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El circuito de la ETPD
Hay quienes han afirmado que en los años setenta y ochenta elegí jugar más en Europa que en Estados Unidos porque en el Circuito europeo me pagaban fijos de salida. Lo cual no es cierto. La razón de fondo era que en Europa me sentía más cómodo por ser mi entorno natural. Aquí estaban mi familia, mis amigos y un público, sobre todo el británico, que siempre me ha hecho sentir su simpatía y calidez.
Es obvio que los fijos de salida constituían un valor añadido para quedarme, pero si hubiese sido por dinero, como siempre dice mi hermano Baldomero, el Circuito americano me "ofrecía más posibilidades deportivas y suculentas ganancias", pero yo nunca he jugado pensando en el dinero, sino en el golf. Los negocios y el marketing seguramente me hubiesen convertido en multimillonario, pero nunca he querido doblar mis facetas. En este sentido, no tienen razón aquellos que dicen que no he sabido manejar el marketing. No la tienen simplemente porque siempre he preferido ser un ganador deportivo antes que un ganador de dinero. No lo digo porque me parezca mal ganarlo, sino porque estoy convencido de que simultanear deporte y negocios hubiese sido negativo para el desarrollo de mi carrera. Además, tengo en mi haber no ser un envoltorio de nada. He ganado mucho más de lo que pude imaginar y puedo dar las gracias por ello, pero tales ganancias son fruto del trabajo, el sacrificio y el apoyo incondicional de mi entorno familiar.
Durante más de tres décadas he jugado en Europa sintiéndome responsable con los aficionados, los patrocinadores y los promotores, y eso ha sido así independientemente de los fijos de salida. Estos son cantidades estipuladas que se pagan por participar a jugadores que por su talento o su carisma atraen al público y a los medios de comunicación. En aquellos años, yo era el Tiger Woods de ahora. Como se reflejan en mis estadísticas, en Europa fallé muy pocos cortes, apenas unos pocos en ciento noventa torneos jugados en quince años a partir de 1976. Para un patrocinador es un desastre que un jugador en quien deposita su confianza se marche a casa al cabo de dos vueltas. Tal cosa fue excepcional en mí, que en el período mencionado gané en cuarenta y una ocasiones y generalmente quedé siempre entre los cinco o diez primeros. Si doy cuenta de estos datos es para dejar constancia de que ya entonces era muy consciente de mi contribución al desarrollo del Circuito europeo cuando tuvo lugar mi controversia con su organización.
El origen de la polémica fue la pretensión de Kenneth Schofield, director ejecutivo del Circuito, de quitar los fijos de salida. Mi reacción fue negarme a jugar, lo cual me costó perderme la mitad de la temporada y la exclusión del equipo de la Ryder Cup de 1981, que se jugó en Walton Heath. Mi razón era que yo tenía derecho a esos fijos por ser el número uno y porque interpretaba que debía tenerse en cuenta el hecho de que hubiera optado por participar en los torneos europeos a pesar de que sus premios eran menores que los del Circuito americano. Por otro lado, los fijos de salida no eran una invención mía.
Cobrar por salir a jugar ya lo hacían los primeros profesionales británicos desde que en 1860 empezara a jugarse en Escocia el Open Británico. Ya en la era moderna del golf, Tony Jacklin empezó a cobrar después de ganar el Open Británico de 1969. Ya a mediados de los setenta, la European Tournament Players' División, nacida de la unión de la British Professional Golfers' Association y del primitivo Continental Tour, y precedente del actual Circuito europeo, implantó para los jugadores europeos dos categorías en relación con el pago de fijos de salida. Una establecía que los socios del Circuito tenían derecho a cobrar si habían ganado al menos uno de los tres torneos grandes de ese momento —Open Británico, Masters de Augusta y US Open— o bien habían obtenido la Orden de Mérito del año anterior. La otra categoría incluía a los no socios, los cuales podían cobrarlo siempre.
Desde que estas categorías fueron suprimidas, la dirección del Circuito estableció que sus miembros recibieran una cantidad máxima de 10.000 dólares en concepto de gastos, mientras que los jugadores americanos o de cualquier otra nacionalidad podían negociar cualquier cantidad. Aparte de apuntar que por esas fechas yo cobraba 25.000 dólares por torneo y que, considerando que Tony Jacklin ya estaba saliendo de escena, puede decirse que era el único europeo que había ganado un grande. Interpreté aquellas decisiones más como un ataque personal que como un cambio de estrategia de los directivos del Circuito.
