Lectura
Al leer, si tenemos visión defectuosa, nos vemos abordados por la fuerte tentación de usar nuestros ojos y nuestra mente en forma equivocada. El interés por lo que leemos suele incrementar esa humana tendencia a lograr nuestro objetivo a cualquier precio. Queremos ver la mayor cantidad de palabras en el tiempo más corto posible, y descuidamos los medios naturales para obtener ese fin. El funcionamiento imperfecto se hace corriente y nuestra visión se altera.
Lo primero que tenemos que hacer es tomar conciencia de que, por lo concerniente a la lectura, ese deseo es contraproducente. El siguiente paso, al leer, es retirar las manifestaciones demuestra impaciencia y nuestra glotonería intelectual.
En las primeras etapas de la reeducación visual, la lectura sin esfuerzo es imposible sin el descanso y la relajación. Esto es, la relajación es uno de los medios importantes para alcanzar nuestra meta: observar el mayor número de palabras en poco tiempo, con el menor cansancio posible y con el más alto grado de comprensión intelectual. Moraleja: cuando olvidemos la impaciencia y ansia de ver, los ojos y la mente tendrán la relajación que tanto necesitan, pero de las que continuamente les privamos por nuestros malos hábitos.
Para dar a los ojos y a la mente la correcta relajación mientras leemos, debemos seguir los siguientes consejos.
Primero: cerrar los ojos durante un par de segundos al terminar uno o dos párrafos, "dejarse llevar" y visualizar la última palabra leída y el signo de puntuación que la sigue. Al reabrir los ojos, leer al comienzo esta palabra, y el signo de puntuación correspondiente, que parecerán más claros y apreciables que al principio. Pasar luego a la siguiente etapa.
Segundo: al terminar cada página u hoja, suspender la lectura un par de minutos para ejercitar el palmeado.
Para el lector ansioso esto parecerá insoportable, pero pensemos que éstas suspenciones le permitirán lograr su fin del modo más sencillo y rápido. Esta "privación" de su impaciencia, quizá será, además, muy útil para modelar su carácter.
Tercero: si hay luz solar, asolear los ojos; primero cerrados y luego abiertos, practicar el palmeado, y nuevamente asolear con los párpados cerrados. Si no hay sol, bañar los ojos en la luz de una eficaz lámpara eléctrica. Cuarto: sentarse a leer en algún sitio desde donde pueda observarse un calendario o algo parecido colgado en una pared lejana. Parar la lectura súbitamente, y mirar analíticamente las letras o los números. Si leemos a la luz del día, ver algunas veces hacia la ventana.
Quinto: la imaginación y la memoria pueden usarse para leer mejor. Hacer una pausa de vez en vez, "dejarse llevar" y recordar una letra o palabra recientemente leída. Mirarla con los ojos internos, apreciando el fondo blanco que la rodea y el que está dentro de ella. Luego de imaginar que la blancura del fondo es más blanca de lo que en realidad es, reabrir los ojos, observar el fondo blanco que rodea a las letras reales, y pretender verlo tan blanco como lo habíamos imaginado mientras teníamos los ojos cerrados. Cerrar los ojos de nuevo, y volver a comenzar. Después de dos o tres repeticiones, palmear un rato y seguir la lectura.
También se hará el siguiente ejercicio: cerrar los ojos, recordar una letra recién leída, tomar una pluma imaginaria y dibujar dos puntos más negros en su parte superior y en su base, o a los lados izquierdo o derecho.
Llevar la atención de un punto a otro unas 6 veces; después, abrir los ojos, e imaginando que se ven puntos parecidos sobre la letra real, hacer lo mismo. Repetir el ejercicio varias veces, palmear y seguir con la lectura.
Sexto: en el capítulo dedicado a la vista cansada, nos hemos ocupado de la manera como los de vista cansada pueden mejorar su capacidad de lectura, viendo sin esfuerzo una impresión muy pequeña pero, básicamente, mirando los espacios blancos entre las líneas. Los beneficios de este ejercicio no son exclusivos para las personas mayores con vista cansada. Quien encuentre dificultades para leer, puede hacer este procedimiento al comenzar la lectura, o en intervalos durante ella.
Las técnicas de relajación deben iniciar nuestro trabajo, alternándose en su desarrollo cuando se lee un libro o una revista. Estudiemos ahora la forma correcta de leer.
En este caso, como en todos los demás en que sea inevitable utilizar la visión, nuestros mayores enemigos son: el esfuerzo, la atención incorrectamente dirigida y la fijación de la mirada. Para vencerlos hay que seguir, mientras leemos, estas simples reglas:
1.- No suspender la respiración o mantener rígidos los párpados durante largos periodos. Parpadear constantemente y respirar con regularidad y profundidad.
2.- No dejar fija la vista, ni querer ver todas las partes de una línea o frase con igual intensidad. Mantener los ojos y la atención en constante movimiento para obtener la fijación central. Esto se consigue fácilmente si los ojos vagan por el espacio en blanco que se encuentra bajo la línea impresa que estamos leyendo. Podríamos asegurar que las palabras y las letras serán así capturadas en una sucesión de movimientos cortos. Al principio, esta forma de leer, mediante movimientos rápidos de los ojos por los espacios blancos ubicados entre las líneas, puede parecer extraña, pero inmediatamente descubriremos que contribuye considerablemente a lograr la lectura sin esfuerzo. Las letras y las palabras se verán más fácilmente que cuando la mirada está paralizada; es decir, serán más claras cuando son apreciadas como interrupciones del fondo blanco, que cuando se observan como letras que precisan ser descifradas.
