CAPÍTULO 21

CONFIDENCIAL

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Este comunicado electrónico está exclusivamente destinado a vosotros y se autodestruirá una hora después de haber sido abierto. No puede ser reenviado, impreso, alterado ni fotografiado. En el caso de que algunos de sus destinatarios quieran copiar total o parcialmente el comunicado para hacerlo público, su remitente negará categóricamente su contenido.

 

DE: SENADOR WILLIAM WARD

PARA: SENADORA KATHLEEN LANGSTON, SENADOR JULIO RAMIRO MUNOZ, SENADOR FRANKLIN PETERSON, SENADOR DOMINICK ROSELLI

ASUNTO: ENMIENDA CONSTITUCIONAL XXVIII

El presente comunicado es la continuación de la conversación que mantuvimos el martes pasado en el hotel Four Seasons.

En esa reunión se decidió seguir adelante con la enmienda constitucional que abolía todos los impuestos que gravan a los productos adquiridos por internet si más del 50 por ciento de los que forman parte de un pedido están fabricados en los Estados Unidos.

Me congratula informaros de que he tenido diversas conversaciones con Roger Kendrick, director ejecutivo y presidente de LaTienda.com, que apoya la idea.

Conseguir los votos para una enmienda constitucional no es fácil, aunque algunos sondeos llevados a cabo por iniciativa propia de LaTienda.com demuestran que es posible. Así pues, sugiero que elaboremos una lista de senadores y que designemos a dos de ellos para celebrar una reunión en el Despacho Oval.

He organizado una reunión secreta de nosotros cinco el próximo domingo a las ocho de la noche en la suite PH3 del hotel Ritz-Carlton de Georgetown.

Conseguir que se apruebe la enmienda XXVIII sería un gran logro para América, para LaTienda.com y para nosotros cinco.

WW/pb

Mientras leía el memorándum secreto en la pantalla del ordenador me temblaban las manos y los pies. Lo único que pude decir fue el siempre efectivo «¡Joder!». Y lo dije más de una vez.

−¿Esto es auténtico? −pregunté.

−Auténtico de verdad.

−¡Joder! ¡Joder!

Algunos miembros del Senado de los Estados Unidos estaban conspirando para presentar una enmienda a la Constitución que convertiría la Tienda en la empresa más importante y rentable de América… y probablemente del mundo entero.

Agarré suavemente a Megan por los hombros.

−¿Cómo has conseguido esto? −le pregunté.

−Lo he hackeado −contestó, sin pestañear.

−¿Lo has hackeado? −dije−. ¿Cuándo…?

−No, Jacob. No hagas preguntas ni te preocupes. Simplemente he aprendido cómo hacerlo.

Esa habilidad me parecía mucho más avanzada que la información que había incluido en el folleto que escribió.

−Megan, esto es muy grave. Podrían matarnos por ello −dije.

Megan se puso de pie y me miró fijamente.

−No, Jacob. Esto es muy grave porque cinco senadores están engañando al pueblo americano. Es muy grave porque la Tienda ha tomado un camino demencial que la llevará a…, no sé…, dominar el mundo. ¿Queremos investigar todo esto a fondo o no? Si la respuesta es no, entonces volvamos a Nueva York y olvidémonos de New Burg, de la Tienda y de nuestro libro.

Me acerqué a Megan. La abracé y apoyé el rostro en su cuello para besarla.

−Tienes razón, por supuesto −dijo−. Te casaste con un gallina, y no te mereces que yo…

−Vamos, déjalo ya. Vamos a hacerlo. Seguiremos investigando hasta que desenmascaremos a la Tienda o hasta que ellos…

Megan vaciló un instante.

−¿O hasta que ellos qué? −pregunté.

−O hasta que ellos nos maten.