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Amo benignísimo y demente:

Escrebía yo cuando Lionardo llamó a mi puerta y hube de esconder el pliego y hazer como que estava atareado en otras cosas ansí que me puse a comer un pedazo de pan con aceitunas y requesón de vaca esquisita que compréle aller a una espendedora que tenía dos güenas domingas redondas y tan grandes que ella también parescía una vaca, y acepté que me hiziera un pequeño crédito.

Así que mi padrino entró le conté a pies juntillas lo que me había dicho la sirvienta. La qual (no tuve tiempo de escrebirlo en mi carta antecedente) me había dicho demás que a ese Poggio muerto de cuatro hachazos en la cabeza lo había occisionado un criado suyo, que fue apresado con brevedad y bien ajusticiado. Este Poggio español despachado de un modo tan brutal estava en las oficinas de Burcardo, osea que trabajaba para el Maestro de Ceremonias del Papa.

Esta historia pasmó y interesó mucho a Lionardo, y acto siguiente el también me relacionó varias cosas nuevas. Quiso lo primero hazerme un honor grande, pues me dixo que tenía que veerse de nuevo con Paride Grassi y esta vez llevaríame consigo, pero devía jurarle que me estaría calladito como una estatua porque si no me dava una güena tunda cuando bolviéramos a casa y sabed amo mío que desde que soy chiquito las que me ha dado son innúmeras. Yo entonces señor amo juré con sumo gusto, porque me encanta dezirle siempre sí a Lionardo y luego en cambio hago lo que me sale de los güevos, y mejor para él porque si no después no puedo sacarlo de los líos en los que se mete de contino.

El encuentro con Paride Grassi fue en el mercado de pescado, cerca del gueto de los judíos. Paride es un home menudito y de indolencia harto fogosa, la cabeza casi pelada y los ojos negros como los de un zorro. Andovimos de la iglesia de San Juan de la Pescadería hasta la del Velabro, cerca de do arriban las barcazas de los pescadores y los de transportes de cosas al Tíber. Algunos pescadores vieron a mi padrino con esos anteojos azules suyos y los cabellos largos trenzados y las calzas rosadas, y parescióles asaz estraño, mas por suerte Lionardo acá no es conoscido como en Florencia, ansí que naide vino a molestar mientras parlamentábamos.

Lionardo me presentó al punto y dixo a Grassi que quanto se le dize a él se me podía dezir también a mí, porque soy de confianza plena y no digo nada a naide, y yo dixe lo juro señor padrino y inclusive me arrodillé. Lo que se dixeron luego Lionardo y Grassi, señor amo, os lo cuento agora mesmo pues era de interés sumo.

Mi padrino le refirió a Grassi la información sobre Poggio dada a nos por el tipejo de las agallas aplastadas, pero sin dezir de quién la había recebido, de suerte que cuando Grassi se lo demandó Lionardo hízose el misterioso, ansí se dio un poco de pisto.

Acerca de la facienda de Poggio Bracciolini, Grassi se quedó tan pasmado como Lionardo y también él dixo que Bracciolini no había podido desparramar los rumores contra el Papa porque la había palmado ha cincuenta años y yo señor amo soy de la mesma creencia porque cuando uno está muerto dificultosamente puede hablar pestes de los demás o en todo caso es al revés. Entonces quise meter baza y dezir mirad que para mí que sé quién haze correr los rumores contra el Papa pero Lionardo dixo Salaì cierra el pico.

El otro Poggio del que habla la sirvienta, dixo Grassi, el occisionado a punta de hachazos en la calamorra, se llama en realidad Juan Despuig, el cuyo significado en español empero es prexisamente Giovanni Poggio, y es de Játiva, cerca de Valencia, el mesmo terruño de la familia del Papa. Era sobrino de un cardenal y por eso había conseguido un puesto en la Curia. En efeto, en las oficinas del Maestro de Ceremonias no había más que un supernumerario osea uno de esos que no tienen un puesto fijo y enzima son zeros a la izquierda pero siempre encuentran un trabajo con un güen estupendio merced a que están protegidos por un poderoso y en Roma los ay sin fin, si os recordáis yo ya os había escribido que acá en Roma ay un montón de gente que se pasa el di riendo y bromeando y tomando el sol y tocándose los güevos pero es muy felice.

