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Joona vuelve al coche y pone rumbo a Estocolmo. Llama a Anja y le pide que haga una búsqueda sobre el bufete de abogados Rosenhane.
—¿Has visto la hora que es?
—La hora… —repite Joona, y a continuación piensa en Marie Franzén, que ha muerto por un disparo hace apenas un rato—. Yo…, perdón, podemos dejarlo para mañana.
Se da cuenta de que Anja ya ha cortado la llamada. Pasan dos minutos antes de que ella lo llame de vuelta.
—No hay nada sobre Rosenhane —dice—. Ni bufete de abogados ni ningún abogado con ese nombre.
—Había un apartado de correos —insiste Joona.
—Sí, en Tensta, ya lo he encontrado —responde en tono suave—, pero está cancelado y el abogado que lo alquilaba no existe.
—Entiendo…
—Rosenhane es el nombre de una casa noble extinta —dice ella.
—Perdona que te haya llamado tan tarde.
—Era broma, puedes llamarme cuando quieras, al fin y al cabo nos vamos a casar…
«La dirección es una pista que no lleva a ninguna parte —piensa Joona—. Ni apartado de correos, ni bufete de abogados, ningún nombre».
Empieza a pensar en que le resulta curioso que Anders Rönn interprete como dislexia los errores ortográficos de Jurek Walter.
«Yo lo he visto escribir», piensa Joona.
Lo que Anders Rönn ha considerado dislexia debe de ser un daño colateral de la medicación a largo plazo.
De nuevo, su cabeza vuelve a Marie Franzén, asesinada por Susanne Hjälm. Ahora hay una niña esperando a una madre que no va a regresar nunca.
Marie no debería haberse adelantado, pero Joona sabe que incluso él podría haber cometido el mismo error si el entrenamiento operativo no le hubiera calado tan hondo, y entonces él habría muerto igual que su padre.
Quizá Elsa, la hija de Marie Franzén, ya haya recibido la noticia. El mundo nunca volverá a ser el mismo. Cuando Joona tenía once años, su padre fue abatido por una escopeta. Era policía y sólo tenía que entrar en un piso en el que alguien había dado la alarma de una pelea doméstica. Más de una vez al día, Joona recuerda que estaba sentado en clase cuando el director entró y le pidió que lo acompañara. El mundo nunca volvió a ser el mismo.