UN LARGO MEDIO AÑO

Pasan dos meses hasta que, al fin, encuentro otro piso en la parte alta de Biel. La mudanza resulta sencilla, porque solo me llevo mi ropa y algunos objetos personales. El resto se lo dejo a Marco. Lo que me resulta más duro es desprenderme de mis dos gatos. Pero en vista de que de todos modos me voy a marchar, solo queda esta solución. Sigo llevando mi negocio, pero con menos dedicación, porque me paso todo el tiempo soñando con Kenia. Me compro todo lo que puedo encontrar sobre este país, también su música. En la tienda escucho de la mañana hasta la tarde canciones en suahili. Naturalmente, mis clientes se dan cuenta de que no estoy tan atenta como antes, pero no puedo ni quiero contarles lo que me pasa.

Espero el correo día tras día. Y luego, al fin, tras casi tres meses recibo noticias, no de Lketinga, sino de Priscilla. Escribe muchas cosas sin importancia. Al menos me entero de que Lketinga fue puesto en libertad tres días después de nuestra partida. Ese mismo día escribo a la dirección que Lketinga me dio, comunicándole mi intención de regresar a Kenia en junio o julio, pero esta vez sola.

Pasa otro mes y, por fin, recibo una carta de Lketinga. Agradece mi ayuda y dice que se alegraría mucho si volviera nuevamente a su país. Ese mismo día corro a la agencia de viajes más próxima y hago una reserva por tres semanas en el mes de julio en el mismo hotel.

Ahora hay que esperar. El tiempo parece haberse detenido, los días avanzan con enorme lentitud. Solo uno de nuestros amigos comunes se ha mantenido fiel. De vez en cuando da señales de vida y me invita a tomar un vaso de vino. Parece entenderme al menos un poco. El día de la partida se va acercando, y me empiezo a poner nerviosa, porque solo Priscilla contesta a mis cartas. Y, aun así, nada puede trastornarme: sigo convencida de que lo único que me hace falta para ser feliz es aquel hombre.

Ahora ya soy capaz de expresarme aceptablemente en inglés. Mi amiga Jelly me da clases a diario. Cuando faltan tres semanas para la partida, Eric, mi hermano menor, y Jelly, su novia, deciden acompañarme. Ha pasado el medio año más largo de mi vida. El avión sale y nos vamos.