Me asombró mucho la belleza del edificio, muy superior a todo lo que había imaginado. Sin embargo, tiene más la apariencia de una capilla que de un templo de la diversión, y aunque me encantó la magnificencia de la sala, me pareció que allí no me sentiría tan contenta y despreocupada como en Ranelagh, pues hay allí algo que mueve a la reverencia y la solemnidad, más que al alborozo y al placer». Ranelagh estaba en Chelsea, el Panteón en Oxford Street. Se inauguró en enero de este año. <<

[c157] A su marido, el señor Godfrey Bosville, Boswell [pág. 1389] lo llama «mi superior en el condado de York». La hija de ambos fue una de las jóvenes a las que Boswell pasa revista en sus cartas a Temple con intenciones casaderas, «pero me temo que, como mi suerte no está echada en Escocia, esa belleza no se dará por contenta. Además, es de talante grave. Veremos» (Cartas, n.º 56). La dama casó con sir A. Macdonald, el poco hospitalario huésped de Johnson en la Isla de Skye (Diario de un viaje a las Hébridas, 2 de septiembre). <<

[c158] James Elphinston, según Croker. <<

[c159] En el Diccionario define abyecto [heinous] como ‘atroz, perverso en grado máximo’. <<

[c160] Efesios, 5, 5. <<

[c161] La definición de putañero [whoremonger] en el Diccionario es ‘el que tiene comercio con una fornicatriz’. <<

[c162] Johnson había llamado a Churchill «majadero». «He señalado —dijo la señorita Reynolds— que su desagrado ante quien fuera rara vez le incitaba a decir más que tal o cual individuo era un majadero o, a lo sumo, un mentecato» (Croker, Boswell, V, pág. 394). También Goldsmith llamó mentecato a Sterne; no se equivoca Forster (Vida de Goldsmith, I, pág. 260) al decir que este pasaje de El ciudadano del mundo hace alusión al autor de Tristram Shandy: «En Inglaterra, si un mentecato deslenguado se hace sitio en la comunidad, hace reír a carcajadas a todos los presentes; no escapará del oprobio así que busque refugio en la nobleza». —HILL <<

[c163] Dice Hannah More en 1780 (Memorias, I, pág. 168) que «nunca vi a Johnson de veras enojado conmigo más que una sola vez. Aludí… a un ingenioso pasaje de Tom Jones, a lo cual repuso: “Me pasma oírle a usted citar un libro tan pernicioso. Lamento que lo haya leído: es la suya una confesión que ninguna dama modesta debiera hacer jamás. No conozco yo una obra tan corrupta como ésa.” (…) Llegó al extremo de negarle a Fielding el gran talento que se le atribuye, y estalló en un panegírico de su gran competidor [en el arte de la novela], Richardson, del cual dijo que era muy superior por talento y por virtud, y al cual llamó el mayor de los genios que se había hecho un sitio con luz propia por esa senda de la literatura». Sin embargo, en su prefacio a Evelina, la señorita Burney se manifiesta «entusiasmada con el ingenio de Fielding y el humor de Smollett». Resulta extraño que si Johnson condenaba a Fielding, hubiera revisado el epitafio de Smollett «con dedicación ardiente y honradez liberal» (al decir de Boswell, en el Diario de un viaje a las Hébridas). Macaulay, en su Discurso sobre el derecho de propiedad intelectual (Discursos, 1854, pág. 241), dijo de las novelas de Richardson que «ningún otro escritor ha hecho tanto por enaltecer la fama del genio inglés en tierras extranjeras. Nadie escribe con tanto patetismo. Nadie, salvo Shakespeare, manifiesta un conocimiento más profundo del corazón humano». Walpole (Cartas, VI, pág. 163) dijo de Richardson que «escribía lamentos [refiriéndose a Clarissa y a Sir Charles Grandison] que son retratos de la vida de buen tono tal como los concebiría un librero, y romances tal como los espiritualizaría un predicador metodista». Lord Chesterfield tampoco tenía en gran estima a Richardson. No deja de ser curioso que Hill silencie una nota de Burney, en la que éste atribuye la severidad de Johnson hacia Fielding no a su estilo, sino a su vida licenciosa, y al libertinaje de sus personajes masculinos. Sus novelas, así pues, eran entretenimiento apto para hombres, no para mujeres. <<

[c164] Boswell (Cartas, n.º 277), el 21 de junio de 1790 describió a Temple los insultos de ese «individuo brutal», lord Lonsdale; sigue diciendo: «Presa de la vacilación empleé palabras que lo irritaron hasta enfurecerlo, de modo que recurrió a tales expresiones que, de acuerdo con las leyes irracionales del honor, sancionadas por el mundo, debiera haberme visto en la necesidad de arriesgar mi vida, caso de no mediar una explicación en ese momento». En noviembre de 1785 Boswell estuvo dispuesto a batirse en duelo con lord Macdonald, debido a unos comentarios despectivos que éste hiciera con respecto a ciertos pasajes del Diario de un viaje a las Hébridas. El primogénito de Boswell, sir Alexander Boswell, perdió la vida en un duelo. <<

[c165] «Idem velle atque idem nolle, ea demum firma amicitia est». Salustio, Catilina, pág. 4. [«Desear y rechazar las mismas cosas, en eso consiste la verdadera amistad»]. <<

[c166] Más de una conjetura se ha aventurado respecto al pasaje al que Johnson se podía referir. Yo creo que pensaba en estos versos:

Et variis albae iunguntur saepe columbae,

Et niger a viridi turtur amatur ave.

(Safo a Faón, V. 37). [«Palomas y pichones de distintos tonos se unen y el negro reluciente se empareja con el blanco resplandor», según la traducción de Pope].

Goldsmith había dicho que, para vivir en amistad, las personas han de compartir los mismos gustos y rechazos. Johnson así invoca a Safo, quien había demostrado que el amor puede existir allí donde es escasa la semejanza. —HILL <<

[c167] Hebreos, 2, 10. <<

[c168] En la Vida de Swift, págs. 112-114, Johnson dice que «a Swift le deleitaba más que nada la sencillez. No es cierto que en su obra no haya metáforas, al contrario de lo que se ha dicho, si bien sus muy contadas metáforas parecen recibidas más por necesidad que por antojo. Estudió a fondo la pureza… Su estilo estaba bien adaptado a sus pensamientos… No rinde pleitesía a las pasiones; no suscita ni sorpresa ni admiración; siempre se entiende tal como siempre lo entiende el lector; quien lea a Swift apenas requiere conocimientos previos, pues le basta con estar familiarizado con palabras y cosas corrientes… [Su estilo] instruye, pero no persuade». Para Hume, el estilo de Swift «merece aprobación, pero no suscita admiración. Carece de armonía, de elocuencia, de ornato, y tampoco anda holgado de excesiva corrección, por mucho que imaginen los ingleses lo contrario» (J. H. Burton, Hume, II, pág. 413). <<

[c169] N.º 150. La cita es de Francis Osborne, Consejo a un hijo. Swift, en el Tatler, n.º 230, sitúa a Osborne junto con otros autores que «siendo hombres de la corte afectan las frases de moda, y a menudo o no se les entiende o parecen ridículos». —HILL <<

[c170] Los asteriscos parecen hacer referencia a Beattie y Robertson, como dedujo Croker; en la primera edición, en vez de los asteriscos aparecen «el moralista» y «el historiador». —HILL <<

[c171] El «amigo» de Boswell era probablemente su hermano David, que había vivido largos años en Valencia. <<

[c172] «Quien es templado en los placeres legales nunca caerá en la tentación de los ilegales». <<

[c173] «La ley no admite grados». <<

[c174] En esta época no había en Escocia tribunales que juzgaran en materia de derecho civil. Esta carencia estaba compensada, hasta cierto punto, por un Tribunal Supremo, formado por no menos de quince jueces, que formaban una suerte de jurado, y que como tal eran tratados. La mayoría de los trámites se despachaban por escrito. <<

[c175] «Dar a cada cual lo que le es debido». Justiniano, Institutiones I, I, I., <<

[c176] El Ensayo sobre la verdad se publicó en mayo de 1770. En 1772 iba por la cuarta edición, y se había traducido al francés, holandés y alemán. El doctor Johnson extrajo una cómica respuesta de Goldsmith cuando pareció quejoso por el éxito del libro de Beattie. «Cuánto follón por un hombre que ha escrito un libro, cuando yo he escrito muchos», dijo (Piozzi, Anécdotas, pág. 179). Y Goldsmith repuso que era por ser mucho más caro que los suyos. <<

[c177] «Mientras tenga de mí recuerdo y el aliento gobierne mi cuerpo». Eneida, IV, 336. <<

[c178] «César ha dividido el imperio con Júpiter», de un epigrama en la Vida de Virgilio, atribuido a Donatus. <<

[c179] Tras su riña con Baretti, la señora Thrale dejó escrito en 1776: «Tuve ocasión de hablar con él acerca de Tom Davies, quien hablaba horrorizado de su ferocidad de temperamento, “a pesar de lo cual —digo yo—, hay en Baretti una gran sensibilidad; yo a menudo le he visto con lágrimas en los ojos”. “Desde luego —replica Davies—, mucho me habría gustado verlo a mí, si bien… hasta los carniceros lloran”» (Hayward, Piozzi, 2.ª ed., I, pág. 108). Davies dijo de Goldsmith que era insólito que aprobase la conversación de Baretti, pues lo consideraba un extranjero insolente y abusivo. —HILL <<

[c180] Quedaban pocos días para el estreno, y no se había dado con un buen título. «Andamos todos desvelados —dijo Johnson, cuyos desvelos y amabilidades habían sido en todo momento incansables— tratando de dar con un título para la obra de Goldy. Lo que hoy sirve como subtítulo, Los errores de la noche, fue al principio el único título, aunque se consideró poco apropiado para una comedia. Se propuso La casa vieja, la posada nueva, pero pareció torpe. Sir Joshua propuso uno mejor: “Habría que llamarla La estratagema de la bella” Aún estaba este título sujeto a deliberaciones… cuando Goldsmith, tal vez al acordarse de un verso de Dryden, dio con Ella se rebaja para la conquista» (Forster, Goldsmith, II, pág. 337). El pasaje en cuestión era éste:

El amante que ofende, cuando más bajo ha caído,

se somete para conquistar, y se arrodilla para erguirse.

