Ojos variables con anteojos invariables.

Si las condiciones cambian, puede variar el grado de deformación del ojo enfermo que le fue impuesto por los malos hábitos en su uso. Esta posibilidad de variación, que se puede inclinar hacia la normalidad o hacia la disfunción, es mecánicamente disminuida, e incluso eliminada por el uso de lentes. La causa es sencilla: no cualquier lente sirve para corregir un vicio determinado de refracción. Es decir, que un ojo no puede ver con claridad a través de una lente, a no ser que éste tenga el mismo vicio de refracción que el que la lente tiende a corregir. Cualquier amago de los ojos provistos de anteojos para seguir su desarrollo natural, es inmediatamente detenido, ya que siempre provoca una peor visión. Esto es así aún en los casos en que el ojo se inclina hacia la normalidad, pues el órgano sin vicio de refracción no puede ver claramente a través de una lente que le sirve para corregir un vicio que ya no existe.

Comprendemos así que el uso de gafas ubica a los ojos en un estado de inmovilidad estructural rígido e invariable. En este sentido, las lentes artificiales se parecen, no sólo a las "muletas", con las que el doctor Luckiesh los compara, sino a las férula, brazaletes de hierro y vendajes enyesados.

Ya que tocamos el tema, mencionaremos algunos progresos recientes y totalmente revolucionarios en el tratamiento de la poliomielitis. Estas modernas técnicas fueron propuestas por la enfermera australiana Elizabeth Kenny. Sus procedimientos han dado maravillosos resultados en Inglaterra y en los Estados Unidos. En los viejos métodos de tratamiento, se inmovilizaba, mediante férulas y yesos, los grupos musculares paralizados. La hermana Kenny reniega de estos recursos. En su lugar utiliza, desde el comienzo de la enfermedad, una variedad de técnicas que buscan relajar y reeducar los músculos enfermos, algunos de los cuales están en un estado de espasmo por hipercontracción, mientras otros (imposibilitados de movimiento debido al espasmo de los grupos musculosos vecinos) se "olvidan" de llevar a cabo sus funciones. El tratamiento a nivel fisiológico, como la aplicación de calor, se mezcla con una llamada a la mente consciente del paciente por medio de instrucciones verbales y demostraciones prácticas. Los resultados son verdaderamente notables. Gracias a este tratamiento, el promedio de restablecidos es del 75 al 100 por ciento de los casos, según el lugar de la parálisis.

Entre el método Kenny y el del doctor Bates, existen semejanzas muy significativas. Los dos se rebelan contra la inmovilización de los órganos enfermos. Ambos resaltan la importancia de la relajación. Los dos aseguran que el funcionamiento defectuoso puede ser guiado hacia la normalidad por una adecuada coordinación psicosomática. Y, por último, ambos son efectivos.