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Cuando bajan del taxi delante del Glenn Miller Café está nevando. Saga dirige el rostro hacia el cielo, cierra los ojos y siente cómo los copos se posan sobre su piel caliente.
El estrecho local ya está abarrotado de clientes, pero tienen suerte y encuentran una mesa libre. Hay farolillos con velas encendidas y la nieve se desliza por las ventanas que dan a la calle Brunnsgatan.
Stefan cuelga su bolsa en el respaldo de una silla y se acerca a la barra para pedir.
El pelo de Saga sigue mojado y da un respingo cuando se quita la parca verde, que se ha puesto oscura en la espalda con la humedad. A su alrededor, la gente se vuelve y le da miedo que le hayan robado el sitio a alguien.
Stefan llega con dos vodkas con Martini y un cuenco con pistachos. Se sientan uno frente al otro y brindan en silencio. Saga está a punto de decir que tiene hambre cuando un hombre delgado con gafas redondas se les acerca.
—Jacky —dice Stefan sorprendido.
—Ya me parecía a mí que olía a meado de gato… —sonríe él.
—Te presento a mi novia —dice Stefan.
Jacky mira a Saga pero no se molesta en saludar, sino que le susurra algo a Stefan y se ríe.
—No, en serio, tienes que tocar con nosotros —replica—. Mini también está aquí.
Señala a un hombre robusto que se dirige a la esquina, donde hay un contrabajo casi negro y una guitarra Gibson semiacústica.
Saga no oye de qué hablan, un bolo legendario o algo así, un contrato que es el mejor hasta la fecha y un cuarteto que es genial. Pasea la mirada por el restaurante mientras espera. Stefan le dice algo mientras Jacky empieza a tirar de él para levantarlo de la silla.
—¿Vas a tocar? —pregunta Saga.
—¡Sólo un tema! —grita Stefan sonriendo.
Ella le dice adiós con la mano. El bullicio del local se apaga cuando Jacky coge el micrófono y presenta a su invitado. Stefan se sienta al piano.
—April in Paris —dice y empieza a tocar.