(Amphitryon, III).

En las Cartas de Chesterfield, II, pág. 107, el amante «se prosterna», y el último verso dice así: «Pero se rebaja para la conquista, y se arrodilla para erguirse». —HILL <<

[c181] Odas, III, I, 34. <<

[c182] «Baretti —apunta Malone— hizo una traducción de Rasselas al francés… Nunca, empero, se dio por satisfecho con la traducción de la primera frase, sumamente encumbrada. Al comentárselo a Johnson, éste dijo, tras cavilar dos o tres minutos: “Empuñe la pluma, y si logra entender mi pronunciación, veremos qué se puede hacer”. Acto seguido, dictó la frase al traductor y resultó admirable, por lo que fue adoptada de inmediato» (Prior, Malone, pág. 161). Baretti, en una nota manuscrita en su ejemplar de las Cartas de Piozzi (I, pág. 225), dice que «Johnson nunca escribió un francés decente, salvo cuando me tradujo de viva voz el primer párrafo de Rassellas». En las cartas de Johnson en francés bien se nota si era defectuoso su conocimiento de la lengua. —HILL

El arranque de Rasselas, en traducción de Pollux Hernúñez, dice así: «Vosotros que, crédulos, escucháis los susurros de la imaginación y perseguís anhelosos los fantasmas de la esperanza, los que esperáis que los años cumplan las promesas de juventud y que lo que hoy os falta os lo depare el mañana, estad atentos a la historia de Rasselas, príncipe de Abisinia». <<

[c183] Una moción para aliviar la situación de los disidentes protestantes aprobada por la Cámara de los Comunes el 25 de marzo fue rechazada por los lores el 2 de abril. <<

[c184] No fue ni de lejos una disculpa, a menos que tal [apology] se entienda en el antiguo sentido de ‘defensa’. <<

[c185] A los nueve días de estrenarse Ella se rebaja para la conquista, un vil libelo, escrito según se cree por Kenrick (pág. 461), fue publicado por Evans en el London Racket. Goldsmith, convencido de que era Evans el autor, le asestó un bastonazo. El golpe le fue devuelto; Evans era un hombretón fuerte. Denunció «a Goldsmith por la agresión, aunque consintió alcanzar un compromiso con tal de que éste pagara cincuenta libras a una obra de caridad en Gales… Los periódicos vilipendiaron al poeta, sin entrar ninguno en la cuestión que realmente estaba en liza» (Forster, Goldsmith, II, págs. 347-351). —HILL <<

[c186] Johnson se refiere a la despedida de lord y lady Russell en las Memorias de Dalrymple: «Con hondo y noble silencio, con larga y clara mirada, en la que expresaron afecto y respeto no contaminados por la pasión, lord y lady Russell se despidieron para siempre; grandioso él en este último acto de su vida, aunque más grandiosa fuera ella». <<

[c187] Tyrawley había sido embajador en Lisboa, «y afectaba no saber siquiera dónde estaba la Cámara de los Comunes», dice Walpole, y añade (Cartas, I, pág. 308) que «Pope ha mencionado su serrallo y el de otro embajador en sus Imitaciones de Horacio». <<

[c188] Los bollos de cruz, bollos suizos con una cruz incisa, típicos de la fecha señalada, eran para Boswell y Levett. Johnson consigna (Plegarias y meditaciones, pág. 99) que «en todo el día no tomé nada de nutrición, salvo una taza de té sin leche; el ayuno me fue muy incómodo. Al anochecer me puse nervioso, impaciente, incapaz de concentrarme y de gobernar mis pensamientos». —HILL <<

[c189] Casi con toda seguridad, la señorita Carmichael. (Piozzi, Anécdotas, 1816). <<

[c190] «Quien no haya hecho el experimento, o no tenga por costumbre exigirse la más rigurosa exactitud, a duras penas podrá creer cuánto se benefician unas pocas horas de tanta certeza en el conocimiento, de tanta precisión en las imágenes… A esta idea dilatoria hay que imputar los relatos falseados de los viajeros, allí donde no se colige que medie razón para el engaño. Fían a la memoria lo que sólo al ojo cabe fiar con tino, y cuentan al buen tuntún lo que pocas horas antes sabían con total certeza». Johnson, Viaje a las islas occidentales, 1924, pág. 133. <<

[c191] [Véase pág. 633], sobre la «media guinea de superioridad» de que habla Johnson. <<

[c192] «Estuve una sola vez —dice Johnson— en compañía de Sterne, y su único intento por resultar entretenido consistió en exhibir un dibujo tan grosero e indecente que ni siquiera habría sido de recibo en un burdel» (Johnson, Miscelánea, vol. II, pág. 320. Ed. de G. Birbeck Hill, Oxford, Clarendon Press, 1907). <<

[c193] El «insigne personaje público» es sin duda Burke; el amigo, probablemente, Reynolds. <<

[c194] Absalón y Aquitofel, parte I, V. 872. <<

[c195] «Al Duque de Cumberland se le había prohibido frecuentar la corte a raíz de su matrimonio con… la señora Horton, contraído el año anterior; pero a raíz de que el Duque de Gloucester reconociera su matrimonio con… lady Waldegrave, la indignación del Rey halló salida en la Ley de Reales Matrimonios, a la cual se opusieron acaloradamente los whigs, por considerarla un edicto tirano… Goldsmith (tal vez pensando en beneficiar a Burke) contribuyó a que perdiera popularidad. “Nos iremos a Francia —dice Hastings a la señorita Neville— porque allí, incluso entre esclavos, las leyes matrimoniales se respetan”. Dicho esto en la noche del estreno, suscitó vítores del público asistente… dirigidos al Duque de Gloucester, que estaba en un palco» (Forster, Goldsmith, II, pág. 358). Véase pág. 616. —HILL <<

[c196] «¡Cómo regresó a la vuelta de Salamina aquel bárbaro que solía ensañarse azotando al Coro y al Euro, castigo que nunca sufrieron en la cárcel de Éolo, aquel que con cepos sujetara al mismísimo Enosigeo!» Juvenal, Sátiras, 10, 179-182. <<

[c197] Probablemente. W. W. Pepys. Boswell Papers, IX, pág. 260. Magistrado al que Johnson más de una vez vituperó en Streatham. Véase pág. 1476, y Diario de madame d’Arblay, II, pág. 46. <<

[c198] William Fitzherbert. «El pobre señor Fitzherbert se ahorcó el miércoles. Fue a ver esa mañana las ejecuciones de los condenados a muerte e inmediatamente después fue a visitar a su hijo, luego de haber indicado al criado que saliera. A las tres, su hijo le dijo que tenía cita para cenar en casa del señor Buller, por lo que era hora de ir a casa a vestirse. Fue a su establo y se ahorcó de la viga con una brida. Dicen que su situación era de un gran desorden». Walpole, Cartas, VIII, pág. 125. Véanse págs. 73, y 1092. —HILL <<

[c199] En el Diario de un viaje a las Hébridas (18 de agosto), Boswell dice que «Eustace Budgel fue acusado de falsificar un testamento [del doctor Tindal] y se ahogó en el Támesis por voluntad propia, antes de que se procediera a juzgar la autenticidad del documento». En la Epístola a Arbuthnot (1734), Pope hace alusión a Budgel diciendo «que escriba lo que quiera, si es de la baja estofa de lo escrito en Grub Street, salvo su propio testamento». Budgel se quitó la vida más de dos años después de publicada la carta, saltando de un barco a las aguas del Támesis. —HILL <<

[c200] Trataban sobre la causa seguida contra Douglas, y se publicaron en enero de ese año. <<

[c201] Las fontanas. Obras, vol. IX, pág. 176. <<

[c202] Garrick estrenó su versión revisada de la pieza de Beaumont y Fletcher en 1754. La adulación está contenida en un parlamento de don Juan, acto V, escena 3: «Sí, pero cuando peor están las cosas suelen arreglarse. El ejemplo lo es todo… Y el bello sexo sin duda irá a mejor, siempre que la más grande sea la mejor mujer del reino». —HILL <<

[c203] «En la tierra, cual verdadero dios, ha de reinar César». Horacio, Odas, III, 5, 2. <<

[c204] No se alude al Cuento de una barrica, sino a la Historia de John Bull (segunda parte, caps. 12 y 13). Jack, que es el que se ahorca, es el menor de los tres hermanos que aparecen en el Cuento de una barrica. Jack se deja convencer a regañadientes por el argumento de Habbakkuk: para salvar la vida, ha de proceder a ahorcarse. Se le prometió que sir Roger, antes de que la cuerda le atenazara el cuello, aparecería para rescatarlo. <<

[c205] En un epitafio que escribió Burke en honor de Garrick dice que «elevó su profesión al rango de las artes liberales». —HILL <<

[c206] No había comenzado aún la era de los grandes historiadores ingleses. El primer volumen de Decadencia y caída data de tres años después. Addison había escrito en 1716 (Freeholder, n.º 35) que «nuestro país, que ha dado escritores de primera fila en toda suerte de géneros, es muy yermo en materia de historia». Johnson, en 1751, repite la observación en el Rambler, n.º 122. Bolingbroke escribió en 1735 (Study Hist., 1752) que «nuestra nación cuenta con material para la historia tan amplia e importante, tan buena y tan mala como la que más, si bien ha de ceder la palma en el género de la historia a italianos y franceses, y mucho me temo que también a los alemanes». —HILL <<

[c207] «Vertot, nacido en Normandía en 1655. Historiador agradable de leer y elegante. Muerto en 1735». Voltaire, Siècle de Louis XIV. <<

[c208] En la Gent. Mag. de enero de 1766 se da cuenta de que «se vio a una persona descargar balas de mosquete con una ballesta contra las dos cabezas que aún quedan en Temple Bar». Eran las cabezas de los rebeldes escoceses ejecutados en 1746. —HILL

Samuel Rogers, que falleció en 1855, decía refiriéndose a sus años mozos que «bien recuerdo yo una de las cabezas de los rebeldes, puestas en una pica en Temple Bar» (Rogers, Charlas de sobremesa, pág. 2). <<

