88

 

Alatriste se quedó sin palabras y luego con una mirada inquisitiva volteó hacía Moncayo que sólo se encogió en hombros.

─ ¿Así que ustedes detuvieron a Mariano?

─ Así es comandante –para entonces en la escena ya sólo quedaban federales y agentes que venían al mando de Alatriste.

Alatriste volvió a guardar silencio y de nuevo volteó con Moncayo esperando una respuesta. Moncayo estaba desconcertado y aunque quería adivinar que yo era el sospechoso testigo del pasamontañas, debido a toda la confusión y a que algunos otros sujetos que permanecían ahí traían pasamontañas no podía estar seguro.

─ Tengo que entregar a este detenido al ministerio público teniente… ─Alatriste comenzaba a ponerse difícil cuando de pronto recibió una llamada y nos pidió unos minutos para contestarla. No tardó mucho en regresar, con una visible derrota marcada en su rostro, sólo para decirnos que podíamos llevarnos a Mata.

Míreles nos hizo señas a mí y a sus gorilas para que fuéramos por el detenido y en ese preciso momento yo también recibí una llamada, se trataba del Santi.

─¡¿Qué chingados está pasando Calavera?! ─ me traté de apartar un poco para atender el celular, pero antes Míreles me cogió de un hombro: “No sé quiénes sean tus acompañantes ni quiero saberlo, pero diles que se desafanen de aquí. Tú te quedas con nosotros”.   

─ No te puedo explicar ahora Santi. Mira mejor llámale al Pato y dile que se desafane de aquí ahora mismo. Yo te llamó mañana temprano para explicarte y arreglar lo de la reunión con la lesbiana.

Minutos después, en medio del alboroto, alcancé a ver como la camioneta del Pato se retiraba del lugar mientras subíamos al detenido a una de las unidades de Míreles. Lo mismo hicieron los policías ministeriales que venían con el comandante Alatriste.

Míreles y yo nos subimos en la unidad donde iba el detenido. En cuanto me quité el pasamontañas Mariano Mata peló unos ojos de sorpresa que hasta presiento que en ese mismo momento casi se le salió el corazón.

─ ¿Qué haces tú aquí?

─ ¡Creíste que te ibas a salir con la tuya hijo de tu pinche madre, pero ahorita mismo me vas a poner en bandeja de plata al pinche marrano del Capi Colorado… ─agarré la pistola y le alcancé a dar un cachazo en la cabeza, luego corte cartucho y lo encañone antes de que Míreles me ordenara que me detuviera.

─ ¡Aquí no Calavera! ¡Vámonos para el cuartel!

Mata quiso hablar, pero Míreles no se lo permitió. Se hizo el silencio mientras todo el comando federal enfilaba hacía la hacienda que tenían habilitada como cuartel.

Volvió a sonar mi celular: “¡Pareja te pasaste de chorizo!” ─ era Moncayo bastante enojado.

─ Cálmate perejón no es lo que tú piensas. Luego te explico.

─ No sé cómo le hiciste pareja pero hasta de la oficina del Procurador hablaron con Alatriste para que entregara al culero ese. Sólo espero sinceramente que no lo estés llevando de vuelta con tus amigos mañosos…

─ Ya te dije que mañana te marco y hablamos ¿Te parece?

A Moncayo no le quedó más remedio que aceptar.

Quince minutos después estábamos bajando a empujones a Mariano Mata en la hacienda.

─ A cabrón ¿Calavera eres tú? –me preguntó Tobías el chofer del Coronel que estaba en la entrada platicando con otros sujetos.

─ ¡Claro que soy yo mi Tobi! –le contesté y le di un buen estrechón de manos.

─ Si es un disfraz me cae que te salió al puro pedo. Nomás se que eres tu porque aquí el patrón dijo que ibas a venir…

─ Seguramente no lo comentó de muy buen modo… ─Tobías soltó la risa.

─ Qué bueno que estas consciente de eso, porque de hecho me encargó que te llevara con él en cuanto te viera.

─ Al mal paso darle prisa –dije y seguí a Tobías hasta la oficina donde estaba el Coronel platicando con otras personas. Quizás me pase de observador, pero creo que eran los mismos gringos que vi antes cuando escapamos de la prisión. Pinches gringos. Y para ponerle mayor suspenso al asunto el Coronel hizo de las suyas y en un inglés casi perfecto les pidió que lo dejaran sólo conmigo. Sin más ni más los gringos se pararon y salieron.

¿Qué chingados estaban haciendo ese par de gringos a estas horas de la noche en el cuartel de un militar retirado con muchas influencias, que según encabezaba un operativo federal encubierto contra el crimen organizado? Creo que era una muy buena pregunta que todavía no podía responder.

El Coronel me miró de arriba abajo totalmente sorprendido.

─ ¿Qué te hiciste Calavera?

─ Me morí tal como usted me lo pidió Coronel…

─ Ya veo, estas tan muerto que si no fuera por los problemas en los que te metes ni siquiera me hubieras llamado…

─ Bueno Coronel es que…

─ Creo que ni siquiera tu estas enterado de que tu amigo el narco ese de Don Paulino ya no está en la ciudad.

No pude responder.

