Cúmulos de estrellas

… Mira cómo está engastado el firmamento de claras pátinas de oro.

«El mercader de Venecia». Acto V. Escena I.

Para los antiguos -y esto incluye a Shakespeare- el cielo nocturno no estaba contaminado por la luz artificial. Podían ver las estrellas mejor que nosotros pero no contaban con los telescopios actuales y, por tanto, no conocían las maravillas que podemos observar con ayuda de la tecnología. Para los antiguos, el Sol era el objeto más grande y magnífico del cielo. No sabían que nuestro Sol no es más que una estrella más, moviéndose solo con sus planetas, o que mucho más allá de las estrellas visibles en el «firmamento» radican estrellas mucho mayores y magníficas unas junto a otras.

Los muchos millones de estrellas de las galaxias inspiran temor, pero hay otros grupos de estrellas con una belleza única: los cúmulos que existen dentro de una galaxia. Después de que las cefeidas variables formando cúmulos se utilizaran para determinar distancias (a principios de siglo), no parecía que hubiera mucho que aprender de los cúmulos hasta ahora.

En nuestra Galaxia, la Vía Láctea, y, probablemente en la mayoría de las demás, hay miles de cúmulos de estrellas que se mantienen en grupo gracias a la influencia gravitatoria de unas sobre otras. El tipo de cúmulo menor y más común se denomina «abierto». En nuestra Galaxia se conocen alrededor de un millar de ellos. Contienen desde unas pocas docenas hasta unos pocos miles de estrellas, más o menos ordenadas. Los cúmulos abiertos, por lo general, están situados cerca del plano de la Vía Láctea, dentro o cerca de los brazos en espiral de la Galaxia. Respecto de la enorme escala del tiempo de la Galaxia, los cúmulos abiertos observan períodos de vida relativamente cortos, y algunas estrellas se separan del grupo en movimiento entre la Galaxia y a través de las nubes de polvo. El cúmulo abierto más conocido es el de las Pléyades, llamado las «Siete Hermanas» por los griegos que, a pesar de su alcance, no podían observar otras 3000 estrellas en el cúmulo. También es posible que nuestra visibilidad contaminada (sólo podemos observar seis a simple vista) haya empeorado por el hecho de que la más oscura de las siete estrellas grandes, Pleyone, podía haber sido mucho más brillante en tiempos de los griegos.

Los cúmulos «globulares» son grupos de estrellas mucho más grandes y más comprimidas, algunas observables a simple vista como manchas borrosas de luminosidad débil. En el hemisferio norte, el más brillante es M13, el gran cúmulo globular de la constelación de Hércules. Incluso en un telescopio pequeño aparece un estallido de joyas espectacular de hasta un millón de estrellas. En nuestra Galaxia hay más de 125 cúmulos globulares conocidos, que se mueven en un «halo» esférico alrededor del centro galáctico.

Los cúmulos globulares que podíamos examinar con facilidad parecían estar formados por estrellas semejantes de la primera generación, y no había ninguna estrella muy grande o muy brillante: gigantes azules jóvenes que debieron de morir mucho antes de que los seres humanos entráramos en escena. Los científicos decidieron que los cúmulos eran casi tan viejos como la Galaxia, 15 000 millones de años y, a diferencia de los cúmulos abiertos, relativamente estables.

Los científicos se están replanteando la palabra estable. El gran cúmulo globular 47 Tucanas parece estar produciendo dos tipos extraños de estrellas. Uno se refiere a la «rezagada azul», una estrella que parece tener un tiempo de vida extra. El otro es el «púlsar milisegundo», formado cuando las estrellas corrientes agotan sus recursos energéticos y se colapsan en forma de objetos densos pequeños cuyas señales de radio llegan a la Tierra como impulsos debido a la rotación de la estrella. La mayoría de los púlsares rotan alrededor de una vez por segundo, pero estos púlsares extraordinarios lo hacen tan deprisa que la señal de radio se envía al 13% de la velocidad de la luz. Los científicos mantienen la hipótesis de que tanto las rezagadas azules como los púlsares milisegundo pueden ser el resultado de colisiones en áreas con máxima densidad estelar, muy comunes en este cúmulo insólito.

Resulta que no todos los cúmulos globulares son viejos. El telescopio espacial Hubble ha descubierto cúmulos globulares jóvenes en la Galaxia elíptica NGC1275 (cerca de la constelación de Casiopea, a 20 millones de años luz de la Tierra). Las estrellas de estos cúmulos se formaron al mismo tiempo y son del mismo tono azul, así que no pueden tener más que unos pocos cientos de millones de años, y se pueden considerar jóvenes en la escala de tiempo galáctico. El astrónomo Jon R. Holtzman, del Observatorio Lowell de Arizona, afirma que NGC1275 puede ser el producto de una colisión entre dos galaxias. La violencia de este encuentro puede haber generado el nacimiento de nuevos cúmulos.

El telescopio Hubble ha examinado también una Galaxia llamada ARP220, que contenía seis cúmulos de estrellas diez veces mayores que cualquiera de los que se encuentran en la Vía Láctea. Los seis son incluso más brillantes que los cúmulos jóvenes de la NGC1275. Los astrónomos de la Universidad de Maryland, Edward Shaya y Dan Dowling, postulan que la ARP220 se formó por la colisión de dos galaxias en espiral hace unos 20 millones de años. Parece que ARP220 es intrínsecamente inestable, con un núcleo peligrosamente brillante y de gran masa y con cúmulos jóvenes de estrellas debido a las explosiones de supernova.

Bien, enfrentémonos a ello. El Universo no es un lugar tranquilo y pacífico. Lo que los propios humanos, productos del Universo, logremos en el camino de la tranquilidad y la paz, sólo depende de nosotros mismos.

Fronteras II
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