[c209] «Un buen día, el doctor sentó sobre sus rodillas a la hija pequeña de Percy, a la cual preguntó qué le parecía el Progreso del peregrino. La niña repuso que no lo había leído. “¡No puede ser! —replicó el doctor—. Entonces, no doy por ti ni un penique”. Y la dejó en el suelo y no le hizo más caso» (Croker, Boswell, pág. 838). La señora Piozzi (Anécdotas, pág. 281) dice que Johnson una vez hizo esta pregunta: «¿Hay alguna obra que el hombre haya escrito, y que cualquier lector deseara que fuese más larga, además de Don Quijote, Robinson Crusoe y el Progreso del peregrino<<

[c210] Es sumamente improbable que Johnson tan sólo disfrutara de la conversación sin tomar parte en ella. En la encomienda que hizo a Boswell, es muy probable que resaltase que todo lo que se dijera en el club no debía decirse fuera. Boswell sólo da breves apuntes sobre las conversaciones habidas en el seno del club, y casi nunca abiertamente. —HILL <<

[c211] Obra del reverendo Henry Wharton, de 1692. —HILL <<

[c212] Lady Diana Beauclerk. En 1768, Beauclerk casó con la mayor de las hijas del segundo Duque de Marlborough dos días después de que se divorciara de su primer marido, el Vizconde de Bolingbroke, sobrino del famoso lord Bolingbroke. Aún vivía cuando su historia, tan tenuemente velada, fue publicada por Boswell. El matrimonio no fue dichoso. Dos años después de la muerte de Beauclerk, Burke, viendo la casa de su viuda, dijo en presencia de la señorita Burney: «Me alegro muchísimo de verla por fin tan bien alojada a la pobre; me alegra que vuelva a gozar de sosiego. Nunca me regocijó tanto la visión de la felicidad ajena, nunca, como cuando vi a esa mujer tras la muerte de su esposo». Después, pintó el carácter de Beauclerk con trazo grueso, describiendo las desdichas que causó a su mujer, el maltrato que le dio y el necesario alivio que su muerte tuvo que suponer para ella. Madame d’Arblay, Diario, II, pág. 147. <<

[c213] El anciano señor Langton. Boswell Papers, págs. 132-133. <<

[c214] N.º 41. «El gorrión que ha criado la pasada primavera construye el primer nido de la siguiente estación con los mismos mimbres y el mismo arte que en cualquier año posterior; la hembra guarece y alimenta la primera nidada con toda la prudencia que llegará a tener». <<

[c215] En una nota manuscrita a la señora Piozzi (Cartas, I, pág. 219), Baretti dice que «Johnson habría sido un excelente interrogador de la Inquisición española. Para su vergüenza hay que decir que siempre atacó con uñas y dientes la tolerancia». —HILL <<

[c216] El joven aspirante al trono, Carlos Eduardo. —HILL <<

[c217] Era Langton, como bien se ve en Diario de un viaje a las Hébridas, 22 de agosto. <<

[c218] «En Inglaterra —escribió Burke (Correspondencia, IV, pág. 89)—, los católicos son una secta; en Irlanda son nación». —HILL <<

[c219] «La célebre cifra de las diez persecuciones se ha determinado entre los autores eclesiásticos del siglo V, que poseían una visión más clara de la prosperidad o adversidad de que gozó la Iglesia desde los tiempos de Nerón a los de Diocleciano. El ingenioso paralelismo de las diez plagas egipcíacas y las diez trompetas del Apocalipsis fue sin duda lo que les sugirió este cálculo» (Gibbon, Decadencia y caída, cap. XVI). <<

[c220] «Addison, hablando de su deficiencia en la conversación, decía que con respecto a la riqueza intelectual “podía solicitar a crédito un millar de libras, aunque no tuviera una guinea en el bolsillo”» (Johnson, Vida de Addison, pág. 106). En el Tatler, n.º 30, dice que «un hombre dotado de gran perfección, sin una buena crianza, es como el que tiene los bolsillos rebosantes de oro, pero anda siempre necesitado de monedas sueltas en sus gastos de diario».

Posteriormente, otros autores han empleado esa misma imagen, como lord Chesterfield (Cartas, I, pág. 517), en 1749, refiriéndose a lord Bolingbroke, y Southey en 1816 (Vida y correspondencia, IV, pág. 206). El propio Rousseau confesaba la misma falta de presteza en la respuesta que reconocía Addison (Confesiones, libro III). <<

[c221] «Entre las muchas incongruencias que produce la locura, o que causa la enfermedad en el entendimiento humano, a menudo se ha obsevado una disparidad manifiesta y sorprendente entre la vida de un autor y sus escritos; Milton, en una carta a un culto desconocido, que le había ido a visitar, con gran razón se congratula de saber que se le tiene por idéntico a su carácter, y de haber mantenido en una conversación privada y familiar esa reputación que su obra le había granjeado» (The Rambler, n.º 14). <<

[c222] El domingo cayó en 9 de mayo. <<

[c223] En el Diccionario, Johnson da lo siguiente por segunda acepción de metafísico: «En Shakespeare significa lo ‘sobrenatural’ o lo ‘preternatural’». Como está la «creación» más allá de la naturaleza humana, el derecho que de ella se deriva es preternatural o metafísico. —HILL <<

[c224] Se trata de Langton. Boswell Papers, VI, 141. —HILL <<

[c225] Eneida, II, 6. <<

[c226] Tal como lo pinta Boswell, Johnson resulta «temible, melancólico y venerable» en demasía. La admirable jocosidad que aquí describe aparece muy rara vez en sus páginas, aunque a buen seguro que con frecuencia se mostró en parecidas «exhibiciones absurdas». Hawkins (Vida, pág. 258) dice que «en el talento que para el humor se precisa casi nunca tuvo Johnson parangón, exceptuando quizá a los comediantes de antaño». Murphy (Vida, pág. 139) escribe que «a Johnson le sorprendió que se le dijera, aunque no cabe duda de que es cierto, que así como el gran poder de su intelecto, el ingenio y el humor eran sus talentos de más brillo». La señora Piozzi lo confirma, y añade (Anécdotas, pág. 298) que era un bufón incomparable: «Reía con gusto ante cualquier rasgo de humor genuino, ante cualquier salida repentina de absurda extrañeza, tan libremente y tan de buena gana como no he visto yo a nadie; aunque la chanza fuera a menudo tal como pocos además de él sabían captar, su risa era irresistible, y producía de inmediato la de los presentes, no sólo por la idea de que fuera adecuado reírse cuando él riera, sino por pura incapacidad de contenerse». Fanny Burney registra que «el doctor Johnson es más divertido, y tiene más humor y comicidad, y disfruta de las tonterías, más que nadie que yo conozca» (Diario, I, pág. 204). Boswell aporta su grano de arena en este sentido: [véase pág. 1832]. <<

[c227] Beattie era profesor de Filosofía moral. Durante unos años, sus amigos de Inglaterra trataron de procurarle una provisión permanente, más allá de los muy modestos emolumentos que percibía por su profesión. Poco antes de que escribiera Johnson, Beattie tuvo conocimiento particular de que iba a recibir una pensión de 200 libras al año. Al saberlo, Johnson dio una palmada y anunció: «Me alegro». —HILL <<

[c228] Langton. —CROKER <<

[c229] Langton, su localidad natal, en el condado de Lincoln. <<

[c230] Entre los habitantes de las Hébridas de más humilde extracción fue durante mucho tiempo conocido con el título de «el Sassenach More», que significa ‘el Gran Inglés’.WALTER SCOTT <<

[c231] La primera edición se publicó el 1 de octubre de 1785. En agosto de 1786, en su prefacio a la tercera, Boswell habla de las dos primeras, de las que señala que se hicieron «largas tiradas». No extrañará al lector hallarse de pronto ante la mayor elipsis que ha de verse en toda la Vida del doctor Johnson: Boswell, con buen criterio, remite a su Diario para colmar esta laguna, y el Diario es en gran medida un anticipo de la Vida misma. De hecho, de los seis volúmenes de que consta la Vida en la edición de George Birkbeck Hill (1887), o en esta misma edición, pero revisada por L. F. Powell, que es la canónica (1934-1950), es de reseñar que si el volumen VI comprende solamente los índices, el volumen V recoge el Diario de un viaje a las Hébridas, del que no existe edición en castellano. <<

[c232] Se trata de la célebre Flora Macdonald [que ayudó a escapar al príncipe Charles tras la derrota de los sublevados en la batalla de Culloden]. —BOSWELL <<

[c233] Los Macdonald siempre afirmaron que era su derecho estar situados a la diestra de todos los demás clanes, y quienes a esa tribu pertenecen atribuyen al incumplimiento de esa orden, en Culloden, una de las causas capitales de la derrota. Los Macdonald, situados a la siniestra, se negaron a lanzarse a la carga, y abandonaron el campo de batalla sin sufrir pérdida ninguna. Lord George Murray en vano se desvivió por apremiarles a que cargasen, diciéndoles que con su conducta la siniestra sería diestra, y que él mismo adoptaría el nombre de Macdonald. —WALTER SCOTT <<

[c234] Es posible que Johnson recordase de manera imperfecta «nove rediere in pristina vires». Eneida, XII, 424. [«La fuerza renacida rebrotó con su vigor de antaño»]. <<

[c235] El 22 de febrero se tomó la decisión de abolir la propiedad perpetua. «Debido a la decisión citada… una cantidad de casi 200 000 libras que ayer se compraba honestamente en público, y que se consideraba de propiedad limitada, hoy se ha reducido a nada… Los libreros ingleses no tienen de cara al futuro mayor seguridad en sus adquisiciones literarias, al margen del estatuto del octavo de la reina Ana, que garantiza al librero una propiedad exclusiva de la obra durante catorce años, al cabo de los cuales revierte de nuevo al autor por espacio de otros catorce». Ann. Reg., 1774, XVII, 1, pág. 95. —HILL <<

[c236] Su identidad se revela en una carta fechada el 8 de marzo de 1774, de Garrick a Steevens, impresa por el señor H. Murdock en Proc. Massachusetts Hist. Soc., marzo de 1919, pág. 150: «¿Conoce usted a un caballero que se llama Gibbon, al cual propuso el doctor Goldsmith, y que fue vetado la misma noche en que se dio el visto bueno a su candidatura?». —HILL <<

