177.
Ese desdoblamiento puede adoptar una figura maternal; la madre que se reconoce y se enajena en su hija siente a menudo por ella un apego sexual; el gusto de proteger y acunar en sus brazos un tierno objeto de carne le es común con la lesbiana. Colette subraya esta analogía cuando escribe en Les vrilles de la vigne:
Me darás la voluptuosidad, inclinada sobre mí, con los
ojos cuajados de maternal ansiedad, tú que buscas, a través
de tu alma apasionada, el hijo que no has tenido.
Y Renée Vivien expresa el mismo sentimiento:
Ven, te llevaré como a una niña enferma,
como a una niña quejumbrosa y temerosa y enferma.
Entre mis brazos nerviosos, estrecho tu cuerpo leve.
Verás que sé curar y proteger,
y que mis brazos están hechos para protegerte mejor