Estudio de objetos que no son familiares

Se trata, quizá, de las situaciones más complejas y más frecuentes que se plantean a la visión. Tenemos que examinar objetos que no conocemos cada vez que salimos de compras, vamos a museos, vemos libros en las repisas de una librería, desordenamos cajones para encontrar algo que perdimos, cuando ponemos en orden una habitación hacemos o deshacemos los equipajes o arreglamos una máquina. El problema es evitar y reducir el esfuerzo o la fatiga que ordinariamente se produce, en estos casos.

En primer lugar, intentemos, si es posible, que el objeto observado esté bien iluminado. Abrir las cortinas, encender las luces o utilizar una lámpara de bolsillo. Si el examen debe hacerse en algún lugar público, con una iluminación que los otros consideran suficiente, tendremos que resignarnos a ella, aunque seguramente no sea la adecuada.

Y Luego, resistir la tentación de fijar la mirada y sólo procurar ver con claridad una pequeña porción de todo el campo visual. Ver razonablemente y mantener los ojos y la atención en continuo movimiento.

Después, debemos respirar regularmente, parpadeando con frecuencia. Finalmente, descansar tantas veces como sea factible, cerrando los ojos, "dejándose llevar" y recordando cualquier objeto conocido, o mejor aún, practicando el palmeado. Si se puede, asolear los ojos de vez en cuando, o bañarlos en la luz de una lámpara eléctrica.

Si se siguen éstas simples reglas, será posible llegar al fin del examen sin fatigarse y sin sufrir molestias.