[c237] «Me vi inducido —dice— a emprender el viaje por hallar en el señor Boswell un compañero de viaje cuya agudeza me serviría de gran ayuda en mis pesquisiciones, y cuya alegría de trato y conversación, así como civiles modales, son más que suficientes para contrarrestar los inconvenientes de viajar por países menos hospitalarios de los que hemos visitado». El pasaje, cómo no, lo cita Boswell en su Diario de un viaje a las Hébridas. <<

[c238] Según escribió Boswell a Temple el 8 de mayo de 1779, «me parece que el doctor Johnson nunca respondió a más de tres de mis cartas, aunque hizo acuse de recibo en numerosas ocasiones para referirme lo que le viniera en gana». <<

[c239] «Poco después de muerto Goldsmith, ciertas personas que almorzaban con sir Joshua comentaron con bastante libertad algunas facetas de sus obras, en las cuales, a su entender, no se manifestaba ni talento ni originalidad. A esto, el doctor Johnson atendió con su actitud de costumbre, farfullando entre dientes, durante un buen rato; cuando al cabo se le agotó la paciencia, se puso en pie con gran dignidad, los miró de hito en hito y exclamó: “Si sólo se tolerase insultar al pobre Goldy, a quienes fueran capaces de escribir igual de bien que él, qué pocos censores tendría”» (Northcote, Reynolds, I, pág. 327). A Goldsmith bien se le podría aplicar lo que escribió Johnson sobre Savage (Vida de Savage, pág. 343): «La vanidad a buen seguro podrá perdonarse en aquel al que no dio la vida más consuelo que los yermos elogios y la conciencia clara de merecerlos. No son jueces apropiados de esta conducta quienes hayan pasado el tiempo adormilados en el seno de la abundancia; no presumirá ningún sabio de decir que “de haber estado yo en el pellejo de Savage, nunca habría vivido ni habría escrito mejor que él”». —HILL <<

[c240] «Señor, ten piedad de nosotros». <<

[c241] En las Obras de Johnson, vol. I, pág. 172, se encuentra su versión latina. D’Israeli (Curiosities of Literature, ed. 1859, III, pág. 496) dice que «Oldys [pág. 22] siempre afirmó ser el autor de la conocida cantinela que dice “Ajetreada, etc.”, y como siempre fue un riguroso amante de la verdad no pongo en duda que fuera suya… He hallado esta canción popular en media docena de colecciones que datan más o menos de 1740, primera fecha en que la encuentro». —HILL <<

[c242] Según la versión de Seward (Anécdotas, 1798, II, pág. 466): «Doquiera que estés, camina con reverencia allí donde el letrado polvo de Goldsmith se encuentre. Si naturaleza y la página de historia, si la dulce musa tus cuitas reclama, lamenta su muerte, pues su poderoso intelecto variadas energías supo combinar». <<

[c243] Lord Hailes era sir David Dalrymple; véanse [págs. 245] y [401]. No hay que confundirlo con sir John Dalrymple, de quien se habla en pág. 673. <<

[c244] «Hasta un obispo ve un desierto; | Seeker es decente, Rundel tiene buen concierto». Pope, Epilogo a las sátiras, II, 70. <<

[c245] Horacio, Arte poética, V. 373. <<

[c246] No ascendió a la cumbre del Snowdon, el monte más alto de la isla. Dice así: «En la falda del Snowdon se hallan los restos de un fuerte de gran tamaño, al que llegamos con gran esfuerzo. Estaba yo sin resuello, atosigado» (Viaje al norte de Gales, 26 de agosto; Vida de Johnson, ed. de G. Birkbeck Hill, V, pág. 451). <<

[c247] 16 de octubre de 1774. En Southwark, al decir de Walpole, hubo grandes alborotos. De unas elecciones en Southwark dice la señora Piozzi (Anécdotas, pág. 214): «En unas elecciones del distrito pude presenciar su gran tolerancia ante los ruidosos y alborotadores… Un tosco individuo, sombrerero de profesión, al ver en mal estado el sombrero del señor Johnson se lo arrebató de un manotazo y, dándole con la otra mano una palmada en la espalda, le espetó: “Ah, Maese Johnson, ésta no es hora de andar pensando en sombreros”, a lo cual nuestro doctor repuso con aplomo: “No, no, señor; de nada sirven ahora los sombreros, si no es para lanzarlos al aire y dar hurras”». <<

[c248] John Hoole, hijo de un relojero londinense, nacido en diciembre de 1727 y muerto el 2 de agosto de 1803. A los diecisiete años encontró colocación de oficinista en East-India House; al igual que Charles Lamb y James y John Stuart Mill, era escritor además de chupatintas. <<

[c249] Fraseología fácil para empleo de las damiselas que se propongan aprender la lengua italiana en su vertiente coloquial. <<

[c250] «Dos veces da quien da deprisa». <<

[c251] Hamlet, acto III, escena 2. <<

[c252] «Exegi monumentum aere perennius». Horacio, Odas, III, 30, I. <<

[c253] En su Viaje a las islas occidentales de Escocia (pág. 107), Johnson había escrito: «Supongo que mi opinión sobre los poemas de Osián es ya manifiesta. Tengo la firme convicción de que nunca han existido en otra forma que en la que se nos han presentado. El editor, o autor, nunca pudo mostrar a nadie el original; tampoco podrá mostrarlo nadie. Vengarse de una incredulidad razonable negándose a aportar pruebas es en cierto modo una insolencia de la que el mundo aún no tenía conocimiento; la terquedad en la audacia es el último refugio del culpable». <<

[c254] Gravámenes, no tiranos. [Véase pág. 776]. <<

[c255] Por la Ley del Puerto de Boston, aprobada en 1774, Boston quedó cerrado al desembarque y embarque de mercancías. Ann. Reg. XVII, pág. 64. <<

[c256] Becket, el editor que publicó a Osián. <<

[c257] No obstante su resolución, Su Señoría puso por escrito sus sentimientos, y en una de las notas agregadas a su Colección de antigua poesía escocesa dice que «sin duda, la autenticidad de esos poemas es un refinamiento del escepticismo». —J. BLAKEWAY <<

[c258] «Los de corazón puro hacen plegarias legales». Croker escribe que «el verso, en el manuscrito original, aparece corregido de puño y letra de Langton. Como hay motivos para pensar que Langton contribuyó en la edición de los poemas en latín, concluyo que las alteraciones son exclusivamente suyas». <<

[c259] «Es de presumir que lo que no aparece no existe». <<

[c260] En la Gent. Mag. de 1773, pág. 192, se anuncia «La Ilíada de Homero. Traducción del señor James Macpherson; 2 vols. en cuarto, dos libras y dos chelines. Becket». <<

[c261] Hamlet, acto III, escena I. <<

[c262] «El miedo era una sensación que el señor Johnson desconocía del todo, exceptuando las repetidas aprensiones que tenía cuando pensaba que iba a morir» (Piozzi, Anécdotas, pág. 277). <<

[c263] Ricardo II, acto I, escena 3. <<

[c264] Un pasaje del North Briton, n.º 34, demuestra lo extendido que se encontraba este prejuicio. El anónimo autor pone «justas y muy reales objeciones a la administración, que está en manos de este escocés [lord Bute]. La primera es que se trata de un escocés, y la razón jamás podrá creer que un escocés sea el más adecuado para administrar los asuntos de Inglaterra… Un escocés no tiene en Inglaterra mayor reputación que un hanoveriano o un hotentote». Walpole comenta que al norte de Doncaster las ventanas de las posadas estaban repletas de rimas hostiles a los escoceses, Hume escribió a Gilbert Elliot, paisano suyo (1764), diciendo que «no creo que haya un solo inglés entre cincuenta que lo lamentara si hoy mismo me rompiera yo el cuello: unos, porque soy un whig; otros, porque no soy cristiano; todos, porque soy escocés. ¿Puede usted con alguna seriedad insistir en que soy inglés? ¿Somos acaso ingleses usted o yo?» (Burton, Hume, II, págs. 238-240). En sus prejuicios contra Inglaterra, Hume fue mucho más allá que Johnson en sus prejuicios contra Escocia. —HILL <<

[c265] «El afán por plantar árboles —escribió sir Walter Scott—, que ha llegado a ser una pasión generalizada…, en gran medida hay que adscribirlo a los sarcasmos de Johnson» (Croker, Correspondencia, II, pág. 34). —HILL <<

[c266] John Knox, Viaje por las Tierras Altas de Escocia y las Hébridas, publicado en Londres en 1786. <<

[c267] Macpherson tenía gran influencia en los periódicos. En febrero de 1776 escribe Walpole: «Macpherson, el “osianista”, tenía una pensión real de 600 libras al año para supervisar lo que se publicaba en los periódicos… e insertaba las mentiras que le venían en gana, a la par que impedía que se imprimiese todo lo que le disgustara» (Memorias del reinado de Jorge III, II, págs. 17 y 483). —HILL <<

[c268] Publicado en 1779 con el título de Comentarios sobre el viaje a las Hébridas del doctor Samuel Johnson, es obra del reverendo Donald M’Nicol, presbítero de Lismore, condado de Argyle. Al hablar de «otro escocés», Boswell se refiere a Macpherson. Que éste participara o no en el libro de M’Nicol es objeto de amplias disquisiciones en la edición del Viaje preparada por Chapman. <<

[c269] «Tal es la laxitud de la conversación en las Tierras Altas que quien pregunta se encuentra en perpetuo suspense, y mediante una especie de retrotracción intelectual va sabiendo cada vez menos a medida que escucha» (Johnson, Viaje a las islas occidentales, pág. 45). Los habitantes de las Tierras Altas «no están muy acostumbrados a que nadie les interrogue; parece que nunca se han parado a pensar en la posibilidad de interrogarse unos a otros, de modo que si bien no saben si lo que dicen es verdad, tampoco lo perciben claramente como algo falso» (ibid., pág. 106). <<