Lionardo demandó entonces a Paríde Grassi por qué al Poggio español lo había matado el fámulo y Grassi esplicó que nunca se había sabido. El fámulo matador llamábase Tomaso de Piemonte, y había eliminado al pobre Poggio español cuando roncaba, y cuando los hallaron el fámulo seguía asentado a la vera del lecho de su amo empapado de sangre y con el hacha en la mano y parescía alunado porque temblequeaba y los ojos los tenía en blanco y no podía ni hablar.

Tan infamante fue el delito que a Tomaso de Piemonte terminado el juicio lo ajusticiaron y no embargante lo hubieron torturado con saña no dixo ni esta boca es mía.

Luego Lionardo refirióle a Grassi lo que nos había dicho el secretario del Cardenal Grimani. Finiquitada la relación Grassi dixo que Iligi tenía plena razón osea que las maledizencias contra Su Sanctidad son grandes tonterías lucubradas en el aire, y que asimismo es verdad todo lo que han dicho Ciolek y Copérnico sobre ésos de Estratoburgo, y que también el Sancto Padre está perfectamente informado de lo que acontece en la Alsatia.

Dispensad señor Grassi, pregunté entonces al tiempo que Lionardo me dezía cierra el pico Salaì si no quieres que en casa te dé una somanta de palos, no os paresce estraño que estos tudescos estén por doquiera: se habla de Poggio Bracciolini, y helos ahí. Se habla de las malas lenguas contra el Papa, y helos ahí de nuevo. Se habla de la muerte deste Poggio español, y helos ahí otra vez porque el jefe del muerto era Burcardo osea un tudesco. Inclusive el caco que entró en el cuarto de Lionardo dixo algo que me paresció casi tudesco. Por último, ¿qué coño es esta Germania de Tácito que descubrió Bracciolini y que me mentó Copérnico?

Mi padrino trataba de escusarme con Grassi diziendo que soy de culo inquieto y hablo sin ton ni son porque soy joven y siempre tengo que meterme do no me llaman. De todas las maneras Grassi quiso saber lo del caco que estuvo a pique de matarme con la chaira en el cuarto de Lionardo, y lo del dibujo con el ahorcado que hallamos ayuso de la puerta de Lionardo, y al final yo le conté también que había alguien al que estrañamente le place yr en mi seguimiento por Roma.

Grassi puso ojos de sapo por todas las cosas que le había contado pero no sabiendo qué contestar sólo habló de lo que sabía algo, osea de la historia de Poggio y de la Germania de Tácito. Nos esplicó ansí que Bracciolini no era sólo un grande descubridor de manuscritos antiguos, como mi padrino ya había contado, sino que había descubierto una de las obras más importantes del famoso historiador latino antiguo Cornelio Tácito, osea un libro que se llama justo Germania. Era la historia de los orígenes de los tudescos, de la qual antes de Poggio no se sabía nada.

El descubrimiento era de trasciendencia suma pues ansí los pobres tudescos, que no poseían una historia de su natión, tenían por fin un pasado noble y glorioso como los itaglianos, que en cambio siempre han tenido toda la fábula de Roma y de Julio César y el Coliseo y el Imperio y exétera. Poggio tuvo una potra enorme porque había encontrado el único manuscrito que quedaba de la Germania de Tácito en un antiguo convento tudesco, donde, figuraos lo que son las cosas vuesa merced, paresce ser que se la habían olvidado los monjes. En efeto Poggio recorrió con un agregamiento de amigos todos los monasterios tudescos, y descubrió que los monjes tudescos eran tan sandios y inorantes que poseían obras antiguas bellísimas de los autores latinos pero ellos ni lo sabían. Poggio muchas vezes compró muchos manuscritos a los mesmos monjes, luego en Italia los revendió y ganó un montón de dineros.

