Causas del mal funcionamiento visual: Atención mal enfocada
Todas las circunstancias físicas y psicológicas que vimos, y que dan lugar al mal funcionamiento visual, son factores que están, por así decirlo, fuera del proceso de la visión. Veamos ahora una fuente constante de disfunción y que está dentro del acto de ver: La atención es la condición imprescindible de los dos elementos psíquicos en el proceso total de la visión; si no hay atención, no podemos hablar de selección en el campo visual, y tampoco existe percepción de los sensa seleccionados como presencia de objetos reales Comunmente en otras actividades psicofísicas, hay una manera correcta e incorrecta de dirigir la atención.
Si se utiliza la atención correctamente, el funcionamiento visual es correcto; cuando se dirige en una forma errónea, el funcionamiento es alterado y la capacidad para ver disminuye.
Se ha escrito mucho con respecto al estudio de la atención, y se llevaron adelante numerosos experimentos con el fin de medir su intensidad, su duración concreta y sus correlaciones corporales. Para nuestro objetivo actual, son pocas las consideraciones generales y los hechos particulares que importan. Por lo tanto, me limitaré sólo a ellos.
La atención es, esencialmente, un proceso de diferenciación, un acto de separación y aislamiento de una cosa o pensamiento específico del resto del campo sensorial o de las ideas de la mente. En el proceso general de la visión, la atención está vinculada íntimamente con la selección; efectivamente, es casi idéntica a esa actividad.
Los diferentes tipos y grados de atención pueden ser clasificados, por lo que a la visión respecta, siguiendo diferentes caminos. La clasificación fundamental es la que divide todos los actos de la atención en las dos clases principales de atención: espontánea y voluntaria.
Tocar la atención espontánea, significa mencionar el tipo que también tienen los animales superiores, es decir, el acto no forzado de conocimiento selectivo que determina por la necesidad biológica de vivir y reproducirse, o por las exigencias de nuestra segunda naturaleza, o sea, de nuestros hábitos y normas establecidas de sentimiento, pensamiento y conducta. Esta atención no requiere ningún esfuerzo cuando se desplaza y es transitorio, y el esfuerzo es muy escaso si se hace más largo. Hasta en los animales es factible prolongar la atención espontánea (el gato que permanece largo tiempo al lado de la cueva de un ratón es un buen ejemplo). La atención voluntaria es, valga la comparación, la variedad cultivada de la forma espontánea y normal.
Puede observarse únicamente en los seres humanos y en los animales domesticados. Es la atención que se relaciona con actividades que en lo intrínseco son difíciles, o con tareas que debemos realizar, aún cuando no lo queramos de un modo particular. El joven que estudia álgebra presta atención voluntaria, si es que en verdad muestra atención. El mismo joven que se dedica a jugar presta atención espontánea. La atención voluntaria siempre se asocia al esfuerzo, produciendo más o menos rápidamente, fatiga.
Consideremos ahora los correlatos corporales de la atención que afectan a la visión. El primer caso, y el más significativo, es que la, sensación, la selección y la percepción, no pueden presentarse sin algún grado de movimiento corporal.
"Careciendo de bases motores -escribía Ribot, en su estudio clásico de "The Psychology of Attention"- la percepción (y de su escrito se desprende que el autor considera bajo este término la sensación y la selección, así como la percepción) es imposible".
Si el ojo permanece fijo sobre un objeto determinado, sin que éste tenga algún movimiento, la percepción, después de un tiempo, disminuye y desaparece. Si se ubican los extremos de los dedos sobre una mesa sin hacer presión, en poco tiempo se dejará de sentir el contacto. Pero bastará un movimiento de los ojos o de los dedos, aunque sea ligero, para que vuelva a despertar la percepción. Así pues, el conocimiento sólo es posible si se produce cambio. El cambio sólo es posible mediante el movimiento. Sería fácil dedicarle muchas páginas a este hecho, pero a pesar de que los hechos son muy manifiestos y vulgares, la psicología no ha tomado en cuenta el papel desempeñado por los movimientos, y por ello ha olvidado que son la condición primordial del conocimiento y los instrumentos de la ley fundamental del conocimiento, que es: relatividad y cambio. Por esto, concluimos que donde no hay movimiento, no existe percepción.
Hace más de medio siglo, Ribot enunció esta verdad respecto a la unión entre movimiento y percepción. En teoría, nadie niega ahora que Ribot tenia razón, pero sin embargo, los oftalmólogos ortodoxos no han realizado el más mínimo esfuerzo para desentrañar cómo puede aplicarse este principio a la práctica diaria, con la finalidad de mejorar el funcionamiento de la vista. Este trabajo fue emprendido por el Dr. Bates, y en su sistema se señala continuamente lo importante que es el movimiento como una ayuda para la visión.
Mientras tanto, las investigaciones de la psicología experimental han reafirmado la conclusión categórica de Ribot, dando la justificación teórica de muchas de las prácticas y técnicas llevadas a cabo por el doctor Bates y sus continuadores.