[c270] «Muy recio moralista ha de ser el escocés que no ame a Escocia por encima de la verdad: siempre la amará por encima de toda curiosidad, y si la falsedad adula su vanidad, no será muy diligente en detectarla». Johnson, Viaje a las islas occidentales, ed. de 1924, pág. 108. <<

[c271] En el castillo de Slanes, condado de Aberdeen, escribió: «He viajado ya 200 millas por Escocia, y no he visto un solo árbol más joven que yo». Viaje, pág. 18. <<

[c272] Como el que trata sobre las islas Malvinas, el panfleto se publicó anónimamente. Tuvo cuatro ediciones en 1775. <<

[c273] Esta «opinión clara y asentada» debió de formársela en sólo tres días, y entre Grantham y Londres, ya que desde esa ciudad del condado de Lincoln escribió a Temple el 18 de marzo en estos términos: «Por lo que atañe a la cuestión de América, la verdad es que no la he estudiado a fondo. Es posible que sea demasiado para mí; tal vez soy demasiado indolente, o frívolo. Por lo poco que he aprendido a través de los periódicos, he pasado por distintos pareceres. Reconozco de buen grado que soy un tory, un amante del poder de la monarquía, y no veo con buenos ojos las demasiadas libertades del pueblo. Pero no tengo muy claro que las colonias sean del todo súbditos nuestros» (Cartas, n.º 136, I). Cuatro años más tarde escribe así al mismo corresponsal: «Debo decirle con toda sinceridad que, a mi entender, no debe romperse la cabeza con especulaciones políticas, o no más de lo que yo lo hago. Ninguno de los dos somos aptos para esa clase de trabajo intelectual» (n.º 193, II). <<

[c274] Se trata de lord Camden. Al Conde de Chatham ya lo había atacado cuatro años antes. <<

[c275] «Nuestra población —escribió Franklin en 1751— debe al menos duplicarse cada veinte años». Según sus cálculos, entonces rondaba un millón de habitantes. Johnson hace referencia a ello en este otro pasaje: «Se nos dice que el continente de Norteamérica tiene tres millones no sólo de hombres, sino de whigs, de whigs feroces por lograr la libertad, desdeñosos del dominio de la metrópolis, y que se multiplican con la fecundidad de sus propias serpientes de cascabel, de modo que se duplican cada cinco lustros». <<

[c276] «Yerra quien considera esclavitud la obediencia a un príncipe; nunca reina más feliz libertad que con un pío monarca». El volumen se publicó en 1776. El ejemplar conservado en la biblioteca de Pembroke College, en Oxford, ostenta una inscripción de puño y letra de Johnson: «A sir Joshua Reynolds, del autor». En la portadilla, sir Joshua escribió su nombre. —HILL <<

[c277] El doctor T. Campbell (Diario, pág. 36; Johnson Miscellanies, II, pág. 42) recoge el 16 de marzo lo siguiente: «Thrale preguntó a Johnson qué dijo sir Joshua Reynolds de Gravámenes, no tiranos. Sir Joshua, dijo el doctor, no lo ha leído. Supongo, dijo Thrale, que habrá estado muy ocupado. No, dice el doctor, pero yo nunca veo sus cuadros, de modo que él no lee mis escritos… Thrale le preguntó entonces si conocía la opinión de la señorita Reynolds, pues parecía muy enterada de política. El doctor dijo que era lo de menos, pues luego de leerlo no habría sabido decir de qué parte se puso Burke con su discurso». —HILL <<

[c278] William Gerard Hamilton. <<

[c279] A las dos semanas de publicarse el panfleto, lord North, entonces Canciller de la Universidad de Oxford, propuso que se confiriese a Johnson el título de doctor en Leyes Civiles (pág. 792). Tal vez el Canciller, de este modo tan rastrero, quiso recompensar el servicio prestado al Primer Ministro. —HILL <<

[c280] «Su Cuento de una cuba tiene poco o ningún parecido con sus demás piezas. Presenta una vehemencia y una velocidad de intelecto, una abundancia de imágenes y una vivacidad de dicción tales como las que después nunca volvió a demostrar. Es tan distinto, tan peculiar, que ha de considerarse aparte; todo lo que de esta obra se diga no se podrá decir de ninguna otra que haya escrito» (Johnson, Swift, pág. III). Al final de la Vida de Swift (pág. 141), Johnson sí le concede un gran mérito: «En el prefacio a una de sus ediciones irlandesas se ha dicho que Swift nunca ha tomado un solo pensamiento de ningún escritor, antiguo ni moderno. Esto no es literalmente cierto, aunque tal vez no sea fácil encontrar otro escritor que haya tomado tan pocos préstamos, o que en sus excelencias y defectos tan bien haya mantenido su aspiración de ser considerado original». <<

[c281] Nada significa que Johnson, en el Diccionario, no adjunte el nombre de Swift a las citas tomadas de Los viajes de Gulliver. Dio el mismo trato a Clarissa, The Faerie Queene, Hudibras y otras obras. <<

[c282] De la Agis, de Home, David Hume escribió lo siguiente: «Reconozco que, si bien percibí rasgos elegantes en esa tragedia, nunca logré apreciarla de veras; su autor, me parecía, había corrompido su gusto mediante burda imitación de Shakespeare, a quien le habría bastado admirar» (J. H. Burton, Hume, I, pág. 392). Acerca de Douglas dijo: «Estoy persuadido de que será tenida por la mejor tragedia escrita en nuestra lengua, y por parte de los críticos franceses será considerada la única» (ibid., II, pág. 17). Es posible que Hume la admirase tanto más por haberla escrita «un homónimo mío». Home se pronuncia igual que Hume. <<

[c283] Sheridan estrenó Douglas en el Teatro de Dublín. Las dos primeras noches cosechó un gran éxito. La tercera era costumbre dedicar los beneficios al autor. Entretanto, se supo que era clérigo. La obra fue considerada una profanación del carácter clerical, y a raíz de esta oposición la tercera noche no rindió dividendos. Fue Whyte quien sugirió que, a modo de consuelo, Sheridan hiciera entrega de una medalla a Home. La inscripción reza que «enriqueció la escena con una tragedia perfecta». —HILL <<

[c284] «Ningún mérito reclama ahora el desleal, la paja seca de Moliere arde en llamas». El desleal era una «comedia urdida a partir del Tartufo» (Zopenquíada, I, 253). El título original, The Nonjuror, hacía referencia a los que no juraron lealtad a la dinastía de los Hanover, o, según el Diccionario y a quien ‘por considerar a Jacobo II injustamente depuesto, rechaza su lealtad a quienes le sucedieron. <<

[c285] Parodia de Macbeth, acto II, escena 2. <<

[c286] Siete años después el propio Johnson describió esta velada. La señorita Monckton le había dicho que era imperioso que fuese a ver actuar a la señora Siddons. «Bueno, señora —respondió—, si usted lo desea, yo voy. Verla, no la veré; oírla, no creo, pero ir sí que iré. La última vez que fui al teatro fui por orden de la señora Abington, o quien fuera, no recuerdo; me coloqué en el centro de la primera fila del palco para que se me viera presente» (madame d’Arblay, Diario, II, pág. 199). <<

[c287] «Hermanos escoceses que habían adquirido los solares de Durham Yard, donde erigieron un sinfín de edificios, tanto de viviendas como de almacenamiento, a los que dieron el afectado nombre de “los Adelphi”. Ambos hombres, de exquisito gusto en su profesión, tenían especial adhesión a lord Bute y a lord Mansfield, por lo cual eran, tanto públicamente como en su intimidad, políticos celosos de sus intereses» (Walpole, Memorias del reinado de Jorge III, IV, pág. 173). <<

[c288] «Mira el hombre encumbrado a lo alto, y con ojos altivos contempla sus propios cielos hereditarios». Ovidio, Metamorfosis, I, 85. <<

[c289] «Temptanda via est, qua me quoque possim | Doliere humo victorque virum volitare per ora». [«Nuevas vías he de probar para enaltecer mi nombre humillado y dar alas a mi vuelo hacia la fama»]. Virgilio, Geórgicas, III, pág. 9. <<

Escribe Walpole que Chesterfield vivió desde el momento de jubilarse, en 1748, «en la taberna de White, jugando y diciendo agudezas sobre los chicos de más mérito… Tan acostumbrado estaba a ver que la gente riese con cualquier cosa que dijera, que le decepcionaba ver que nadie sonreía antes de ver qué iba a decir» (Memorias del reinado de Jorge III, I, pág. 44). «Chesterfield fue a la vez el orador más distinguido de la Cámara Alta y el soberano indiscutible del ingenio y la moda» (Macaulay, Vida, I, pág. 325). —HILL

[c290] Bruce, «el de Abisinia». <<

[c291] «No estoy ni mucho menos convencido, diga lo que diga el autor [de la Zopenquíada], de que su propósito fuese de carácter moral. Su primer motivo no fue otro que el deseo de vengarse del desprecio con que Theobald había recibido su Shakespeare, y recobrar así el honor perdido, aplastando a su adversario en la ignominia». Johnson, Vida de Pope, pág. 357. <<

[c292] Según Croker, la señora Macaulay. En Gravámenes, no tiranos, aparece descrita como «una patriota que llora a voz en cuello las desdichas de sus amigos y conciudadanos». La señora Piozzi está de acuerdo (edición de 1816). <<

[c293] Versos de Dryden sobre Milton. —HILL <<

[c294] El 15 de enero de 1775 (Cartas, IX, pág. 134), Walpole escribe que «[los Miller] celebran un Parnaso todos los jueves, en el que entonan poemas y fijan asuntos para que toda la alta sociedad de Bath contienda por un premio. Una vasija romana, adornada con lazos rosas y mirtilo, alberga los poemas concursantes; seis jueces de estos juegos olímpicos seleccionan los más brillantes, y los galardonados se arrodillan en señal de reconocimiento ante la señora Calliope Miller, a quien besan la mano antes de ser coronados con mirtilo y qué sé yo qué más». —HILL <<

[c295] En 1780, la señorita Burney escribió así: «¿Sabe usted que por más que en Londres sea Bath Easton un hazmerreír, aquí no hay nada de mejor tono que visitar a lady Miller? Es una señora rechoncha, más bien gruesa más, de aspecto tosco, unos cuarenta años de edad, que sólo aspira a parecer una dama elegante y a la moda, aunque sus mayores éxitos los cosecha como mujer muy ordinaria, bien que bien vestida». Madame d’Arblay, Diario, I, pág. 364. <<

