14.

No tenían ni idea de lo que estaban diciendo. Los Acuerdos de Seattle entre las Marcas Globales, prohibían el uso de la fuerza para obtener ventajas competitivas entre ellas. Esto no les impedía entrar en conflictos armados en aquellos lugares donde, posteriormente, pudieran sacar beneficio de sus conquistas, nunca percibidas como tales, sino como un cambio de régimen donde el nuevo gobierno accedía a todas sus peticiones y requerimientos. Para ello utilizaban los servicios de PeaceMakers Inc., un ejército en toda regla formado por profesionales, mercenarios más bien, equipados con el armamento más avanzado y entrenados para desplazarse a cualquier campo de batalla. Era cierto que yo había luchado contra ellos en la Batalla del Guggenheim y que me nombraron Héroe de la República de Euskadi, pero aquellos soldados no se retiraron por la resistencia que les presentamos, sino por una serie de conspiraciones y conflictos entre las propias Marcas Globales que nada tenían que ver con una victoria bélica.

Intenté hacérselo ver a los representantes de Al-Andalus allí reunidos, y así mismo les intenté explicar el razonamiento de las Grandes Marcas, donde el único fin era la consecución de los mayores beneficios posibles. Para ellos se trataba de una ecuación muy sencilla. Por un lado valorarían el beneficio de tener un suministro de agua, suficiente y bajo su control, para los negocios turísticos de la franja marbellí, y por el otro analizarían el coste de una pequeña campaña para tomar Antequera y el despliegue militar posterior requerido para mantener el control de la zona, bajo el eufemismo de tropas en misiones humanitarias. Ésa era su estrategia y así venían haciendo las cosas desde la invasión de Irak a principios de siglo y ni yo, ni seguramente los propios directivos de las Marcas Globales, veíamos motivo alguno para que actuasen de forma distinta. Si los beneficios eran superiores al coste invadirían, y en caso contrario nos dejarían estar.

“Para las tropas de PeaceMakers Inc., el llegar hasta Antequera y tomar los embalses será un pequeño paseo triunfal, no hay en todo Al-Andalus ni la gente entrenada, ni el armamento, ni siquiera la voluntad de impedirles el paso. Únicamente más tarde, con tiempo, podríamos organizar una guerra de guerrillas, con operaciones clandestinas dentro de su territorio pero con una retirada garantizada a territorio amigo...”. Me sorprendí y asusté de mis propias palabras, no quería volver a mi pasado y sin embargo, de una manera instintiva, ya estaba planeando la formación de un grupo de resistencia.

“Por eso te hemos nombrado embajador. Por tu forma de pensar”, me animó el Alcalde de la Ciudad Estado de Toledo.

Pero yo no quería volver a la guerra.

Entonces me di cuenta de que podía evitarla. Podía evitar una contienda y no incrementar el suministro de agua a la costa marbellí.

La mayor ventaja que se puede tener en un combate viene de la información y del conocimiento de la forma de pensar del enemigo. Ya conocía el proceso mental de las Marcas Globales, únicamente me haría falta más información, algo que esperaba obtener en mi inminente visita a Marbella.

Sólo esperaba que a mi regreso Pepe Manzano hubiese capturado al asesino de Rosario Verdes y que para mi mayor satisfacción, se tratase de Pedro Antúnez. Por desgracia no fue así.