NOTA DE LA AUTORA
NOTA DE LA AUTORA
Habrá pocos lectores que no sientan un escalofrío de espanto cuando se mencionan las palabras «Jueves Negro». Ese día, el 12 de enero de 2012, cuatro aviones de líneas regionales se estrellaron con pocas horas de diferencia; unos accidentes que se sellaron con la muerte de más de mil personas. Dicha jornada ha pasado a formar parte de los anales de las catástrofes devastadoras que cambian nuestra forma de entender el mundo.
Como era de esperar, apenas unas pocas semanas después de los incidentes, inundaron el mercado las crónicas de no ficción, los blogs, las biografías y los artículos de opinión. Todos ellos aspiraban a hacer caja gracias a la morbosa fascinación que inspiraban en el público tanto los accidentes como los niños supervivientes, a quienes se pasó a denominar «los Tres». Pero nadie podría haber vaticinado la espeluznante serie de acontecimientos que iba a producirse a continuación, ni la rapidez con que estos iban a desarrollarse.
Tal como hice en Desquiciados, mi libro de investigación sobre los delitos con armas de fuego que cometen los niños estadounidenses menores de dieciséis años, decidí que la única forma de incluir mi propio punto de vista era redactar una crónica objetiva; esto es, reproducir las palabras textuales de los afectados. Para ello he recurrido a fuentes de muy diversa índole, entre las que se encuentran la autobiografía inconclusa de Paul Craddock, los mensajes recopilados de Chiyoko Kamamoto y entrevistas personales que llevé a cabo durante los acontecimientos que nos ocupan e inmediatamente después de estos.
No pido disculpas por incluir asuntos que algunos considerarán desagradables, como las crónicas de aquellos que llegaron primero a los escenarios de las tragedias; las declaraciones de pamelistas actuales; los isho[*] hallados en el lugar en que se estrelló el vuelo 678 de Sun Air; y la entrevista, hasta ahora inédita, con el exorcista a quien contrató Paul Craddock.
Aunque reconozco sin ambages que he incluido fragmentos sacados de reportajes periodísticos y artículos de revistas para que sirvan de contexto (y que he utilizado, hasta cierto punto, como recurso narrativo), mi principal objetivo, como lo fue en Desquiciados, es brindar un espacio libre de prejuicios en el que puedan expresarse los puntos de vista de los más allegados a los actores principales de los acontecimientos acaecidos entre enero y julio de 2012. Teniendo en cuenta esa idea, insto a los lectores a que no olviden que los testimonios aquí presentados son subjetivos, y a que extraigan sus propias conclusiones.
ELSPETH MARTINS
Nueva York, 30 de agosto de 2012