[c296] «¡A fe mía! Se sirven bouts-rimés en madalenas de mantequilla, hechas por la Duquesa de Northumberland con sus propias manos» (Walpole, Cartas, VI, pág. 171). «Era un jovial montón de contradicciones… Tenía trato familiar con la chusma, pese a ir asfixiada por los diamantes del collar, y atendía con esmero a los privilegios de su rango, si bien era capaz de estrechar la mano de un zapatero» (Walpole, Memorias del reinado de Jorge III, I, pág. 419). <<

[c297] En 1742 Johnson dijo que Guillermo III era «arbitrario, insolente, malhumorado, rapaz y brutal; en todo momento estuvo dispuesto a actuar como un tirano; ni en lo grandioso ni en lo nimio tuvo modales de caballero; era capaz de amasar dinero mediante mezquinos ardides, y sólo cumplía sus promesas cuando así favorecía sus intereses» (Obras, VI, pág. 6). En cambio, en la Vida de Prior (pág. 13) le reconoce grandes méritos. «Toda su vida se dedicó a la acción, y nadie le negó nunca las resplandecientes cualidades de la firmeza, la resolución y la valentía». <<

[c298] La voz no figura en el Diccionario de Johnson. <<

[c299] El Club Literario. Croker señala que las actas del club indican que, tras los primeros años, Johnson rara vez acudió a las sesiones, y que Boswell no estuvo presente en más de siete u ocho ocasiones. Conviene observar, apunta, que pocas veces registra Boswell las conversaciones en el club. Salvo en un caso (págs. 1177 y ss.), afirma, Boswell limita sus crónicas a lo que dijeran Johnson o él mismo. No es estrictamente cierto, como se ve en su crónica de la cena recogida arriba, donde hallamos comentarios de Beauclerk y Gibbon. Además de ésta, Boswell menciona siete reuniones. De todas ellas, salvo de la última, queda recogida su crónica, aunque sea breve. Cuando Johnson no estaba presente, Boswell no recoge nada en su libro. <<

[c300] Viajes por Alemania, etc., 1756-1757. <<

[c301] Viajes por Holanda, etc. Traducido del francés, 1743. <<

[c302] Viaje por Sicilia y Malta, 1773. <<

[c303] Descripción de Oriente, 1743-1745. <<

[c304] «Causó tan gran impresión entre la tropa que no lo podrá imaginar bien quien no lo viera. Todo el ejército, y al final todo el pueblo de la ciudad y del campo, la cantaban a todas horas. Y tal vez nunca tuvo cosa tan liviana tan gran efecto» (Burnet, Own Time, ed. de 1833, III, pág. 336). En Tristram Shandy, vol. I, cap. 21, mister Shandy propone una de sus hipótesis: «Mi tío Toby jamás se prestaba a responder a esto con un argumento que no fuera el mero silbar de media docena de compases de Lillibulero». <<

[c305] Sin duda se trata de Burke. —CROKER <<

[c306] Lord North fue primer ministro de 1770 a 1782. <<

[c307] «Es eterna la esperanza del hombre en su pecho: | el hombre nunca es, sino que siempre está por ser dichoso» (Ensayo sobre el hombre, I, pág. 95). <<

[c308] Horacio, Arte poética, V. 372. <<

[c309] No es difícil adivinar por qué no llevó al día su diario, como se lee en una carta a Temple del 17 de abril: «A fe que estoy disfrutando de esta metrópolis enteramente a mi gusto, sólo que no puedo gozar de plena indulgencia de usted, bien lo veo, y empaparme de esta asiática proliferación de variedades. No tenga cuidado por mí, salvo cuando me excedo con el clarete. Entonces sí experimento un furor brevis tan peligroso como la ira… He vivido demasiada disipación desde que vine a la ciudad. Trato de llevar al día mi diario, y le demostraré que lo he hecho de manera tolerable. Pero es difícil de creer qué terreno transito, qué variedad de hombres y costumbres contemplo en un solo día, y en todo momento pars magna soy, pues la exuberancia de mi ánimo no me permite escuchar con atención» (Cartas, n.º 138). <<

[c310] Wedderburne y Home. El primero fue nombrado después lord Canciller de Loughborough y Conde de Rosslyn; uno de sus «recados» consistió en llevar en mano a Johnson las cartas de pago correspondientes a su pensión. El segundo fue el autor de Douglas. Boswell cuenta que Home mostraba con orgullo unos zapatos que le regaló lord Bute porque a él, que se los había hecho a medida, le quedaban pequeños (Boswelliana, pág. 252). <<

[c311] «Así como generosamente confesaba que todas sus decepciones y desazones tenían origen en él mismo, detestaba que los demás se quejaran de injusticias en general» (Piozzi, Anécdotas, pág. 251). <<

[c312] Juan, 19, 30 <<

[c313] Los siguientes pasajes ponen de manifiesto que esta idea no era novedosa en Johnson: «Dice La Bruyère en Los caracteres que venimos al mundo demasiado tarde para producir nada nuevo, que la Naturaleza y la vida están de antemano ocupadas, que la descripción y el sentimiento hace mucho se agotaron» (The Rambler, n.º 143). Asimismo, «alguna ventaja debían de tener los antiguos sólo por haberse adelantado, lo cual les da la posesión de los sentimientos más naturales, y a nosotros nos deja sólo la servil repetición o la presunción forzada» (n.º 169). «Mis antecesores… tuvieron ante sí el campo entero de la vida, sin hollar y sin examinar. Toda clase de personajes les salían al paso, y los de crecimiento más exuberante o los de colores más conspicuos fueron cosechados por obra de la primera hoz. Los que seguimos nos vemos obligados a rebuscar en rincones desatendidos» (The Idler, n.º 3). «… Los primeros escritores se apoderaron de los asuntos más atractivos para sus descripciones y de los acontecimientos más verosímiles para sus ficciones, y no dejaron nada a los que les sucedieron…» (Rasselas, cap. 10). Años más tarde escribió: «Todo lo que le pase al hombre ha pasado tantas veces que poco queda que contar o inventar» (Vida de Dryden, pág. 231). <<

[c314] El diario de Boswell muestra que los cuatro eran Reynolds, Burke, Beauclerk y Langton. No se recogen objeciones concretas sobre Reynolds y Burke, pero Beauclerk aparece como «ácido» y Langton como «embarullado». Boswell Papers, VI, págs. 41 y 46. <<

[c315] En su Diccionario, Johnson define embarullado [muddy] como de ‘mente nublada, apagado’, y cita el Cuento de invierno, acto I, escena, 2. Más adelante, Johnson (pág. 917), tras relatar cuánto bebe un conocido suyo, añade que «no es que se pimple, ya que es hombre piadoso, pero está siempre embarullado». <<

[c316] «Fue en Roma, el 15 de octubre de 1764 —dice Gibbon en un pasaje famoso— cuando se me empezó a ocurrir la idea de escribir la decadencia y caída de la ciudad». Hasta finales de 1772 no «emprendió la composición del primer volumen» (Gibbon, Memorias, ed. de 1900, págs. 167, 189). <<

[c317] Del Diccionario: «TO LABEFY. v. a. [labefacio, latín]. To weaken; to impair» [‘Merma, desdoro, debilitamiento’]. <<

[c318] «La obra, como tantas otras, fue escrita sólo con ánimo de divertir, sin propósito moral, y es por tanto probable que no sea provechosa, aunque tampoco es de recibo imaginar, sin más especulación de lo que la vida misma requiere o admite, que sea la causante de muchos males. Los bandoleros y los desvalijadores rara vez acuden a los teatros, ni se mezclan en las diversiones de buen tono; tampoco es posible dar en suponer que alguien pueda robar con impunidad por haber visto que a Macheath se le perdona en escena» (Vida de Gay, pág. 22). Sir John Fielding y sir John Hawkins, magistrados los dos, informan de que la obra había causado un claro incremento de la delincuencia. <<

[c319] «Nunca pensamos que pudiera tener éxito [dice Pope, refiriéndose también a Swift]. Se la mostramos a Congreve, quien (…) dijo que “o cosecha un gran triunfo, o una condena monumental”. Todos estuvimos en el estreno con gran incertidumbre, hasta que alguien oyó decir al Duque de Argyle: “Triunfará, tiene que triunfar. ¡Lo veo en los ojos de la gente!”. Fue mucho antes de que terminara el primer acto, y pronto nos tranquilizó, pues el Duque (…) tiene la especial facultad, más que nadie que yo sepa, de descubrir cuál es el gusto del público. Como de costumbre, no se equivocó; el buen natural del público asistente se fue manifestando con fuerza en cada nuevo acto, que concluyó con el clamor de los aplausos» (Spence, Anécdotas, pág. 159). —HILL <<

[c320] «Quienes habían acusado las indignidades de la discordia y la tiranía de la usurpación leyeron Hudibras embelesados, pues cada uno de sus versos les devolvía a la memoria algo ya conocido, y gratificaba su resentimiento mediante la justa y ponderada censura de algo que odiaban. Sin embargo, ese libro que en su día citaban los príncipes y que daba tema de conversación en todas las reuniones de los cultos e ingeniosos, hoy rara vez se menciona, y quienes afectan conocerlo rara vez lo han leído» (Idler, n.º 59).

