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Hasta eso tuve un sueño bastante reparador. Será por la gran tranquilidad que se respiraba en la casa del Nagual o porque dice que su casa la tenía orientada según la onda esa del Feng Sui. Será el sereno pero no tuve pesadillas y descanse bastante bien, hasta que de nuevo me despertó el celular.

─ Calavera necesito verte ahora mismo.

Ni siquiera me opuse tantito. Creo que también necesitaba saber que era lo que estaba pasando allá afuera, así que le pedí que la reunión fuera en una playa que estaba a unos 10 minutos de la casa en la que me encontraba en Rosarito.

─ Calavera no podemos… ─trató de oponerse, pero a final de cuentas le hice entender que él estaba rodeado de escoltas y yo era un criminal prófugo sin más seguridad que mis sentidos y aceptó.

No tenía tiempo de arreglarme mucho y el Nagual andaba por ahí en con unas mujeres haciendo una especie de meditación, así que sólo me despedí con un gesto y salí a toda prisa.

Afortunadamente todavía traía conmigo las llaves del auto abandonado donde había guardado mi pistola, así que la saque de la cajuela, me la enfundé y me fui.

En cuestión de minutos estaba sentado en la playa esperando al Coronel y mirando para todos lados. Pinche psicosis que traía ya.

─ Ya rasúrate Calavera apenas y te reconocí –junto con el Coronel venían varios gorilas que descaradamente agarraron posiciones y con sus rifles en la mano estuvieron custodiando nuestro encuentro causando asombró y temor entre varios paseantes que pasaban por ahí.

─ ¿Cómo esta Coronel? –le respondí ignorando su comentario.

─ Ya ni la amuelas, aquí vamos a levantar muchas sospechas.

─ Si quiere podemos subirnos a su camioneta y nos vamos a donde quiera –y así lo hicimos.

─ Ese Don Paulino no tardó en armarse y hacer un caos en la calle –aunque el Coronel se veía enojado, no perdía la línea y aunque hablaba fuerte no decía una sola grosería, y debo confesar que con su firmeza no le hacían mucha falta.

─ Ustedes fueron los de la idea, no yo mi Coronel.

─ Andan desaparecidos el Comandante de la Penitenciaría, uno de sus colaboradores y los policías, luego irrumpieron en un hotel y al parecer se llevaron al dueño o a uno de los gerentes, además de que acribillaron a dos mafiosos ahí mismo, esto es una verdadera guerra y tú haciéndole al policía chino…

─ Mire mi Coronel párele a su carro, para empezar yo me tengo que cuidar las espaldas sólo y eso del hotel, déjeme decirle que ahí estaba hospedado yo y no dudo ni tantito que esos hijos de la chingada me buscaban a mi, porque esto es un verdadero cagadero.

El Coronel guardó silencio por un minuto cuando miró mi reacción.

─ ¿Cómo esta eso de que tu estabas ahí hospedado?

─ Gracias a sus grandes ideas, Don Paulino comenzó a sospechar de mí y al principio me mantuvo ahí en calidad de detenido casi casi, hasta que me fui ganando su confianza de nuevo, con decirle que al principio hasta el celular me quitó y lo debo traer bien intervenido. Usted cree mi Coronel que son enchiladas las que ando haciendo.

─ Sabes que tienes todo mi apoyo Calavera…

─ Si pero en vía de mientras tengo que cuidarme sólo, porque ni modo que me lo meta de llaverito en la bolsa. Así que le voy a pedir que disculpe las burdas medidas de seguridad que tomó, pero ¿si no me cuido yo quien?

─ Si te entiendo y no sabes cuanto te agradecemos tu colaboración…

─ Pues si pero de agradecimientos no voy a sobrevivir –El Coronel es un hombre inteligente y de volada entendió la indirecta, por lo que sacó su chequera y le puso un número con varios ceros a un cheque al portador y me lo entregó.

─ Por ahora es lo que puedo hacer por ti y si requieres algo más házmelo saber.

─ No se preocupe Coronel, con esto por lo menos de hambre no me van a matar y bueno voy a aprovechar para comprar otro celular, pero que no lo tengan colgado ni ellos ni ustedes con todo el respeto que me merecen.