En el trabajo antes mencionado, el doctor E. J. Barmack dice que: "La atención que se desplaza con libertad, es un importante sostén de la actividad vital. Si la atención se limita a una actividad insuficientemente motivada, la actividad vital decrece". Y que la movilidad es importante lo subraya también el profesor Abraham Wolf en su artículo "Atención" publicado en la Enciclopedia Británica: "La concentración de la atención sobre alguna cosa o pensamiento, es a veces muy compleja, con muchas partes y aspectos, y nuestra atención pasa permanentemente de una parte a otra, desde atrás hacia adelante. La atención que sólo puede dirigirse a una sola cosa, que no puede desplazarse de una parte a otra, por ejemplo, una pequeña mancha de color, no se puede mantener más de un segundo sin correr el riesgo de caer en trance hipnótico o en algún estado patológico similar". Por lo que toca a la visión, este movimiento permanente de atención de una parte a otra cosa observada, se acompaña generalmente del movimiento que corresponde al aparato físico de la sensación. La razón es simple: las imágenes más nítidas se recogen en la zona macular del centro de la retina, y en especial en la pequeña fovea centralis. La mente, al seleccionar cada una de las partes del objeto que ha de ser percibido, ordena los movimientos de los ojos, de tal manera que cada parte del objeto va siendo vista por esa porción de ojo que recoge la imagen más clara (El oído carece de la región correspondiente a la fovea centralis; y por lo tanto, es imprescindible el desplazamiento de la atención dentro del campo auditivo, y ello no significa un desplazamiento paralelo del órgano corporal. La diferenciación y elección de los sensa auditivos, sólo puede ser hecha por la mente, sin necesidad de los movimientos correspondientes del aparato sensorial auditivo).
Ya mencionamos que para ser apta, la atención debe estar en constante movimiento, y que debido a la presencia de la fovea centralis, los ojos deben desplazarse continuamente al igual que la atención mental que los dirige. Pero a pesar de que en los individuos normales la atención se asocia siempre con movimientos oculares continuos, se une también con la inhibición de movimientos en otros lugares del cuerpo. Todo movimiento corporal es acompañado de una sensación más o menos vaga, y si se intenta prestar atención a algún hecho, estas sensaciones trabajan como estímulos perturbadores. Para que no pasen esas distracciones se hace todo lo posible para impedir el movimiento del cuerpo. Si el acto de la atención es acompañando de trabajos manuales o de otras actividades relacionadas con el objeto al que se presta atención, trataremos de eliminar todos y cada uno de los movimientos, excepto aquellos necesarios para la tarea. Si no hay una tarea que realizar, trataremos de inhibir todos nuestros movimientos y mantener nuestro cuerpo en una quietud perfecta. Todos sabemos cómo se comporta el público en un concierto. Durante la ejecución todos permanecen sin moverse, pero cuando termina el último acorde, el silencio finaliza en el aplauso, o si nos encontramos en el intermedio entre dos movimientos de una sinfonía, en un violento tifón de toses, estornudos y movimientos sin objeto alguno. La intensidad de este comportamiento, es un signo de la fuerza de las inhibiciones impuestas por la atención a la música. Francis Galton contó cuántos movimientos corporales se producían en un público de 50 personas que escuchaban una conferencia bastante pesada. El promedio por minuto de movimientos realizados por cada individuo era de 45. En ocasiones, cuando el conferenciante daba un tono de más color en su oración, ese número bajaba en más de un cincuenta por ciento.
La inhibición de las actividades inconscientes camina a un lado de la de los movimientos conscientes. Los descubrimientos correspondientes a los movimientos respiratorios y latidos cardiacos, fueron resumidos por R Philip en un estudio titulado "The Measurement of Attention", que publicó la Universidad Católica de América.
"En la atención visual, la respiración baja grandemente, pero la cantidad de respiraciones, en ocasiones, se hace mayor y otras menor; durante la atención auditiva, el número es siempre menor, pero su efecto sobre la amplitud varía. La limitación de la respiración, muchas veces produce una disminución en la frecuencia de los latidos cardiacos, sobre todo en los primeros momentos de la atención. Esta lentitud es provocada por la inhibición al respirar más que por la influencia directa de la atención".
Movimientos constantes de los ojos e inmovilidad del resto del cuerpo es la regla en lo que toca a la atención visual. Y mientras se observe esta regla, y no existan enfermedades o problemas psicológicos, el funcionamiento de la visión continuará normal. La anormalidad llega cuando la inhibición del movimiento, que es usual y adecuada en otras partes del cuerpo humano, tiene lugar en los ojos, donde no es recomendable. Impedir el movimiento de los ojos -movimiento del cual somos inconscientes-, es provocado por un ansia desmesurada de ver. En estas ansias por ver inmovilizamos inconscientemente los ojos, así como movilizamos el resto del cuerpo. La consecuencia de esto, es que comenzamos a fijar la mirada en aquella parte del campo visual que queremos percibir, pero la fijación de la mirada va siempre en contra de su propio fin, ya que en lugar de ver más, que una persona que ha paralizado su aparato sensorial (un acto que inmoviliza también la atención que, como vimos, está íntimamente relacionada), hará descender inmediatamente su capacidad de visión, que depende de la constante movilidad de los ojos y de la mente, la cual atiende, selecciona y percibe en eterna relación con los ojos.
Por otra parte, el fijar la mirada (ya que representa un esfuerzo para impedir movimientos que son normales y habituales), va de la mano siempre de una excesiva y constante tensión, y ésta, provoca una sensación de esfuerzo fisiológico. Pero cuando existe una enorme y continua tensión, el funcionamiento correcto es imposible, se reduce la circulación y los tejidos pierden su resistencia y la propia capacidad de restablecimiento. Para triunfar sobre los efectos del mal funcionamiento, el portador de estos malos hábitos, fija la vista cada vez más intensamente y, en consecuencia, ve menos y con mayor esfuerzo, cayendo en una espiral descendente.
Hay un motivo para creer que la atención mal dirigida, que da lugar a la paralización de los ojos y de la mente, es la causa primordial del defectuoso funcionamiento visual. El lector notará, cuando las describa minuciosamente, que muchas de las técnicas propuestas por el doctor Bates y sus continuadores se dirigen especialmente a restablecer la movilidad de los ojos y de la mente, sin la cual, como asegura la psicología experimental, no puede existir sensación ni percepción normales.