I

Al principio Cassie no podía creérselo, no podía aceptar nada de todo aquello. No estaba en aquel bar, no se encontraba en el Infierno.

Y no era Lissa la que seguía allí mirándola.

No, aquello era una locura. Estaba soñando. Todo era una alucinación que sufría. Ni Via ni Xeke ni Susurro eran reales. Su casa no era un «paso de los muertos» ni existía nada parecido a una etérea.

—¿Cassie?

Era la voz de Lissa.

Su mismo cuerpo y su mismo rostro.

Era el pelo de Lissa, incluido el detalle del mechón blanco a la derecha. Llevaba guantes de terciopelo negro, una falda corta de crinolina negra y una blusa de encaje también negra. Lo mismo que vestía la noche que se pegó un tiro en el cuarto trasero del Goth House. El pequeño tatuaje de alambre de espino alrededor de su ombligo fue la prueba definitiva.

Cassie sabía que no estaba soñando. Todo era real.

Pero cuando abrió la boca para hablar con su hermana por primera vez en más de dos años…

… Lissa dio media vuelta y echó a correr, huyendo del bar.

—¡No! ¡Regresa!

Cassie olvidó todo lo demás. También ella salió precipitadamente de la taberna para perseguir a su hermana como una loca.

«¿Por qué corre? —se preguntó angustiada—. Debería estar contenta de verme…»

O a lo mejor no. Quizá fuera justo lo contrario.

«Está en el Infierno por mi culpa», se recordó Cassie.

Las chanclas la condujeron a lo largo de la espantosa calle. Esquivó pilas de basura y desperdicios sin nombre. Una manada de polterratas se dispersó soltando chillidos cuando saltó por encima de ellas. El cielo sangriento temblaba en lo alto y, a lo lejos de la siniestra avenida, Lissa huía a la carrera como si escapara de un peligro seguro. Sin necesidad de esforzarse, sacaba cada vez más distancia a Cassie.

—¡Lissa! ¡Vuelve!

Un enorme carruaje bajaba traqueteando por la calle perpendicular, y no eran caballos los que tiraban de él, sino unas bestias voluminosas parecidas a rinocerontes, con la piel brillante y llena de pústulas. Lissa cruzó justo por delante y se abalanzó hacia un pasaje. En ese inoportuno momento se detuvo el carruaje, ya que los animales hicieron un alto para alimentarse de un cadáver de demonio que estaba tirado en el camino.

El callejón quedó bloqueado.

—¡Maldición! —gritó Cassie—. ¡Lissa, vuelve!

Pero su hermana había desaparecido.

No se atrevió a seguirla. Eso supondría bordear a esas criaturas hinchadas que arrastraban el carruaje, y Cassie sospechaba que preferirían comérsela a ella en lugar del demonio muerto.

Los otros la alcanzaron en la esquina, faltos de aliento.

—¡Cassie, no vuelvas a hacer algo así! —advirtió Via.

—Tienes que permanecer siempre junto a nosotros —dijo Xeke—. No conoces el territorio, sola no durarías ni un minuto.

Cassie sabía que estaban en lo cierto, pero…

Estaba a punto de llorar.

—¡Esa era mi hermana! ¡La tenía justo delante y ahora se ha esfumado!

—La encontraremos —aseguró Xeke lleno de confianza—. Cree que te ha dado esquinazo…

—Pero lo que no sabe es que nos han dicho dónde trabaja —añadió Via. Incluso la pequeña sonrisa de Susurro parecía tranquilizadora.

La mente de Cassie se tambaleaba.

—Yo… he olvidado lo que dijo el camarero. ¿Dónde trabaja? ¿En una especie de club?

—El S&N Club —confirmó Via—. El local de Sid y Nancy. Está en la plaza Bonifacio.

—Y te va a encantar ese sitio —afirmó Xeke.

—¿Por qué?

—Es un club gótico. —Xeke sonrió—. En el Infierno.

Ciudad infernal
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Ciudad_Infernal_Prologo.xhtml
Ciudad_Infernal_Primera_Parte.xhtml
Ciudad_Infernal_UNO.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea1.xhtml
Ciudad_Infernal_DOS.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea2.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea2.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea2.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea2.4.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea2.5.xhtml
Ciudad_Infernal_TRES.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea3.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea3.2.xhtml
Ciudad_Infernal_CUATRO.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea4.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea4.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea4.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea4.4.xhtml
Ciudad_Infernal_CINCO.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea5.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea5.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea5.3.xhtml
Ciudad_Infernal_SEIS.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea6.xhtml
Ciudad_Infernal_Eterea6.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Segunda_Parte.xhtml
Ciudad_Infernal_SIETE.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis7.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis7.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis7.3.xhtml
Ciudad_Infernal_OCHO.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis8.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis8.2.xhtml
Ciudad_Infernal_NUEVE.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis9.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis9.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis9.3.xhtml
Ciudad_Infernal_DIEZ.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis10.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis10.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis10.3.xhtml
Ciudad_Infernal_ONCE.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis11.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis11.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis11.3.xhtml
Ciudad_Infernal_DOCE.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis12.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis12.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis12.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Mefistopolis12.4.xhtml
Ciudad_Infernal_Tercera_Parte.xhtml
Ciudad_Infernal_TRECE.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones13.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones13.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones13.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones13.4.xhtml
Ciudad_Infernal_CATORCE.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones14.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones14.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones14.3.xhtml
Ciudad_Infernal_QUINCE.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones15.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones15.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones15.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones15.4.xhtml
Ciudad_Infernal_DIECISEIS.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones16.xhtml
Ciudad_Infernal_DIECISIETE.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones17.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones17.2.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones17.3.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones17.4.xhtml
Ciudad_Infernal_Maquinaciones17.5.xhtml
Ciudad_Infernal_Epilogo.xhtml
Ciudad_Infernal_Epilogo1.xhtml
Ciudad_Infernal_Epilogo2.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml