LA MELANCOLÍA SOTERRADA DEL POETA
UN verano cuando todavía era joven se paró frente a la ventana y se preguntó adónde se habrían ido aquellas mujeres que se sentaban junto al océano, observando y esperando algo que jamás llegaría, con el viento ligero sobre su piel enviando mechones de cabellos sueltos que les cruzaban los labios. ¿De qué estación del año habían caído? ¿De qué idea de gracia se habían desviado? Hacía mucho que no las veía en su solitario esplendor, graves en su ociosidad, encarnando la triste historia de la esperanza abandonada. Este fue el verano en que salió a la noche milagrosa, al mar de la oscuridad, como por vez primera, a emitir su propia luz, pero lo que emitió fue oscuridad, lo que encontró fue la noche.