3

 

En la comandancia la desvelada comenzó a hacer mella en mi, me sentía adormilado, de hecho en cuanto me senté en mi escritorio dormite un poco soñando con el cuerpo firme de la brasileña y la conversación que tuvimos una vez que termino su rutina. La Duquesa me hizo el favor de presentármela, aunque eso no sirvió de mucho porque tuvimos que comunicarnos casi a señas porque ella no hablaba una pizca de español y yo de plano no le entendía nada.

Me desperté cuando Moncayo me zangoloteó para decirme que me buscaba el Martillo, un fotógrafo cuarentón que trabajaba para un diario amarillista.

─ Ahí te busca tu compa, que trae unas fotos que le encargaste.

Sin esperar a que le dieran autorización el Martillo avanzó hasta mi escritorio y Moncayo se retiró enseguida.

─ ¿Qué le hiciste a Donoso, Calavera?

No había tenido oportunidad de leer el periódico, pero el fotógrafo lo traía envuelto bajo el brazo como si hubiese planeado que yo le preguntara a que se refería para él mostrarme la nota que había escrito el reportero.

La leí tan rápido como pude. Era el seguimiento, según Donoso, de una investigación que realizaba sobre la corrupción en los antros y los policías que la solapaban aunque nada más nos mencionaba a  mí y a Moncayo.

─ Ya te agarro –insistió el Martillo mientras ponía sobre el escritorio unas fotografías del evento en el que el Procurador me entregaba un reconocimiento –como si él fuera un santito el desgraciado.

Enseguida detecté que podía encontrar un aliado en el Martillo. Escogí un par de fotografías, saque dos billetes de 20 dólares y le pregunté si le caía mal Donoso.

─ Digamos que no es santo de mi devoción. Por su culpa tuve un problema y salí de pleito con el director de la Prensa Matutina.

─ Pero tú dijiste que ni que fuera tan santito.

─ Pues si. Anda escribiendo sobre tratantes de blancas y burdeles. Pero si él que dice. El año pasado una chavita lo acuso de abuso sexual, nada más que paro la bronca en la municipal y por eso no paso a mayores.

─ Así que tiene su corrido el buen Donoso.

El Martillo adivinó que algo se me estaba ocurriendo y enseguida me pidió discreción –que quede aquí entre nos, no me vayas a poner en la cruz.

─ Qué paso mi Martillo, ya sabe que yo también se guardar mis fuentes. ¿Pero más o menos cuando pasó eso?   

─ Fue en septiembre creo. La muchachita era hija de un herrero que vivía cerca de la casa de Donoso, pero se cambiaron de ahí porque recibieron amenazas para que no siguieran adelante, aunque más que las amenazas la bronca se paro por que alguien le hizo el paro ahí en la policía preventiva para que el reporte lo archivaran sin enviarlo al ministerio público.

─ ¿Y tú como te enteraste? ¿Cómo sabes que ese parte existe?

─ Alguien lo hizo circular entre algunos compañeros, pero nadie publicó nada, tú sabes como es esto: “que tire la primera piedra el que este libre de pecado” o mejor dicho “perro no come perro”. Oye por cierto ahí mañana checas el periódico, agarre muy buenas fotos del muertito de la mañana.

En cuanto el Martillo se retiró, telefonee a Carreño para invitarlo a comer. Si alguien podía conseguirme el parte que existía en contra de Isidro Donoso era él.

Nos reunimos en una modesta cafetería que quedaba cerca de la comandancia de la policía preventiva.

─ A ver Calavera, ahora si dime ¿por qué tanto misterio?

─ Necesito que me hagas un favor muy grande.

─ A caray ¿a quien hay que matar? –contestó en tono de broma.

─ Hay un parte de septiembre del año pasado cuando una mujer denunció a un periodista por abuso sexual...

─ ¡Oh si! ya recuerdo, era una menor que dijo que el reportero la había querido violar...

─ ¿Tú interviniste en el caso?

