CAPÍTULO 27

AQUELLA NOCHE, cuando llegamos a casa, Megan y yo teníamos un montón de suculento material que transcribir. Estuvimos despiertos hasta pasadas las dos de la madrugada, lo cual puede que no fuera la mejor de las ideas: al día siguiente era lunes, y los lunes teníamos que estar en el centro de distribución a las siete de la mañana.

−Aún tenemos algo de tiempo −le dije a Megan en la entrada del centro de distribución−. Quizás podríamos pasar por el almacén de productos químicos para saludar a Bud.

−No nos dejarán entrar en un sitio que no estamos autorizados a visitar −dijo Megan.

Probablemente tenía razón, pero aun así quería intentarlo. Además, confiaba mucho en mi capacidad para contar bolas. Así pues, mantuvimos ocupadas a centenares de cámaras de vigilancia. Quince minutos después, con la ayuda de la app de conducción asistida de la Tienda, nos plantamos delante de la entrada de seguridad del almacén de productos químicos.

Mi pase con microchip electrónico no me permitió superar la puerta de hierro, pero lo que sí hizo, al parecer, fue notificar a tres guardias de seguridad que alguien sin autorización estaba intentando entrar.

−¿Os habéis perdido, chicos? −nos preguntó la mujer bajita de expresión nerviosa que salió a hablar con nosotros, acompañada de dos hombres, también guardias de seguridad.

−No, sabemos que esto es el almacén de productos químicos. Queríamos pasar un momento antes de ir a trabajar para darle un mensaje a nuestro amigo Bud.

−Trabajamos en el centro de distribución −añadió Megan.

−¿Cómo se apellida Bud? −preguntó la mujer.

−Robinson. Puede que su nombre no sea Bud; tal vez sea un apodo.

La mujer empezó a teclear en su tableta.

−Aquí no trabaja ningún Robinson. Ni Bud ni nadie −dijo.

Los dos hombres también estaban tecleando en sus tabletas. Uno de ellos dijo:

−Un momento. ¿Era un guardia de seguridad?

−¿Dónde has visto eso? −preguntó la mujer.

−Está en la lista de la T −dijo el hombre.

−Sí, es guardia de seguridad −dije.

−Sí, está en la lista de la T −dijo la mujer−. Él y su mujer han sido trasladados.

−¿Qué demonios significa eso? −dije, quizá levantando demasiado la voz.

Sentí la misma rabia y confusión que había sentido cuando la bibliotecaria nos dijo que su marido había sido trasladado sin dar ninguna explicación.

−Significa que esa pareja ha sido trasladada. A veces mandan a algunos candidatos a la sede central de San Francisco para hacerles una entrevista antes de asignarles un nuevo puesto −dijo uno de los hombres.

−Si estuviera en vuestro lugar −dijo entonces la mujer−, me dirigiría al centro de distribución para no llegar tarde. Supongo que no querrás llegar tarde, Megan. Y tú tampoco, Jacob. Disfrutad de vuestra jornada laboral y luego volved a casa para prepararles una buena cena a Alex y a Lindsay.

Estábamos ya tan acostumbrados a que todo el mundo lo supiera todo sobre nosotros que ni siquiera nos sorprendió que la mujer pronunciara nuestros nombres.

Lo único que sabíamos Megan y yo era que menos de doce horas después de haber organizado la barbacoa, Bette y Bud estaban siendo trasladados, habían sido trasladados o estaban siendo entrevistados antes de ser trasladados.

Megan y yo decidimos que llegaríamos tarde al trabajo.