─ ¿Y qué me puedes decir de los desaparecidos?

─ Que se olviden de ellos.

─ ¡Eso no estaba en el trato! Eran agentes policiacos…

─ Eran unos corruptos mi Coronel y bueno eso no me lo reclame a mí, la próxima vez que se pueda reunir con su nuevo amiguito el Don, pues ahí le dice.

─ ¿Tu crees Calavera que a mi me gustó mucho eso de soltar un gato para cazar a las ratas?

─ No lo se, ustedes lo decidieron, sólo espero que de verdad sepan lo que están haciendo, porque yo no. Es todo lo que les puedo decir por ahora. 

El Coronel no dijo nada.

─ Ahora hágame un par de favores mi Coronel, primero déme un aventón ahí a la Mesa y segundo dígame que tanto sabe sobre el ataque al Hotel.

─ No mucho, estamos investigando, sólo te puedo decir que algunos testigos señalaron que los sospechosos iban disfrazados como policías municipales, hasta en patrullas clonadas y toda la cosa.

─ Son efectivos, créamelo.

─ Tú sabes más de lo que me has dicho Calavera…

─ No mi Coronel, pero por lo que he vivido últimamente le puedo asegurar que las corporaciones policíacas están más infiltradas de lo que usted y yo pensamos, así que hay que tener mucho cuidado.

Poco después estábamos cerca de donde quería bajarme. Le pedí al chofer que se detuviera para poder bajarme.

─ Mucho cuidado Calavera no te dejes ver mucho por las calles, recuerda que te dan por muerto y eso nos conviene más…

─ Me quieren muerto que es muy distinto, pero no se preocupe no creo que me toque todavía –le dije y me despedí.

Miré la hora en el reloj de uno de los establecimientos de la zona. Según mis cálculos Moncayo debía andar comiendo y haciéndole al galán con una de las meseras en la fonda de costumbre.

No cabe duda que el ser humano es un animal de costumbres y este cabrón un blanco fácil para que lo acribillen por andar de caliente.

No entré a la fonda, desde afuera le marque a su celular.

─ Sal de la fonda –le dije en cuanto me contestó.

─ ¿Quién habla?

─ Tu padre, sal ahorita –y corté la comunicación.

Sorprendido Moncayo salió. Eso si con una mano en el fierro como buen perro desconfiado que es.

─ Calavera ¿Eres tú?

─ Si pareja, pero no la hagas de pedo y cáele para acá.

─ Espérame nomás deja pago en chinga la comida y te alcanzó.

─ Voy a estar acá a la vuelta, cerca de donde está tu carro.

Nos subimos a su carro y hasta entonces me abrazó como si hubiera reencontrado a su hermano perdido el cabrón.

─ Apenas y te reconocí pareja, andas bien camuflajeado.

─ Esas la idea parejón, ahorita las cosas están que arden.

─ Te pasaste de lanza, todos te dábamos por muerto y Valeria todavía no se recupera del trancazo, pero le va a dar gusto a ella y al Mata saber que estas bien.

─ No pareja yo debo seguir muerto para todos, y sobre todo para ese cabrón del Mata, ni se te ocurra mencionarle que sigo vivo y libre, a Valeria ya veré el momento de decirle, pero nadie más debe saber esto.

─ El Mata es compa y te aprecia, yo creo que deberías…

─ Mira pareja el Mata es un pinche traidor que trabaja para la maña y de hecho deberías cuidarte de él porque tiene planeado ponerte como lo hizo conmigo.

─ ¿De dónde sacas esas chingaderas? El Mata es leña.

─ Pareja escúchame no seas pendejo, por ahora no puedo darte los detalles de cómo me entere, pero confía en mí, ese bato en cualquier momento te va a poner un cuatro junto con Batista y Galindo de Asuntos Internos; los cabrones trabajan para los Malacón y van por ti y por el Comandante Alatriste, por eso vine a advertirte, para que te pongas trucha y no te vayan a venadear pareja. 

Donde la oscuridad penetra
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