─ Me lo imaginaba –respondió el Coronel ante mi evidente silencio –No estoy aquí sólo para sacarte de tus broncas y tu para andarle haciendo al misterioso conmigo. Tu obligación era mantenerme al tanto de todo lo que sucediera con el tal Paulino Zataraín, pero ha sido lo único que no has hecho en todo este tiempo.

─ Yo no tuve la idea de liberarlo Coronel, si se les salió de las manos no es culpa mía.

─ Desde un principio no has estado muy de acuerdo con todo esto…

─ Será que no me gusta trabajar para los mafiosos, en cualquiera de sus modalidades.

─ Ya te he dicho que esto no es lo que parece…

─ Si pero solamente dice eso y el que se está partiendo la madre allá afuera soy yo. El que está en medio del infierno soy yo Coronel ¿Cómo chingados quiere que le informe lo que hace Paulino Zataraín si el tipo no me tiene la suficiente confianza? ¿Además que esperaba? ¿Qué el capo siguiera al pie de la letra sus instrucciones? Por favor Coronel me extraña…

EL Coronel se quedó en silencio. Creo que por primera vez en mucho tiempo el viejo se quedó sin más explicaciones, como si de pronto tuviera conciencia de que estaba metido en la misma telaraña que yo.

─ Ahora no se que estén haciendo ustedes, pero yo les estoy entregando a un policía ministerial corrupto que dirige a un comando de secuestradores al servicio de la banda de los hermanos Malacón, así que ahora dígame usted Coronel si no es tiempo que su equipo ponga manos a la obra y reviente a dos que tres mañosos.

Poco le fue bajando el color del coraje al Coronel hasta que recuperó la calma y sin tener más palabras en la mente escuchó atentamente lo que le había dicho.

─ El trato que teníamos en un principio era barrer con toda esa escoria ¿O entendí mal? –le pregunté al Coronel.

─ Si pero no a policías y funcionarios penitenciarios.

─ Mire Coronel, a riesgo de sonar como asesino, pero esa escoria estaba trabajando para los Malacón, igual que Mariano Mata y mire que ahí si me cuesta trabajo decirlo, porque este último siempre trabajo muy de cerca conmigo.  

─ ¿Y los datos que me enviaste por celular?

─ Son de casas de seguridad de una ex policía municipal que trabaja para Lucas Malacón.

─ ¿Y qué es lo que propones entonces Calavera?

─ Que en este mismo instante salgamos a hacer un levantadero de gente.

Donde la oscuridad penetra
titlepage.xhtml
part0000_split_000.html
part0000_split_001.html
part0000_split_002.html
part0000_split_003.html
part0000_split_004.html
part0000_split_005.html
part0000_split_006.html
part0000_split_007.html
part0000_split_008.html
part0000_split_009.html
part0000_split_010.html
part0000_split_011.html
part0000_split_012.html
part0000_split_012_split1.html
part0000_split_013.html
part0000_split_014.html
part0000_split_015.html
part0000_split_016.html
part0000_split_016_split1.html
part0000_split_017.html
part0000_split_018.html
part0000_split_019.html
part0000_split_020.html
part0000_split_021.html
part0000_split_022.html
part0000_split_023.html
part0000_split_024.html
part0000_split_025.html
part0000_split_026.html
part0000_split_027.html
part0000_split_028.html
part0000_split_029.html
part0000_split_030.html
part0000_split_031.html
part0000_split_032.html
part0000_split_033.html
part0000_split_034.html
part0000_split_035.html
part0000_split_036.html
part0000_split_037.html
part0000_split_037_split1.html
part0000_split_038.html
part0000_split_039.html
part0000_split_040.html
part0000_split_041.html
part0000_split_042.html
part0000_split_043.html
part0000_split_044.html
part0000_split_045.html
part0000_split_046.html
part0000_split_047.html
part0000_split_048.html
part0000_split_049.html
part0000_split_050.html
part0000_split_051.html
part0000_split_052.html
part0000_split_053.html
part0000_split_054.html
part0000_split_055.html
part0000_split_056.html
part0000_split_057.html
part0000_split_058.html
part0000_split_059.html
part0000_split_060.html
part0000_split_061.html
part0000_split_062.html
part0000_split_063.html
part0000_split_064.html
part0000_split_065.html
part0000_split_066.html
part0000_split_067.html
part0000_split_068.html
part0000_split_069.html
part0000_split_070.html
part0000_split_071.html
part0000_split_072.html
part0000_split_073.html
part0000_split_074.html
part0000_split_075.html
part0000_split_076.html
part0000_split_077.html
part0000_split_078.html
part0000_split_079.html
part0000_split_080.html
part0000_split_081.html
part0000_split_082.html
part0000_split_083.html
part0000_split_084.html
part0000_split_085.html
part0000_split_086.html
part0000_split_087.html
part0000_split_088.html
part0000_split_089.html
part0000_split_090.html
part0000_split_091.html
part0000_split_092.html
part0000_split_093.html
part0000_split_094.html
part0000_split_095.html
part0000_split_096.html
part0000_split_097.html
part0000_split_098.html
part0000_split_099.html
part0000_split_100.html
part0000_split_101.html
part0000_split_102.html
part0000_split_103.html
part0000_split_104.html
part0000_split_105.html