Lo que yo veía entonces era que primero se habían establecido unas normas para tener contento y bien remunerado a Jacklyn cuando jugaba en Europa y ahora las modificaban para tratarme exactamente al revés. Ante este horizonte, en abril de 1981 dimití como miembro del Circuito adelantándome a que, durante las semanas que se jugaban los Opens de Madrid e Italia, no me concedieran el permiso para jugar en Japón. No estar en Madrid me preocupaba bastante, tanto por ser español como por ser defensor del título, pero el problema que se había planteado trascendía en importancia al propio torneo. Mientras el Circuito quería reducirlo a una cuestión de dinero, para mí era un asunto de principios. Visto todo esto con la perspectiva que da el tiempo, creo que ambas partes podríamos haber tratado las discrepancias de un modo más imaginativo, con lo que nos hubiéramos evitado muchos disgustos.
Una de las consecuencias que provocó mi dimisión del Circuito fue que al mes siguiente fui excluido de la lista de clasificación para jugar la Ryder Cup. Para dejar muy clara mi posición, el 25 de mayo dirigí a amigos y asociados del Circuito una carta[se adjunta al final del capítulo], copia de la cual remití a Ken Schofield y a Deane Beman, delegado del PGA Tour de Estados Unidos. Lo que quería con esta carta era resumir mi frustración y disgusto por una situación que amenazaba con abrir una brecha insalvable y muy perjudicial para ambas partes. Pero esta pretensión no fue atendida. Los hechos posteriores agravaron más la situación.
Llegado agosto, los únicos torneos que había jugado en Europa habían sido el Open Británico en Sandwich y los Opens de Francia y Escandinavia, a los que se les había permitido pagarme un fijo de salida, porque habíamos firmado los acuerdos el año anterior, antes de que cambiaran las normas. No obstante, la situación era altamente peligrosa para mí, pues no sólo estaba amenazada mi selección para el equipo de la Ryder Cup —amenaza que efectivamente se cumplió—, sino que además me había quedado sin exenciones para jugar en el Circuito americano. Por otro lado, no me hacía ninguna gracia pasarme todo el tiempo en avión viajando de España a Japón. Ante este oscuro panorama, tenía que encontrar una solución y reparar como fuese el cortocircuito que se había producido con la ETPD. Así que el 11 de agosto me reincorporé al Circuito europeo. Tenía que aceptarlo. Me habían derrotado en esta batalla.
CARTA
"Los últimos meses han sido difíciles y confusos. Se han dicho muchas cosas de mí y hasta ahora no he hecho ninguna declaración en mi defensa. Espero sinceramente que esta carta sirva para responder a todas tus dudas y preguntas, y cierre el paso a nuevas especulaciones.
En casi seis años de participación en el ETPD Tour, sólo he pedido permiso para participar en un torneo que estaba en conflicto con el calendario oficial. Hace tres años que me invitaron a jugar el Chunichi Crowns Tournament en Japón, que celebra el cumpleaños del Emperador. En mi calidad de doble ganador del Open de Japón y al ser el único jugador no asiático que ha ganado el Open nacional de Japón, considero que no puedo declinar su invitación por más tiempo. He recibido una compensación de gastos de 10.000 dólares, igual que el resto de los participantes. Tenía previsto hacer un viaje de dos semanas y así se lo comuniqué a la ETPD a principios de este año. Se me contestó que necesitaba un permiso; aunque no era socio formal de la ETPD y, por lo tanto, mi notificación tenía carácter de cortesía. Sin embargo, para evitar cualquier posible polémica, presenté mi solicitud de permiso. También he estado en contacto con los Opens de Madrid y de Italia y se me ha comunicado que no se opondrán a mi viaje a Japón.
Después de leer en la prensa que iba a ser multado y/o suspendido si decidía jugar los torneos japoneses, y para evitar cualquier problema, se hizo un tercer contacto con la ETPD para explicar mis planes y respetuosamente solicitar la aprobación de mi permiso. Como no se recibió ninguna respuesta, se envió una nueva comunicación en la que "... provisionalmente dimito como socio de la ETPD". Si la ETPD hubiera optado por aprobar mi solicitud a mi regreso a Europa, hubiera firmado la hoja de inscripción en la ETPD y el asunto hubiera quedado zanjado. Pero la ETPD no solamente dejó mi solicitud sin respuesta, sino que además emitió un comunicado francamente lesivo para mi historial deportivo y que la prensa reprodujo con el siguiente titular: "Ballesteros, expulsado como socio de la ETPD y de la clasificación para la Ryder Cup". Lo que era realmente falso. Ni siquiera era socio de la ETPD; y, sin embargo, hice todos los esfuerzos posibles para someterme a unas normas, confusas y que cambiaban todos los días, a fin de no incomodar a la ETPD ni menoscabar su prestigio. Estos esfuerzos míos se toparon con una serie de nuevas disposiciones claramente dirigidas contra mí. Me quedé muy decepcionado.
