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Honorabilísimo amo mío:

Pues resultó güeno que la sirvienta acudiese a mis dominios, porque no echó de ver que ha poco había tenido en el cuarto a la otra y inclusive me ha dado razón de cosas de interés sumo. En efeto como os había escribido en otra de las mías, habíale pedido a la sirvienta después de la primera prestación que hízele en mi cuarto un favor el qual era (maldición esto quedóseme en el tintero y no os lo dixe) que preguntase por ahí si es cierto que en Roma todo el mundo sabe y piensa que Valentino mató a su hermano el Duque de Gandía, como dizen por ahí las malas lenguas.

La sirvienta me dixo que muy poquito después de la muerte del Duque de Gandía los rumores que circulaban en Roma no dezían nada de nada de sospechas sobre Valentino, pero sí sobre mucha otra gente noble osea por exemplo el Duque de Urbino, el Cardenal Sforza y la familia Orsini, y sólo pasado un año del homicidio alguien había hecho correr el rumor que había que sospechar de César Borgia, hasta que viose que nada con fundamiento había contra Valentino. Inclusive la idea mesma de que César hubiera matado a su hermano era una absurdidad, pues si en verdad lo había hecho (como dezían las malas lenguas) porque esperaba ocupar el lugar de su hermano en los favores del Papa, asimismo sabía que Alejandro VI quería muchísimo al duque y que si hubiése tenido la mínima sospecha de César ni de coña habríalo ayudado, al revés hubiéralo juzgado y castigado, y por ende era asimismo una absurdidad dezir que el Papa estava de concierto con los asesinos del pobre duque. Al cabo de todas las maneras las mayores sospechas habían recaído en los Orsini, porque pocos meses antes de que lo occisionaran el pobre Duque de Gandía les había arramblado a los Orsini, en la guerra que habían hecho contra el Papa, muchos de los tesoros suyos; y es que el Papado lleva toda la vida de uñas con las familias nobles como los Colonna, Orsini, Caetani y otras que tienen hasta sus propios exércitos, palacios que parescen fortalezas como el palacio Orsini que está en Campo de Fiori y posesiones fuera de Roma grandes como estados enteros, mas esto no os lo tengo que esplicar a vuesa merced porque lo sabéis mucho mejor que yo. Por lo qual es una mentira tremebunda dezir que es de Valentino de quien se ha sospechado siempre, ya que en todo caso sería justo al revés.

Entonces dixe a la sirvienta gracias has sido muy de pro, y ella demandóme si prexisaba algo más y yo le dixe no gracias, y ella entonces me replicó oye, yo ni te pregunto para qué me mandas por ahí a inquirir por estas cosas que a mí hasta me parescen riesgosas, porque Valentino es un tipo que si te cree enemigo manda que te corten la cabeza en seguida, y por ti también me estoy haziendo la graciable con Sander pero cuando te traygo las noticias tú no eres güeno conmigo, mas eso que ella dexó caer ansí señor amo captélo bien yo y le dixe anda no seas tontorrona y para consolarla devidamente hube de hazerle una serie de servicios completos primeramente de pie y luego por detrás y al final inclusive en una silla tan dura que me machucó el nalgatorio, si no la próxima vez la sirvienta no me ayuda y yo he de hazer quanto pueda por servir a mi amo benignísimo y generoso.

Pasado un rato la guapa sirvienta por fin cayóse como un tronco y yo después de mis denuedos tan bien empleados ýbame ya a caer como un muerto, pero aguanté señor amo porque una dubitación asaltóme sobre maese Lionardo. Y es que me he recordado que una vez mi padrino me relacionó la manera en que entrara a servir a Ludovico el Moro, en Milán, ha nueve años.

Lorenzo de Médicis había enviado a mi padrino al Moro con un instrumento de música qual don, una lira de plata en forma de calavera de cavallo (cosa que a mí os confieso me ha dado siempre un poco de asco), que había inventado el mesmo Lionardo y hazía un sonido harto hermoso y escuro[7]. Estando con el Moro mi padrino cantó y poetizó improvisando, en lo que él siempre ha sido muy estremado y escelso. Dispuso entonces el Moro que se hiziera una justa con los otros poetas y músicos de corte, y Lionardo se sobrepuso a todos. Ansí que mi padrino, que en Florencia siempre estava a dos velas, quiso sacar tajada y entrególe al Moro una carta en la que se ofrecía como ingeniero militar y compositor de instrumentos bélicos, y el Moro tomólo al punto al servicio suyo.

Empero señor amo ya os he dicho que yo nunca tengo mucha fe en lo que Lionardo me cuenta, y seguro que vuesa merced se recuerda bien que para poner los escalones todo en rededor del Baptisterio de Santa Reparada él propuso a la ciudad de Florencia arrancar el Baptisterio, luego construir los escalones y después poner por cima el Baptisterio, que para mí es una badajada pero de las gordas y inclusive barrunto yo que mi padrino sabía perfectísimamente que eso no puede hazerse y sólo quería que le dieran la encomienda para auñarle unos dinerillos a Florencia.

Pues resultó que una vez que Lionardo estuvo todo el sancto día fuera yo por curiosidad me puse a fesgonear entre sus papeles, con ser el desorden suyo tan descomunal que jamás de los jamases se encuentra un carajo. Pero seguí erre que erre y al final ayuso de quintales de legajos de más papeluchos hallé bregando sin parar una copia de la carta de presentación al Moro.

Leí ansí que en efeto mi padrino habíale asegurado al Moro que sabía hazer máquinas de guerra maravillosas, bombardas comodísimas y fáciles de llevar, cañones que escupen piedras como una tempestad y con el humo despeluznan al enemigo, naos de guerra con corazas que resisten los cañonazos, métodos harto pícaros para quitar el agua de los fosos del enemigo durante los asedios y otros secretos del arte de la guerra; pero al Moro Lionardo habíale ofrecido sobre todo un modelo de puente ligerísimo y de su invención, capaz de llevar milicias facilísimamente y de escapar de los enemigos, fácil y cómodo de poner y de quitar. Osea justo como el puente que se haze con los quinze cilindrillos de madera, que lo puedes desmontar y montar como te dé la gana en otro sitio.

Si he entendido devidamente el Moro se pasó por los güevos los puentes de Lionardo y sus otras embinciones que le ofreció mi padrino porque con razón pensaría que funciona una de cada cinco, inclusive antes de darle un poco de trabajo en Milán hízolo esperar luengo tiempo. De suerte señor amo que mi padrino ha de haber pensado lo de aquende: si el Moro no lo quiere, el proyecto de puente portátil se lo voy a ofrecer agora a Valentino, eso sí antes le enseñaré cómo funciona este modelo menudo, pues costaríame un dineral llevarle un puente de tamaño natural de Florencia a Roma.

Ya ve vuesa merced que mi padrino, en estos tiempos en los quales toda Italia hállase en guerra, está ofreciendo a los exércitos del Papa máquinas güenas de guerra, en lugar de aplicar el ingenio suyo para nuestra ciudad. En una palabra, Lionardo ha venido acá a Roma a traicionar a Florencia. Y dexo que vuesa merced juzque si esto es güeno o malo.

Vuestro siervo fidelísimo

SALAÌ