Yo, señor amo, no bien oí el relato eché de ver cómo había sido el negociado, porque si no eres un acemilón das en columbrar en seguida que los monjes tuvieron que venderle a Poggio chilindrinas a porrillo, pues si diez monjes tudescos te dizen fíjate amigo estos manuscritos los teníamos en el arcón ha seis cientos años mas a ti te los mercamos porque nos caes pero que muy bien, ¿por qué tendrías que dezir pues oye que no me lo creo? En efeto es mucho más sagaz dezir ajá sí que bonico gracias, regateas todo lo que puedes, gritas milagro milagro y revendes la chilindrina al precio que te sale de las narizes y te hazes rico, como ansí oh casualidad pasóle a Poggio que había nazido en una familia de zarrapastrosos y murió con dineros hasta las cejas.

Mas cuando dixe eso Lionardo y Grassi dixeron pero cómo se te ocurre, Poggio era un grande home y un sabio y un grande erudito, todos lo dizen, y además anda no es posible que hiziera cosas así, pues sabéis que os digo señor amo que hagan y digan lo que les parezca si quieren dexarse timar y que se vayan al diabro pero que luego no me vengan a dezir que tienen menester de mí.

A Grassi sólo le respondí pero dispensad, ¿cómo es que los tudescos en sus conventos no habían echado siquiera una ojeada, y Poggio en cambio llegó tan tranquilo? Verás Salaì, dixo Lionardo, Poggio y los amigos suyos fueron los primeros en recorrer todos los monasterios y todas las abadías tudescas para dar con las grandes obras antiguas, que los Papas y los otros grandes querían para sus bibliotecas y podían comprar a prezio muy alto y con una señal me mandó que no le hiziera más demandas a Grassi o en casa me molía a palos.

Entonces le dixe a Grassi fijaos que según yo estas maledizencias contra el Papa hanlas guisado los de Estratoburga porque oh casualidad Copérnico me dixo que tienen envidia a Roma y a los itaglianos y quieren rehazer la Iglesia, igual entera de tudescos dixe demás, ansí que la Reforma que el Papa está haziendo les da sumamente por el culo porque no les dexa hazer la suya, pero infelicemente Lionardo me dixo chitón por última vez.

Al final Grassi nos recordó que Valentino y el Papa esperan grandes avances de su inquisición, porque además Su Sanctidad (Grassi puso faz harto grave y seria para dezir esto) está muy embebecido por la lucha contra los thurcos, por lo qual prexisa que los christianos lo ayuden, no que lo traicionen.

Mi padrino escuchó estas últimas palabras con el rostro inmoto como un trozo de hielo, mas yo que lo conosco a las mil maravillas vi algún pelillo moviéndose en las comisuras de la boca de una manera que sólo conosco yo Salaì, mueca de la qual deduzco sin asomo de dubda que mi padrino se está meando enzima de canguis porque Valentino se espera grandes cosas dél, y ha pedido que Lionardo no haga nada para Florencia si no se distrae y no puede entregarle presto los resultados de sus inquisiciones. Y dexo que vuesa clementísima merced decida si para nuestra Florencia esto es güeno o malo.

Yo a la sazón hubiérame llegado a la fonda para poner en orden mi sesera, pero hete aquí que bolviendo Lionardo dixo yo agora he de hazer algo. ¿Do vais padre mío? Tengo que pedirle un parecer a alguien, dixo, y al punto comprendí que quería veer a la gitana para que le dixera la güena ventura, y yo le dixe está bien pero yo os acompañaré y él no tuvo agallas de dezir que no, porque demás tras el parlamento con Grassi tenía la cara de quien bolviendo a casa descubre que la muger hase ydo con otro home y hase llevado todos los dineros y ha dexado nada más que un billete que dize que te den so memo.