Hay dos temas muy distintos, aunque se haya intentado mezclarlos. Creo que al primero, que es la cuestión de mi permiso para viajar a Japón, ya he respondido. Ahora quiero responder al asunto de las garantías en el circuito de la ETPD.
Se ha dicho muchas veces que yo he afirmado que "el golf me debe media vida". He dedicado mi vida al golf desde que tenía nueve años renunciando a toda mi juventud. Estoy convencido de que mis éxitos y mis logros son una recompensa más que generosa a esta dedicación mía, y quiero puntualizar que esa frase proviene de una entrevista que me hicieron en la cadena de televisión 1TV: "¿Cree usted que el golf le debe media vida?", fue la pregunta que me hicieron, a la que yo contesté: "Creo que el golf me debe algo o quizás estamos en paz".
El único problema que tengo con las normas de la ETPD relacionadas con las garantías de los patrocinadores es que las han cambiado sin avisar y parece que estén hechas expresamente para excluirme. Las normas específicas anteriores se articularon para acoger en ellas a los profesionales británicos que habían tenido éxitos excepcionales. Prefiero no pensar que la actitud de la ETPD se explica porque soy español, porque es difícil encontrar razones lógicas que justifiquen tal actitud. Yo no he inventado los fijos de salida, en realidad es un invento de la ETPD y de los patrocinadores. En lo que a mí respecta, las garantías monetarias no son importantes; es una mera referencia del reconocimiento que dispensan los patrocinadores a mis éxitos y al valor añadido que represento para su torneo.
He jugado muchos torneos de la ETPD por gastos mínimos o por pequeñas o cero garantías. Sin embargo, no creo que sea justo que los patrocinadores paguen cantidades importantes a los jugadores extranjeros y se pretenda, en cambio, que los profesionales de la ETPD que tienen iguales o mejores credenciales jueguen con gastos pagados sólo.
Los últimos seis meses han sido muy confusos con numerosos cambios en las normas de la ETPD que sólo afectan a mí. Después de cada una de mis victorias en los torneos del Grand Slam opté por mantenerme fiel al Circuito Europeo. Que no ha sido el caso de la mayoría de los jugadores de la ETPD que han alcanzado cualquier grado de éxito.
Después de haber sido objeto de lo que parecen maniobras intencionadas para presentarme como desleal y mercenario, haber sido además discriminado con normas específicas de la ETPD hasta haber sido excluido de la Orden de Mérito de la ETPD mientras se incorporaba a otros jugadores que no eran socios, lo mínimo que puedo decir es que me ha herido profundamente. Donde antes me encontraba como en casa, los actos de determinadas personas me hacen sentir muy incómodo.
En el momento actual no soy socio de ninguna organización formal de circuito. En lo que queda de año tengo la intención de participar en de cuatro a seis torneos europeos, en tres torneos del Circuito Americano y de tres a cinco torneos en Japón, Australia y probablemente en Suramérica o Sudáfrica. En conjunto, con los torneos que ya he jugado este año, compone una agenda muy completa. Como no soy socio de ningún circuito de golf y como he ganado torneos de primera categoría en los cinco continentes, creo que la mejor manera de servir al golf y a los objetivos de mi propia carrera es participar en el circuito internacional. Por lo tanto, tengo la firme intención de no integrarme como socio en ninguna organización por lo que resta de temporada. Por mucho que lo lamente, ello me excluye de la Ryder Cup, y no veo otra alternativa.
Quiero expresar mi agradecimiento a los representantes de los medios de comunicación, consocios y patrocinadores que han estado a mi lado durante este período tan difícil y que no se han dejado influenciar por rumores e insinuaciones muy dolorosas. Vuestro respaldo me ha dado mucho aliento.
En lo que a mí respecta, el asunto está zanjado. Con mucho gusto estaré dispuesto a atender a la prensa sobre cualquier otro tema, pero no haré ningún otro comentario sobre los asuntos que se explican en esta carta. Vosotros tenéis ahora la responsabilidad de que se imponga la verdad de los hechos. No guardo ningún rencor a la ETPD ni a los patrocinadores que han intervenido; en realidad admiro los esfuerzos que hacen para asentar el golf en Europa. Al tiempo que considero que se ha cometido una gran injusticia, me parece que todo ha sido sencillamente producto de las molestias inherentes al crecimiento al desarrollar y hacer más complejas las normas de la ETPD. Espero sinceramente que la solución definitiva sea un conjunto de normas útiles que atiendan los mejores intereses de todos los socios, incluso los de aquellos cuyos logros merecen una consideración especial.
El juego que he desarrollado recientemente me anima y confío en que con vuestra ayuda podamos superar este asunto y que la segunda mitad de 1981 nos aporte a todos progreso y éxitos.
Sinceramente, Severiano Ballesteros."