Hudibras es un poema épico burlesco, obra de Samuel Butler, publicado en tres partes (1663, 1664 y 1678), que arremete en clave de sátira contra los partidarios de la democracia parlamentaria, los puritanos y los presbiterianos, así como otras facciones enemigas de la monarquía durante la guerra civil librada en Gran Bretaña quince años antes. Publicado en la restauración de Carlos II al trono, encontró un público afín a sus diatribas y parodias, también crueles con la poesía de la época. <<

[c321] En su Vida de Addison, pág. 48, Johnson dice que «la razón que indujo a Cervantes a dar con su héroe en la tumba, “para mí solo nació don Quijote, y yo para él”, llevó a declarar a Addison, con indebida vehemencia en la expresión, que él mataría asimismo a sir Roger, pues era de la opinión de que habían nacido el uno para el otro, y que en manos de un tercero saldría mal parado». —HILL <<

[c322] Croker cita The World del 7 de junio de 1753, donde un londinense escribe que «para satisfacer la curiosidad de un amigo que reside en el campo, hace unas cuantas semanas lo acompañé a Bedlam (…) Fue durante la semana de Pascua (…) Con gran sorpresa, descubrí allí al menos a 400 personas que, tras pagar los dos peniques de la entrada, disfrutaban yendo a su antojo por salas y pasillos, armando follón, riéndose de los desdichados internos… Vi a los espectadores reír a carcajadas ante los desvaríos que habían ocasionado». Abundan los testimonios de la época a propósito de las numerosas visitas que se hacían a este manicomio, al extremo de ser una de las atracciones turísticas más concurridas de la capital. <<

[c323] Una carta de Boswell a Temple, de este mismo día, sirve para colmar la laguna: «Me causa un dolor agudo no haberle escrito más desde que nos despedimos. Pero he sido como un esquife en alta mar, zarandeado por multitud de olas. Me encuentro ahora en la villa del señor Thrale en Streatham, un lugar delicioso. También se halla aquí el doctor Johnson. Vine ayer a cenar, y esta mañana el doctor Johnson y yo regresamos a Londres, e iré con el señor Beauclerk a ver su elegante villa y biblioteca, cuyo valor es de 3000 libras, en Muswell Hill… para regresar a la hora de la cena. Espero que se nos sume el doctor Johnson. Me encuentro en un estado de ánimo tan disipado que me resulta imposible escribir. Al menos, eso imagino. Pero si bien resplandezco de alborozo, siento amistad por usted; quizá, siento admiración por algunas de sus cualidades, y tan fuerte como pueda imaginar. Amigo mío, cultivemos ese mutuo respeto que, tal como ha durado hasta ahora, tengo fundada esperanza de que nunca nos falle… El pasado sábado cené con John Wilkes y con su hija y nadie más en Mansion-House. Fue una escena sumamente placentera. Ese día había desayunado con el doctor Johnson. Tomé el té con la nuera de lord Bute, y almorcé con la señorita Bosville. ¡Cuánta variedad! El señor Johnson vino conmigo a la villa de Beauclerk, pues éste se encontraba indispuesto. Es una delicia. Posee una de las bibliotecas privadas más espléndidas y mejor surtidas que he visto jamás. Invernaderos, observatorio, laboratorio de experimentos químicos…, todo es principesco en su mansión. Cenamos con él en su casa de los Adelphi… He prometido al doctor Johnson aplicarme en la lectura cuando llegue a Escocia y llevar la cuenta de lo que lea. Le diré cómo me va. Es preciso que dé buena nutrición a mi intelecto» (Cartas, n.º 141). <<

[c324] Swift nunca reía. «Tenía un semblante agriado y severo, que rara vez ablandaba con una expresión de alborozo. Resistía con terquedad toda acometida de la risa» (Johnson, Vida de Swift, pág. 122). Tampoco reía Pope. Lord Chesterfield (Cartas, I, pág. 269) dice así: «Qué cosa ruin e inapropiada es la risa… Tengo la certeza que, desde que tengo uso de razón, nadie me ha oído reír nunca». La señora Piozzi deja dicho (Anécdotas, pág. 298) que «Johnson decía a veces que el tamaño del entendimiento que posea un hombre podría siempre medirse con justeza por su regocijo». Hannah More, en 1776, comenta que «Johnson y Garrick dieron comienzo a la charla contando historias suyas de antaño, incluso de sus tiempos mozos en Lichfield. Todos permanecimos en derredor durante más de una hora, riéndonos y desafiando así todas las normas del decoro y de lord Chesterfield» (Memorias, I, pág. 70). <<

[c325] El día anterior escribió así a la señora Thrale: «Peyton y Macbean [pág. 175] se mueren de hambre, y nada puedo hacer por ellos» (Cartas, n.º 393). El 1 de abril de 1776 escribió: «El pobre Peyton ha fallecido esta mañana. Es probable que durante muchos años, pues padeció toda clase de penurias mientras cuidaba en el lecho a una esposa no sólo impedida, sino casi del todo inmóvil, se viera condenado por la pobreza a la caridad ajena, y estuviera por tanto encadenado a la pobreza; es probable, así pues, que durante muchos años pensara en lo liviano que habría de ser su paso por la vida sin semejante carga… Por fin falleció su esposa, y antes de que fuese enterrada contrajo él unas fiebres y es ahora cuando le toca el turno de irse a la tumba. Tales injusticias, si sobrevienen a aquellos de quienes muchas miradas están pendientes, dan pie a historias y tragedias; muchas lágrimas se han derramado por el padecimiento y mucho asombro ha suscitado la fortaleza de espíritu de aquellos que no sufrieron mucho más que Peyton» (n.º 467). En una nota al margen de la primera carta, Baretti escribió que «Peyton era un imbécil y un borrachín. Nunca he visto a un individuo tan nauseabundo». Claro que Baretti era un juez inmisericorde. —HILL <<

[c326] Cuando fueron de viaje a Gales, el 7 de julio de 1774. —HILL <<

[c327] Se trata de la Conciergerie, en la que no mucho después iban a apiñarse las víctimas de la Revolución. <<

[c328] Mesa redonda, el centro de la cual descendía gracias a unas poleas al piso inferior, de modo que se podía servir y retirar una comida sin la presencia de los criados. La ideó Luis XV para favorecer en sus estancias la presencia de madame du Barry. <<

[c329] Antes de la Revolución, el paso de las Tullerías al palacio de Luis XV se realizaba por un pont tournant. —CROKER <<

[c330] 63 libras francesas, equivalente a 2 libras esterlinas, 12 chelines y 6 peniques. <<

[c331] Hermana del rey Luis XVI. Fue guillotinada durante el régimen del Terror. <<

[c332] Estuvo al frente de la tropa durante la ejecución de Luis XVI. —HILL <<

[c333] Fue allí donde Rousseau se desembarazó de sus hijos. —HILL <<

[c334] Fray Wilkes visitó a Johnson en mayo de 1776. —HILL <<

[c335] Una carta del doctor Johnson a la señora Thrale, del 1 de mayo de 1780, aclara lo poco que disfrutó de esta conversación: «La exposición o se ve o no se ve; la exposición es sencillamente espléndida. Los cuadros tienen contorno, tienen presencia, elegancia, expresión, y todas las variedades de la excelencia artificial» (Cartas, n.º 663). A lo cual responde ella: «¿Cuándo le he molestado yo con el contorno, la elegancia y la expresión de un cuadro? Todo eso me espanta desde aquel desdichado día en Compiègne, cuando tanto se burló usted de mí» (Piozzi, Cartas, II, pág. 116). <<

[c336] ‘Neff, francés antiguo, de nave: el cuerpo de una iglesia’. Del Diccionario de Johnson. <<

[c337] Madame du Boccage, según la señora Piozzi en nota al margen de la edición de 1816. —HILL <<

[c338] Madame de Boufflers. —SEÑORA PIOZZI

Fue amante del príncipe de Conti. Entendía el inglés y se carteó con Hume y Walpole. Su nombre y título completo era Marie Charlotte Hippolyte, Condesa de Boufflers-Rouverel (1724-1800, aprox.). —HILL <<

[c339] Durante el verano de 1763. <<

[c340] Boscovich, jesuita y erudito, nació en Ragusa en 1711 y murió en 1787. Visitó Londres en 1760, y fue aceptado como miembro de la Royal Society. <<

[c341] La señorita Aikin, más conocida como señora Barbauld. Johnson dice «presbiteriano» donde debiera haber dicho «unitario». —HILL <<

[c342] Otelo, acto II, escena I. <<

[c343] El primer volumen de la primera edición terminaba con esta carta. <<

[c344] El 2 de septiembre de 1775 escribe Boswell a Temple: «Qué reflexión tan descorazonadora es que mi padre tenga en su poder la renuncia a lo que me pertenece por derecho desde que nací, y que yo en un momento de locura accedí a concederle, y que él no tiene la generosidad de devolverme ahora que estoy mucho más allá de todas sus esperanzas; podrá por tanto incomodarme y deshonrarme con extraños convenios, mientras que en ningún momento se asegura ni siquiera un chelín para mi esposa e hijos en el supuesto de que yo fallezca». Cartas, n.º 149. <<

[c345] Término técnico que en el Derecho romano designa a un edificio en buenas condiciones de uso y conservación. <<

[c346] Cadell publicó La falsa alarma y otros panfletos de Johnson de corte político; con Strahan publicó el Viaje a las islas occidentales. Gibbon lo llama «honesto y liberal librero». <<

[c347] Escocia sólo había pagado una cuadragésima parte del impuesto sobre las tierras, el impuesto específico con el que se financiaban todos los gastos de la milicia (Ann. Reg., XIX, pág. 141). —HILL <<

[c348] Johnsoniana, o Colección de bon-mots del doctor Johnson y otros, junto con las frases escogidas de Publius Syrius, traducidas por vez primera al inglés. [Impreso para J. Ridley, 1776, en octavo]. En una nueva edición de este libro, publicada al año siguiente, el editor afirma que «ya fuera por las prisas, ya por desatención, algunas salidas chuscas e incluso obscenas encontraron alojamiento en la primera edición del mismo». <<

[c349] El número de asteriscos, junto con el apelativo de «valioso amigo», hace pensar que casi seguramente se trata de Langton. No obstante, lo mismo cabría decir de Reynolds, quien escribió de Johnson que «tenía la verdad, en cuestiones de peso y en nimiedades por igual, como algo sagrado. En vulnerar la verdad, decía, en las cosas de peso, el carácter o el interés uno sale perjudicado, y en las nimiedades también el propio placer se resiente» (Leslie y Taylor, Reynolds, II, pág. 457). La señora Piozzi señala (Anécdotas, pág. 116): «Un cuento —decía Johnson— es una muestra de los asuntos de los hombres, y extrae su único valor de la verdad que contenga. Cuando Foote me cuenta alguna cosa, lo descarto cual sombra pasajera; si Reynolds me cuenta algo, considero que de nuevo me apodero de esa idea». <<