3.- No arrugar el entrecejo cuando se lee. Se trata de un síntoma de tensión muscular nervioso provocado en y alrededor de los ojos por la atención mal dirigida y por el esfuerzo por observar. Cuando se logra la relajación dinámica y el funcionamiento correcto, el hábito de arrugar el entrecejo desaparece completamente. Esta desaparición puede apresurarse, lográndose un alivio de las tensiones física y mental, con actos de inhibición frecuentes y deliberados. Se suspenderá la lectura, y la persona hará un rápido examen de sí mismo para sorprender las formaciones de sus músculos faciales. Entonces cerrar los ojos por un instante, "dejarse llevar", y el gesto se borrará.
4.- No tener entrecerrados los párpados al leer. A diferencia del vicio de arrugar el entrecejo, ésta contracción tiene su propósito. Sí entrecerramos los párpados, reducimos el tamaño del campo visual, y así, se eliminan algunos de los estímulos negativos y la iluminación difusa que llega a los ojos desde las partes de la página que en ese momento, no son observadas. Muchas personas con defectos en la visión, leen estrechando mucho el espacio interpalpebral, pero la tendencia es más marcada en los que tienen opacidades en la córnea o en otros tejidos transparentes del ojo. Estas sombras actúan igual que las partículas de vapor de agua suspendidas en el aire en una mañana de otoño; extienden la luz en una especie de niebla luminosa, a través de la cual, es difícil ver con claridad. La obstrucción parcial de los párpados, tiene el efecto de eliminar gran parte del campo iluminado, reduciendo así la densidad de la niebla provocada por la difusión de la luz. Lo estrecho de la abertura entre los párpados, implica un esfuerzo muscular constante. Esto sube la tensión, en y alrededor de los ojos, y da lugar a una intensificación de las tensiones psicológicas. Ver por entre los párpados entornados es un medio para obtener una mejoría inmediata de la visión, pero ésta trae consecuencias, pues se obtiene a costa del aumento del esfuerzo, del cansancio, y de una progresiva alteración de la capacidad visual. Por lo tanto, es importante encontrar un método para corregir esta tendencia negativa. La relajación consciente de los párpados, de modo que permanezcan abiertos y separados, no es suficiente. Es posible que nuestra visión sea peor que antes, y por esto volveremos a incurrir en los malos hábitos.
Sin embargo, hay un sencillo método mecánico para alcanzar los mismos resultados que se logran entrecerrando los párpados. En lugar de evitar las distracciones y la iluminación innecesaria en el extremo receptor, es decir en el ojo, suprimámoslas en la fuente, o sea, la página impresa. Todo lo que se necesita es una hoja de papel negro, una regla y una navaja. Escoger una hoja de papel negro que cubra la mitad de la página normal de un libro. Hacer en el centro de esta hoja una abertura más larga que la línea impresa, y lo bastante ancha como para que dentro de ella entren dos líneas (la anchura puede variar según desee individuo. Puede hacerse de diversos tamaños).
Una vez iniciada la lectura, poner la hoja de papel negro sobre la página, con el borde inferior de la abertura 3 milímetros por debajo de la línea que vamos leyendo. Cuando se llega al final de la línea, bajar la abertura a la línea siguiente y así continuamente.
Este simple recurso será muy eficaz en todos los que tengan inconvenientes para leer. Los que sufren de nebulosidad corneal, podrán duplicar la claridad de su visión, aún cuando los párpados estén correctamente abiertos y relajados.
Leer a través de una abertura facilita la técnica que se opone a la fijación de la mirada y que ya vimos: el rápido desplazamiento de un lado a otro del espacio blanco situado inmediatamente por debajo de la línea impresa.
El borde recto del papel negro actúa a modo de riel, a lo largo del cual viaja suavemente la mirada. También, la tarea de ver con la imaginación los espacios blancos entre las líneas más blancos de lo que en realidad son, se facilita cuando estos espacios blancos se ven (y después se recuerdan) en contraste con la negrura de la hoja.
En ocasiones la costumbre de querer ver simultáneamente la mayor cantidad de palabras impresas puede corregirse rápidamente empleando una pequeña abertura que no tenga más de 2 centímetros de longitud. Esta, nos dejará ver sólo la parte de la línea que puede ser recogida por la mácula lútea, y el rápido desplazamiento dentro de este espacio limitado pondrá en acción a la fovea. De esta forma, la zona central de la retina será estimulada como jamás podría estimularse si se intenta ver frases y líneas completas con igual claridad y al mismo tiempo. La pequeña abertura se moverá velozmente de palabra en palabra. Al principio, la lectura practicada de esta forma podrá exasperar. Para disminuir este sentimiento podremos intercalar la abertura larga y la abertura corta. Es fácil remediar estos inconvenientes cuando se piensa que sí podremos adquirir hábitos útiles para el correcto funcionamiento visual.