En entrando dentro del cuarto donde la gitana recebía fue casi como si la muger rebentase de alegría y a Lionardo lo agasajó sin continencia, querido señor mío qué placer veeros de nuevo, pero poneos cómodo os lo ruego, queréis beber o comer algo, seré vuestra criada siempre fiel y exétera porque ha comprendido que mi padrino cree en todas las tonterías que le dize y que lo puede desplumar enterito. Tras lo qual Lionardo hizo la burrada más grande del mundo y es que comenzó a dezirle que tiene un conflito con uno que se llama Poggio Bracciolini, y luego le contó la historia de las calumnias contra el Papa y de la muerte del otro Poggio osea del español. Como Lionardo ya yba a relacionarle de pe a pa esos socesos tan importantes, yo sin que la gitana me viera dile a mi padrino una patadita por debajo de la mesa, y entonces él cayó en la cuenta de su metedura de pata y que no podía contar a una gitana cualesquiera todas nuestras andanzas, y acallando el nombre y la posición de las otras personas de las quales hablaba pasó a dar razones sólo generales.

La gitana prestó oídos a todo con dos ojos deste porte y comentando ¿Oh en serio? vaya por Dios lo que ay que oír en qué mundo vivimos, pero para mí que no comprendía todo lo que le dezía Lionardo, pues no dexa de ser una gitana osea que es todavía más inorante que yo, siendo así que al final repitió el único nombre que le había oído a los principios a Lionardo, osea Poggio Bracciolini, y dixo bien bien bien, luego le hizo coger a Lionardo las primeras onze cartas con la mano izquierda, las colocó en abanico sobre la mesa y se puso a observarlas meneando la cabeza como si dixera oh ajá no esto no me gusta ni un pelo.

Entrególe luego lo que restaba de la baraja a Lionardo diziendo querido señor mío coja la primera carta de arriba. Señor amo yo no creo en las patochadas de las gitanas aora bien cuando vi qué carta había cogido Lionardo he de confesar que me dexó un poco patidifuso y os anesiono una pintiparada aquí que le he comprado a un mercadante antes de despacharos la misiva:

El dibujo es el de un ahorcado, mas Lionardo no le había contado a la gitana que habíamos hallado en la fonda el billete con un dibujo de ese pelaje, ¿así que cómo pudo esa muger adivinarlo? La gitana dixo que no era una güena señal porque ésa es la carta del Colgado, que significa la muerte o acabar ahorcado, pero también pérdida de dineruelo, porque si se cuelga a un home por los pies se le caen todos los dineros de la bolsa. Asimismo significa imposibilidad de hazer nada porque el Colgado está impedido y no puede moverse y anar, o malenconía y imposibilidad de tomar una determinación. Luego dixo que las cartas revelaban bien que de todos los problemas de Lionardo el causante es Poggio Bracciolini, mas no quiso esplicarnos más, pues para una interpetaz intrepre intrrprit mierda una esplicación de verdad dixo que devía cumplimentar una acción especial de altísima magia exotérica con la carta del Colgado. Acto siguiente hízole escrebir a mi padrino su nombre en un papel para usarlo en la acción mágica, y dixo que nos teníamos que bolver a veer. ¿Dentro de quántos días? preguntóle Lionardo con voz como si dixera señor cirujano tened la bondad de dezirme quando me va a cortar la pierna derecha.

Pues será menester una semana como poco, la historia que me habéis narrado es asaz grave y apreciadísimo señor vos salís mal parado, dixo la gitana, porque yo en las cartas que habéis cogido veo un montón de influjos negativos que podrían venir, digo podrían, de algún malefizio que os han hecho, osea de alguna maldizión de magia negra y otras cochinerías deste tipo. ¿En serio? preguntó mi padrino lívido. Güeno quizaes sí quizaes no lo tengo que veer, dezía la gitana mirando a Lionardo con ojos de compasión tan bien puestos y casi verídicos que para mí señor amo que esta gitana deviera ser comediante porque finge tan bien que con seguridad su granjería sería mayor que la que succiona con el oficio que haze agora.

Vuestro constante y humilde servidor

SALAÌ