─ No pero lo recuerdo. Los compañeros andaban bastante molestos porque de la dirección ordenaron que calmaran la bronca, aunque se hizo un parte por separado que quedo guardado por ahí.

─ ¿Me podrías conseguir una copia?

─ Si prometes no inmiscuir a los compañeros por omitir los hechos...

─ No tengo nada contra tu gente, es ese periodista al que quiero.

─ Si, ya leí lo que ha escrito sobre ti.

─ Puras pendejadas.

─ Te lo doy mañana aquí mismo a la misma hora ¿qué te parece?

La tarde comenzaba a refrescar y me puse una chamarra. Para entonces ya la cruda había desaparecido por completo gracias a la cerveza que bebí en la mañana a la siesta de casi una hora que tome después de hablar con Carreño.

Las curvas de la brasileña, una mujer trigueña, ojos cafés y cabello chino, vinieron a mi mente de nueva cuenta y con ellas el gachupín de su patrón. Recordé lo que me había dicho la Duquesa: unos hombres llegaron a preguntarle por mi al dueño del Zafari’s, un español flaco, de cabello abundante, piel blanca como manta de rótulo y bigote tupido, que andaba pasando los cincuenta años, cuyo nombre de pila era Andrés Zavaleta. 

La noche anterior no había tenido oportunidad de hablar con él por la perorata de la Duquesa y luego porque simplemente se me había olvidado cuando intentaba cortejar a la brasileña, que simplemente se reía de todos los gestos y señas que hacía intentando conquistarla.

El señor Zavaleta estaba enterrado en su escritorio con sus bigotes de brocha pegados a los libros de cuentas del bar y en cuanto me vio entrar se quito las gafas y las colocó a un costado de sus apuntes.

─ Vaya hombre, hasta que te apareces por aquí con un carajo.

Su acento español lo hacia parecer siempre como si trajera la boca llena.

─ ¿Qué pasa don Andrés?

─ Nada hombre, que el escritorcete ese nos esta metiendo en líos. Que ya han venido unos tipos a preguntar ¿cual es la relación que tengo contigo? 

─ ¿Y qué les ha dicho?

─ Pues que ninguna coño, querrás que me cojan los cojones, si no soy estúpido.

─ ¿Le dijeron de donde venían?

─ Que de la Procuraduría y me pidieron los nombres y edades de todas las muchachas.

─ ¿No serían de asuntos internos?

─ Joder que eres un pinche adivino, eso dijeron. ¿Los conoces?

─ No precisamente. Pero de todos modos no van a encontrar nada, después de todo yo sólo soy su cliente y amigo.

─ Ya lo se majo, si yo no digo nada. Por cierto ¿qué sabes de la morena?

─ Nada. ¿Qué voy a saber? No he tenido tiempo de investigar. ¿Qué no ve la tempestad?

─ Pues a mi me tienen preocupado ambas cosas. Hombre que yo le dije muchas veces a la maja esa que no anduviera en fregaderas...

─ ¿Cuáles fregaderas?

─ No es que yo este seguro de algo, pero la morena se andaba relacionando con clientes peligrosos. Relacionando de más diría yo. El otro día la vi muy misteriosa platicando con uno de esos tíos que se dedican a conseguir documentos falsos para los polleros y cuando le dije que no quería que hiciera mucha ronda con esa gente, porque no los quería en el bar, me dijo que ella era libre de hacer lo que quería y que si seguía se iba a ir a otro lugar a trabajar. Luego vi a esos tíos por aquí como que buscaban algo, pero ese día no vino la Morena y por eso se fueron.

Donde la oscuridad penetra
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_012_split1.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_016_split1.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_037_split1.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html
part0000_split_089.html
part0000_split_090.html
part0000_split_091.html
part0000_split_092.html
part0000_split_093.html
part0000_split_094.html
part0000_split_095.html
part0000_split_096.html
part0000_split_097.html
part0000_split_098.html
part0000_split_099.html
part0000_split_100.html
part0000_split_101.html
part0000_split_102.html
part0000_split_103.html
part0000_split_104.html
part0000_split_105.html