[c350] En su Vida de Browne (ed. de 1927, pág. 8) dice que «ningún fraude puede ser inocente, pues la confianza en que se fundamenta la felicidad de la sociedad civil resulta en mayor o menor medida deteriorada por todo el que obre de tal manera que no case con su palabra». <<

[c351] Acerca del consumo de licores espirituosos escribió en su segundo aviso al Diario de Hanway (Obras, VI, pág. 26): «Los perjuicios que surgen por todos los frentes de este compendioso modo de embriagarse son enormes y son insufribles; se hallan por igual entre los más grandes y los de menor enjundia; colman los palacios de inquietud, los colman de zozobra tanto más difícil de sobrellevar, por cuanto que no puede nombrarse; abruman a las multitudes con enfermedades incurables, con una pobreza indigna de misericordia». Stockdale (Memorias, II, pág. 189) dice que oyó a la señora Williams «preguntarse qué placer pueden encontrar los hombres en convertirse en meras bestias». «Me extraña, señora —replicó el doctor—, que no tenga usted la perspicacia suficiente para ver cuál es el poderoso acicate de ese exceso, y es que quien se convierte en una bestia al menos así se libra del dolor de ser un hombre». <<

[c352] «No, señor —dijo una vez—, nadie nace con un genio particular para un particular desempeño o estudio, pues eso sería como decir que un hombre atina a ver muy lejos por el este, y que apenas ve nada por el oeste. Es el sentido común aplicado con diligencia a lo que en principio no fue sino mero accidente, y que con gran aplicación termina por ser considerado en general un genio particular». Señorita Reynolds, Recuerdos, en Johnson Miscellanies, II, pág. 287. El propio Reynolds sostenía idéntica doctrina, sin duda tomada de Johnson. <<

[c353] Baretti, en una nota al margen, apunta que se trata del «arquitecto galés que construyó un puente en Oxford». Construyó el Magdalen Bridge. <<

[c354] Aquí, Boswell posiblemente lanza un puyazo contra Gibbon. Según dice más adelante, Johnson habló «con desagrado» de la fealdad del señor Gibbon. En carta a Temple del 8 de mayo de 1779, dice que «[Gibbon] es un individuo feo, afectado, repugnante, que envenena nuestro Club Literario en contra mío». <<

[c355] Cicerón, De Off., I, pág. 5. <<

[c356] «Tan distintos son los colores de la vida, según miremos adelante, al futuro, o atrás, al pasado; tan distintas son las opiniones y los sentimientos que engendra esta aparente contrariedad, que la conversación de los viejos y de los jóvenes termina por lo común con desprecio o compasión hacia la parte contraria… Una generación siempre es mofa y pasmo de la otra, y las nociones de lo viejo y lo nuevo son como licores de distinta gravedad y textura, que nunca llegan a mezclarse del todo bien». Rambler, n.º 69. <<

[c357] «De una disputa entre dos matemáticos se decía que “malim cum Scaligero errare, quam cum Clavio recte sapere”, esto es, que ‘más fácil era equivocarse con uno que acertar con el otro’. Una tendencia muy similar es la que ha de sentir cualquiera al examinar los prefacios de Dryden y los discursos de Rymer». Johnson, Vida de Dryden, pág. 200. <<

[c358] Los biógrafos «tienen en tan baja estima los modales y la conducta de sus héroes que más se puede saber de un hombre y de su carácter verdadero conversando sucintamente con uno de sus criados que mediante una narración formal y ponderada, que comience por su alcurnia y termine con su funeral» (Rambler, n.º 60). <<

[c359] Dos días antes, Hume felicitó efusivamente a Gibbon por el primer volumen de su Decadencia y caída. <<

[c360] Cinco semanas más tarde, Boswell emplea una metáfora distinta. «Creo que es cierto que con la misma rapidez con que vuelan o reptan las avispas descreídas o los insectos venenosos, nada más criar es preciso aplastarlas». Cartas, pág. 232. —HILL <<

[c361] Es difícil saber a qué alude Johnson, como ya reconociera Macaulay (Lit. Essays, 1923, pág. 210): «Quizá, a alguna anécdota o conversación de la que se haya perdido todo rastro. No obstante, cabe esbozar una conjetura no sin retraimiento. Gibbon nos refiere en sus memorias que en Oxford se encaprichó con el estudio del árabe, y que sólo se abstuvo de proseguirlo por las reconvenciones de su tutor. Poco después, el joven encontró los controvertidos escritos de Bossuet, y enseguida se convirtió a la fe católica. La apostasía de un caballero habría sido sin duda tema de conversación general en la sala común de Magdalen College. Su encaprichamiento con el árabe también se habría mencionado, y naturalmente habría dado pie a algunos chistes sobre la posibilidad de que se hiciera musulmán. Es probable que Johnson tuviera conocimiento de esos chistes por sus periódicas visitas a Oxford». Hill encuentra en las Memorias de Gibbon clara alusión al ataque que contra él lanzaron Boswell y Johnson; véase «Memoria F», escrita en 1792-1793; ed. de John Murray, 1897, pág. 88. <<

[c362] Ese mismo «perro descarado» fue el propio Boswell durante su estancia en Córcega. «Antes de haberme acostumbrado a la hospitalidad de los corsos —escribió—, a veces olvidaba la buena educación e, imaginando que me hallaba en una taberna, pedía lo que se me antojaba en el tono que se emplea para llamar a un tabernero. Así lo hice en Pino, donde pedí varias cosas al tiempo. La signora Tomasi, al percatarse de mi error, me miró a los ojos y sonrió, diciéndome con mucha calma y muy buen natural: “Una cosa dopo un altra, Signore”». Crónica de Córcega, pág. 275. <<

[c363] «Le pregunté por qué tenía tanta debilidad por las sillas de posta, y me dio esta respuesta: que, en primer lugar, la compañía está allí encerrada con él y no tiene escapatoria, como la tiene en una sala; además, oía todo cuanto se dijera dentro de un coche, donde a mí en cambio me tocaba padecer sordera». Piozzi, Anécdotas, pág. 276. «Le encantaba en efecto el acto mismo de viajar, y no sabría decir hasta dónde podría habérsele llevado en coche antes de que le apeteciera tomarse un tentempié». Ibid., pág. 169. Gibbon (Misc. Works, I, pág. 406) coincide con él: «De no ser tan enorme el gasto, viajaría todos los años unos cuantos centenares de millas, sobre todo por Inglaterra». <<

[c364] El «conocido ingenioso» era Grainger; el caballero de las Antillas, el señor Bourryau; la joven con que se casó Grainger, la señorita Burt; la isla en que se asentó, San Cristóbal. <<

[c365] Véase [nota 61] en este mismo volumen II. <<

[c366] Boswell varía ligeramente la definición de Johnson, quien dice en el Diccionario que la avena es ‘un cereal que en Inglaterra por lo general se da a los caballos, pero que en Escocia sirve de alimento para las personas’. <<

[c367] «Recuerdo —dijo el doctor Johnson— los tiempos en que todas las personas decentes de Lichfield se emborrachaban cada noche». [Véase pág. 1017]. <<

[c368] Casi cuatro años después de publicarse Evelina, escribió: «Piense Fanny Burney lo que quiera sobre la celeridad de la fama, pero el nombre de Evelina nunca se oyó en Lichfield hasta que yo mismo allí lo llevé. Mucho me temo que mis queridos conciudadanos serán considerados en el futuro los últimos de la nación en volverse civilizados. Pero el tiempo de tinieblas está próximo a su fin; la sociedad lectora ha encargado ejemplares y se los ha de procurar esta misma semana». Cartas, n.º 747. <<

[c369] En el original, poonsh, en vez de punch. El propio Garrick, como buen lichfieldiano, decía siempre shupreme, shuperior. —BURNEY [Johnson decía que él lo había curado de decir Feyther en vez de Father—. SEÑORA PIOZZI, en nota marginal a la edición de la Vida de 1816]. <<

[c370] Es la obra de Cibber titulada Hob; or The Country Wake, que a su vez es adaptación de la de Dogget titulada Country Wake. <<

[c371] En la comedia de Farquhar titulada Sir Harry Wildair, la parte más popular de La pareja constante. <<

[c372] Cradock, en sus Memorias (I, pág. 74), dice que en el porche de la catedral un caballero «quien tal vez pecara de excesiva ambición y estaba deseoso de parecer conocido del gran Oráculo de la Literatura…, se aventuró a decir: “Doctor Johnson, hemos tenido un discurso excelente a día de hoy”, a lo cual éste repuso al instante: “Puede que sí, señor, pero es imposible que usted lo sepa”». —HILL <<

[c373] La tempestad, acto IV, escena I. <<

[c374] Después de publicarse su libro, Boswell mantuvo una agria disputa con la señorita Seward. Según dijo, se vio obligado a examinar estas comunicaciones «con gran cautela». «Estaban teñidas de prejuicios contra Johnson». Su libro, insiste, había de ser «una historia verdadera, no una novela», de modo que hubo de «suprimir todos los particulares erróneos, que no se ajustaban a la verdad, por entretenidos que pudieran ser» (Cartas, n.º 252). Sobre su segundo encuentro con ella, [véase pág. 1234]. <<

[c375] Un tal signor Recupero había reparado en que en el Etna varía el grosor de cada estrato de tierra entre los sucesivos estratos de lava. «Me dice Recupero —escribió Brydone— que está sumamente azorado con este descubrimiento…, pues Moisés pende sobre él como un peso muerto, y desbarata todo su celo por indagar, ya que no era su intención que la montaña resultara tan joven como ese profeta quiere que sea el mundo… El Obispo, que se esfuerza con denuedo en velar por la ortodoxia, ya le ha advertido que esté en guardia, y que no se las dé de ser un mejor conocedor de la historia natural que el propio Moisés». Brydone, Un viaje por Sicilia y Malta en una serie de cartas al señor William Beckford de Somerly, condado de Suffolk (Londres, W. Strahan, 1774). La primera edición es de 1773; fue tan popular que se hicieron 20 ediciones y se tradujo al francés y al alemán. <<

[c376] Andrew Stuart, Cartas a lord Mansfield; [véase pág. 691]. <<